Resulta obvio que en el Frente de Todes se respira un aire de desesperación. Han advertido que el terremoto de Olivos ha producido unas réplicas fortísimas en la sociedad y que la imagen del gobierno y la intención de voto a sus candidatos están en serio peligro.
Encuestas de los más variados orígenes confirman que la caída en la intención de voto de la candidata que encabeza la lista en la provincia de Buenos Aires, Victoria Tolosa Paz, es sostenida y se ha mantenido constante desde la irrupción del escándalo.
Lo que ocurrió en la escuela de Ciudad Evita, con la desquiciada profesora que pretendía imponer su pensamiento a un alumno sobre el que claramente ejercía una posición dominante de la que sacaba provecho, no hizo otra cosa más que agregar oleadas de indignación a un electorado que el kirchnerismo siempre tuvo perdido.
El problema que están notando ahora es que esas fugas se están produciendo dentro del círculo de votantes que consideraban rígido. Los últimos acontecimientos parece que han perforado las paredes de ese refugio sólido del cristinismo más recalcitrante. Y lo han hecho en el territorio de las vacas sagradas: el conurbano bonaerense.
A las angustias evidentes por las que pasa la población se han sumado todos estos hechos de rampante desigualdad de la casta de jerarcas que gobierna y de la descarada pretensión de imponer un pensamiento único.
La desesperación es de tal magnitud que Tolosa Paz salió a utilizar un argumento que creo nunca antes se había usado como herramienta de tracción electoral: me refiero al acto de coger.
La primera candidata por Buenos Aires acaba de decir que “en el peronismo siempre se garchó”, como adjudicándose el monopolio político de la fornicación, del goce y de la diversión.
Los primeros análisis de semejante novedad han interpretado la afirmación como un intento de llegar a los votantes jóvenes, en la seguridad de que Tolosa Paz (ella lo dijo de alguna manera en el mismo reportaje) cree que los chicos están desesperados por “garchar” y que, solo votando al kirchnerismo, podrán acabar (nunca mejor utilizado el término) en un mar orgiástico de orgasmos.
Francamente que este sea el nivel de la discusión política en la Argentina habla de hasta dónde ha llegado el deterioro moral del país. Y que conste que no estamos aquí levantando estúpidas banderas de una moralina intrascendente sino de centrar lo que la principal candidata del partido de gobierno presenta como tema relevante de campaña para las próximas elecciones: “vótenme porque conmigo van a garchar”.
Insinuar que el kirchnerismo también va a estatizar el arte de coger y que, votandolos, los argentinos van a tener asegurado el derecho igualitario al garche es ya un delirio de tal nivel que, justamente, da crédito a las versiones que dan cuenta de una manifiesta desesperación.
Siguiendo el razonamiento de Tolosa Paz, o del que ella sugiere, habría que concluir que sin el peronismo no se garcha, porque el neoliberalismo también te quita el derecho al goce y a la diversión.
Este fanatismo por el monopolio de todo (de los negocios, de la guita, del Estado, del pensamiento, de las ideas, de los medios productivos y, ahora, de los derechos amatorios) ha alcanzado ya niveles esquizofrénicos. Solo un conjunto de enfermos puede meterse en los pliegues de las sábanas para tratar de controlar también la cantidad de coitos e insinuar que, con ellos, va a haber más.
Tolosa Paz es una arribista. Arregló convenientemente su vida encontrando el filón de Pepe Albistur -que le ha dado un piso confortable de nivel de vida- y desde su iPhone 12 Pro Max se dedica a dar reportajes con los que cree transmitir una imagen de superada sexual, superación que, por supuesto, consiguió siendo peronista.
No sería extraño que en los siguientes días ella misma o algún otro candidato salga a decir que “con el peronismo siempre estuvimos high” (la clásica fórmula para decir que uno está drogado) seguramente con la misma creencia de que con eso atraen al voto joven.
Es más, el propio presidente, hace pocos días salió a decir que no entendía por qué el tabaco y el alcohol eran legales y la marihuana no. Después de todo, sabemos que “con el peronismo siempre flasheamos, man”.
El descenso a los quintos infiernos se está produciendo aceleradamente. El nivel de berretismo, de falta de jerarquía, de chabacanería y de completa vulgaridad a la que el kirchnerismo ha llevado a este país no tienen antecedentes ni en la propia Argentina: los argentinos de estos tiempos perderíamos con los argentinos de cualquier otra época.
Ya no saben qué hacer. Saben que están tocando una frontera que nunca antes estuvo tan cerca.
Allí quizás se encuentren las explicaciones a tanta desmesura. El alcohol del poder los ha emborrachado de tal modo que ya no distinguen ni los delitos, ni el adoctrinamiento, ni el buen gusto.
Son un conjunto de ineptos solo enceguecidos por el objetivo de conservar el poder. Ojalá el sentido común de la decencia haga algo con ellos.
Yo no los voto. Son gibierno porque los voto la clase media pensando que iban a repartir dinero y llenar heladeras. Como ud dice el nucleo duro se esta desinflando.
No equivocarse al votar falsos arrepentidos que despues de electos son comprados y vuelven arrepentidos de donde salieron.
Es dificil conservarse en el poder sin repartir dadivas y ofreciendo sacrificios y trabajo.
Pobre Argentina y pobres Argentinos si no nos liberamos de esta casta politica.
Gracias.
Más allá de tu pensamiento, que comparto en su totalidad, lo que a mí me indigna es que todos estos episodios, que nos sorprenden todos los días, con alguno diferente y nos mantiene “entretenidos”, no puedan ser superados por verdaderas propuestas, sobre educación, trabajo, inseguridad, salud, tanto de un lado como de otro. Es como que seguimos consumiendo basura y no podemos enfocarnos en lo realmente importante.