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Donald Trump asume como 47° presidente de los EEUU

Después de 208 años, hoy en Washington, un presidente norteamericano jurará dentro del Congreso de los EEUU en el espacio conocido como “Rotunda”, un enorme lobby circular debajo de la emblemática cúpula que se terminó de instalar en 1866.

En aquella otra oportunidad (y por las mismas inclemencias climáticas que hoy) fue James Monroe quien juró en los interiores del edificio legislativo que no estaba terminado aún (la cúpula anterior construida en madera por Charles Bulfinch databa de 1824, cuando Monroe asumió la presidencia en 1817, siete años antes, de hecho).

Se trata de un simbolismo que resume las condiciones de excepcionalidad en las que asume Donald Trump, precedidas por un triunfo resonante que sorprendió a muchos por su contundencia, tanto en el Colegio Electoral como en el voto popular.

Las circunstancias que rodean esta segunda presidencia de Trump son muy distintas de las que tuvo su primera experiencia 2017-2021. Por empezar el presidente inaugura su última chance de gobernar su país: no podrá presentarse a una reelección porque ya tuvo un período anterior y la Constitución del país establece como máximo 2 periodos para cualquier candidato, sean esos períodos consecutivos o no.

Por supuesto, esas instituciones no están puestas bajo el estúpido escrutinio de argumentar una “proscripción” para quienes estén alcanzados por la prohibición: esos sinsentidos solo abundan en países en donde, justamente, las instituciones tienen poco peso.

El mandato con el que Trump llega a la presidencia es también mucho más claro que el que obtuvo en su victoria de 2016 en la que, incluso, había perdido el voto popular frente a Hillary Clinton. Ahora hay una indicación clara de una mayoría notoria de los votantes para que el presidente le dé un giro copernicano a la cultura woke que dominó el maistream social en las últimas décadas. Fueron tales los extremos a los que llegaron esos delirantes que la gente normal terminó asqueándose de todo eso.

El presidente que jura hoy ha dado, por ejemplo, una señal clara en el sentido de que hoy mismo emitirá una orden ejecutiva para revertir los cimientos mismos de la legislación que durante estos años permitió, por ejemplo, las cirugías o procedimientos químicos u hormonales para cambiar el sexo de los chicos. Es más, aclaró que esos procedimientos serán considerados como delitos y que los profesionales que los ejecuten serán perseguidos por la ley y las instituciones en donde se perfecciones sufrirán severos castigos federales y no podrán gozar de los beneficios de los sistemas Medicare y Medicaid.

Desde el punto de vista económico, Trump también propondrá una agenda audaz que comprende acciones tomadas contra el comercio con otros países, en la medida que esos países no se adecuen a los puntos de vista del nuevo mandatario.

Está claro que en ese punto China, es quien quizás deba preocuparse más por la directa sugerencia que ha tenido Trump de llevar sus aranceles de importación desde ese país a tasas del 60 o 100% si China no cambia sus posturas en temas que van desde lo estrictamente comercial hasta lo político y lo militar, incluso.

Por otros motivos más relacionados con la inmigración ilegal, el otro país atento a estas movidas es México que recibió el claro mensaje de que si no hace nada para detener lo que Trump considera una “invasion”, hará muy difícil el ingreso de productos mexicanos a los EEUU.

Por supuesto que estas amenazas no son gratis porque, de materializarse, prodrían impactar en el nivel de precios del mercado interno lo que podría traer inflación, uno de los problemas de la administración de Biden (especialmente en sus dos primeros años) y en el cual Trump hizo centro para criticarlo severamente.

Sus alianzas internacionales también serán un tema al que prestarle atención. Trump, por lo menos en la previa de su asunción, es de los presidentes que parece más importancia va a darle a su relación con América Latina. De hecho, de los 4 jefes de Estado invitados a su jura (como “amigos” personales más que como representantes de los países que presiden) son latinoamericanos: Bukele y Milei.

En sus múltiples apariciones de los últimos tiempos ha lanzado ideas francamente desopilantes como anexar Canadá, comprarle Groenlandia a Dinamarca y recuperar el control del Canal de Panamá: de nuevo, hechos concentrados en nuestro propio hemisferio occidental.

Otro tema regional que habrá que ver qué giro toma es Venezuela donde EEUU aún mantiene permisos de exploración y explotación de petróleo para la empresa Chevron que son, en gran medida, los que le dan aire de liquidez financiera a Maduro y su régimen de opresión. González Urrutia, el presidente electo legítimamente en Venezuela, también estará hoy en Washington.

Muchos esperan una alianza poco menos que rutilante con la Argentina de Milei. ¿Será con la Argentina de Milei, con Milei o con la Argentina? ¿O serán solo cuentos?

Porque las cuantro opciones son bien distintas. Trump no hará nada que no cumpla con lo que dijo en campaña: “EEUU primero”. De modo que la relación con la Argentina o con el propio Milei estará signada por ese principio: solo avanzará si considera que es funcional al objetivo de que sea lo mejor para los EEUU. Quien puede tener una cuota de influencia sobre el presidente en ese sentido es Elon Musk que acaba de subir un posteo a su propia red X diciendo “Amo a Javier Milei”.

Ese punto es importante porque si bien el análisis inmediato le hace preguntar a muchos si Trump ayudará a la Argentina en el FMI, lo realmente relevante es que la Argentina sea el destino de inversiones nuevas, frescas y de riesgo que traigan dinero nuevo no financiero al país. Y eso dependerá, a su vez, de las seguridades de horizonte que la Argentina pueda mostrar para convencer a los inversionistas de que el cambio en el país es un cambio en la cultura de la sociedad y no una simple moda encarnada por un presidente con peinados extraños.

Es decir la Argentina deberá mostrar evidencias de que su transformación es institucional y no solo cosmética. Naturalmente surgen cuestiones comunes en estas circunstancias. ¿Qué es primero? ¿el huevo o la gallina?. Por ejemplo, ¿EEUU debe mostrase abierto a firmar un acuerdo de libre comercio con la Argentina o la Argentina debe demostrar que  está dispuesta a salir del Mercosur -si eso es necesario- para lograrlo? Interrogantes que solo el tiempo responderá.

Lo que Trump haga frente a Putin y frente a la NATO preocupa fundamentalmente a los europeos. Muchos dicen que Trump no es todo lo enemigo de Putin que cualquier ser normal debería ser. Sin embargo, las decisiones que Trump tome en ese terreno pueden influir para terminar con una guerra que ya lleva 3 años y que está literalmente destruyendo un país completo. Y esas decisiones fortalecerán o debilitarán, a su vez, la Alianza del Atlántico Norte algo que está directamente relacionado con el futuro de toda Europa.

Proyectar con, encima, ánimo de juzgamiento, lo que vaya a ocurrir con una nueva presidencia en EEUU no solo sería osado, sería ignorante. Pero lo que sí es seguro que esta segunda presidencia de Trump será muy diferente de la primera. No tanto porque él haya cambiado: lo que cambió fue el país y el mundo. Esas circunstancias sí son completamente distintas.

Por los mismos motivos las varas para juzgar lo que Trump haga o deje de hacer también serán muy diferentes.

Por Carlos Mira

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