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A un año de la ignominia

Este es el décimo año de The Post. Nunca el diario publicó dos columnas editoriales el mismo día.

Hoy es una excepción. Y lo es porque hoy es 7 de octubre de 2024 el día en que se cumple un año del traicionero ataque del terrorismo islámico de Hamas sobre una pacífica población civil israelí que se disponía a vivir un día normal.

Más de 1200 personas, incluyendo niños, ancianos, mujeres, adultos y adolescentes fueron masacrados en el lugar sin mediar palabra más que gritos de odio.

Otras más de 200 personas fueron tomadas como rehenes. La mayoría de ellos fueron torturados, violados y reducidos a una condición que ni siquiera es concebible para los animales.

La mayoría de ellos siguen secuestrados sin que se sepa nada de ellos. En esa lista hay un bebé argentino que apenas tenía 6 meses cuando fue llevado por la fuerza junto a su madre. Nada se sabe de su suerte.

Los terroristas ingresaron en territorio israelí a través de túneles que construyeron durante años bajo la tierra que Israel les devolvió en un gesto de buena voluntad que solo fue respondido con traición y salvajismo.

Mientras el mundo no resuelva ponerse del lado del Estado democrático de Israel y, mancomunadamente, lo respalde para terminar con el fanatismo de quienes no tienen otro objetivo que hacerlo desaparecer de la faz de la Tierra, la vida no tendrá paz ni en Medio Oriente en el mundo.

No pueden caber dudas de cuál es el lugar que los países deben elegir cuándo llega el momento de asumir una postura frente al conflicto: el terrorismo islámico debe ser liquidado. No hay transacción posible ni con los asesinos ni con quienes le dan sustento, refugio y financiamiento.

En una región que, paradójicamente no ha sido privilegiada con las bendiciones naturales de Dios (porque allí solo hay un desierto árido en el que solo pueden sobrevivir aquellos que demuestren una capacidad de adaptación e innovación que superen las inclemencias de la Naturaleza) Israel descuella en desarrollo y nivel de vida, mientras sus vecinos musulmanes viven casi como si estuvieran en la Edad Media.

Nadie les niega a quienes crean en las bondades de ese culto vivir como se les antoja. Pero respaldar a un conjunto de asesinos que se escudan en una dudosa “palabra sagrada” para acabar con la vida de un pueblo entero, no puede ser considerado sino como una pusilánime complicidad.

Ojalá Dios recargue la inventiva de “los buenos” para que las ideas que surjan de esa creatividad ayude a terminar con un fenómeno de odio ancestral que viene haciendo que el mundo no pueda vivir en paz casi desde que se tenga memoria.

Y en lo que respecta a la Argentina que las fuerzas del cielo impidan que el país vuelva a ponerse del lado de la muerte y del fanatismo, importando a una tierra generosa con todos un conflicto que no le es ajeno -porque el mundo nos pertenece a todos y el concepto de Justicia no puede ser ignorado sin consecuencias- pero que, de ninguna manera, puede permitirse que se transforme en sin elemento que le agregue más rencor a una sociedad argentina ya agotada por sus propias furias.

Hacer que la armonía con las que diferentes comunidades han vivido por siglos en este suelo no quiere decir que el país deba ser “neutral” frente a los monstruos. Al contrario: la paz solo perdurará si el país condena la maldad, reconoce la democracia y respalda a quienes le entregan a los que viven bajo los principios de la libertad una vida con futuro y esperanza. Israel pudo lograr eso: casi el 25% de su población profesa pacíficamente la religión musulmana y el país le ofrece a esas personas las mismas oportunidades que a judíos o cristianos. Ningún judío podría decir lo mismo de los países que fomentan la guerra y el resentimiento.

Nuestro respeto a las víctimas del 7 de octubre, nuestra solidaridad con sus familias y nuestra pétrea convicción de que el mundo será un lugar mejor solo cuando las bestias sean vencidas y no quede de ellas más que un ominoso recuerdo.

Por Carlos Mira

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One thought on “A un año de la ignominia

  1. Hugo Alberto D'Angelo

    Que asi sea.

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