
Antonio Maria Delagado para El Nuevo Herald
En medio de operaciones militares y un intercambio diplomático encendido, la Casa Blanca declaró el lunes que había desestimado una carta del gobernante venezolano Nicolás Maduro en la que ofrece conversaciones directas con la administración del presidente Donald Trump, acusando a Caracas de difundir falsedades y de seguir desempeñando un papel central en el tráfico ilegal de drogas. “Hemos visto esta carta.
Francamente, creo que Maduro repitió muchas mentiras en esa carta, y la posición de la administración sobre Venezuela no ha cambiado”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. “Consideramos que el régimen de Maduro es ilegítimo, y el Presidente ha dejado claro que está dispuesto a usar todos los medios necesarios para detener el tráfico ilegal de drogas mortales del régimen venezolano hacia Estados Unidos.” La carta de Maduro, fechada el 6 de septiembre y publicada el fin de semana, fue enviada días después de que fuerzas estadounidenses realizara un ataque letal contra una embarcación proveniente de Venezuela. Once personas murieron en la operación, que la administración Trump afirmó —sin presentar pruebas públicas— tenía como objetivo a miembros de la banda Tren de Aragua involucrados en operaciones de narcotráfico. Pronto siguieron tres operaciones similares, elevando el número total de presuntos narcotraficantes muertos a 17.
En la carta, Maduro rechazó las acusaciones de Washington de que él y miembros de su régimen están involucrados en el tráfico de drogas. “Esta es la instancia más descarada de desinformación contra nuestra nación, con la intención de justificar una escalada hacia un conflicto armado que causaría daños catastróficos en todo el continente”, escribió. Maduro insistió en su carta que el papel de Venezuela en el narcotráfico regional ha sido exagerado y manipulado políticamente. Afirmó que solo el 5% de la producción de drogas de Colombia pasa por Venezuela, y que el 70% de esa cantidad ya ha sido neutralizada por las autoridades venezolanas.
Dirigiéndose directamente al presidente Trump, Maduro expresó su disposición a entablar un diálogo diplomático. “Presidente, espero que juntos podamos derrotar las falsedades que han empañado nuestra relación, la cual debe ser histórica y pacífica”, escribió. “Estos y otros temas siempre estarán abiertos a una conversación directa y franca con su enviado especial (Richard Grenell) para superar el ruido mediático y las noticias falsas.” Maduro señaló la participación previa de Grenell en la resolución de disputas —incluyendo la organización de vuelos de deportación y la facilitación de la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos— como prueba de que los canales de comunicación siguen abiertos. “Hasta ahora, este canal ha funcionado sin fallos”, destacó.
A pesar del tono diplomático de Maduro, la retórica en Washington se ha intensificado. Trump, hablando el sábado en su cuenta de Truth Social, lanzó un ultimátum contundente, exigiendo que Venezuela aceptara el retorno de individuos que, según él, habían sido “forzados a entrar en Estados Unidos” desde prisiones y manicomios del país sudamericano. “Queremos que Venezuela acepte de inmediato a todos los prisioneros y personas de instituciones mentales —incluidos los de los peores manicomios del mundo— que el ‘liderazgo’ venezolano ha obligado a entrar en los Estados Unidos de América”, escribió Trump. “Miles de personas han sido gravemente heridas e incluso asesinadas por estos ‘Monstruos’. ¡SAQUENLOS DE NUESTRO PAÍS, AHORA MISMO, O EL PRECIO QUE PAGARÁN SERÁ INCALCULABLE!”
Hasta el momento, el gobierno venezolano no ha emitido una respuesta formal a las exigencias de Trump. Sin embargo, según fuentes del régimen, los vuelos de deportación —incluidos algunos directamente a Caracas— han continuado sin interrupciones.