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Solos en la miseria

Solo en esta semana que termina hoy 3 grandes empresas multinacionales se fueron de la Argentina.

El lunes la empresa química Dow Argentina que comenzó a operar en la Argentina hace 64 años, en 1957, anunció el cierre de su fábrica en el Puerto San Martín, de la provincia de Santa Fe. En el llamado Complejo San Lorenzo se producía poliuretano para abastecer a la industria automotriz local. El cierre definitivo de la planta será en mayo de 2022 y se perderán 110 puestos de trabajo.

Si bien la compañía informó que se trató de una “restructuración a nivel global” de la compañía y justificó la medida en Argentina con el ejemplo de otros cierres similares que Dow anunció en otras partes del mundo, esos mensajes son los típicos toques de diplomacia de estas grandes corporaciones que emiten para no ofender a quien fue su país anfitrión por años.

Pero está claro que, tomando por cierta la “reestructuración”, naturalmente las empresas eligen de qué países se van. No es que porque ingresan en un esquema de reestructuración se van de todos lados: se van de algunos.

Y para irse de algunos hay que elegir. Y puestos a elegir, eligieron irse de este país de locos que parece que tiene como objetivo la prohibición del trabajo legal.

Algo similar ocurrió con la aseguradora norteamericana MetLife, que había llegado al país de modo directo en los años ’90 cuando la Argentina se insertaba en el mundo de los mercados globales producto de la apertura y de la Convertibilidad y, en el específico caso de los seguros, de la apertura a los mercados de vida y retiro, la especialidad de la aseguradora americana.

En ese sentido, MetLife también dejó saber que hace dos años inició un proceso de revisión de su portafolio de inversiones a nivel mundial. Bajo esta premisa la compañía ya se desprendió de diferentes activos y divisiones de negocios en mercados de otros países. Pero, de nuevo, no se va de todos lados: se va de la Argentina.

El miércoles, otra empresa, en este caso la española Ecolumber abandonó su negocio en la Argentina, tras vender el 100% de las acciones que tenía en Pampa Grande, su filial local, ubicada en General Roca, Río Negro. La empresa comunicó su salida del mercado argentino a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de España: “Ecolumber ha finalizado su proceso de desinversión en Argentina con la venta de todas las acciones de su filial en el país, Pampa Grande”, fue el escueto comunicado dado a conocer por la compañía.

Las industrias son muchas y variadas -la petroquímica, los seguros, el agro- ya no hay límites para el éxodo. A esto hay que sumarle más de 25 empresas grandes que se fueron de la Argentina desde que asumió el dúo de los Fernández. Y todo eso sin contar las cientos de miles de pymes que se fundieron durante la cuarentena.

En todos los casos el patrón parece ser el mismo: “muchachos, nos hartaron; ya basta. Si se quieren matar, mátense, pero nosotros nos vamos de este lugar de locos, de este país que persigue el trabajo honesto hasta prácticamente prohibirlo; que llena de trabas, de obstáculos y de dificultades a los que quieren avanzar y salir adelante; que incluso a todos aquellos que aceptan los desafíos de estar sometidos a tantos inconvenientes, luego los gravan con impuestos impagables y que salen a estigmatizarlos socialmente como los ‘enemigos del pueblo…’ Basta, se acabó: adiós”

En la foto que ilustra esta columna vemos un cartel del sindicato con la frase “En lucha”. Bueno, muy bien muchachos: la lucha terminó. Ganaron. Pero nosotros nos vamos. Díganle adiós a lo que hasta ahora eran sus trabajos”

Y ahí se queda la Argentina con su bravuconada altisonante, con su estúpida altanería de barrio, con sus ciudadanos sin trabajo, con su pueblo sumido en el atraso y en la antigüedad.

Muchos vivirán este éxodo como un éxito; como una victoria de lo nacional, como un gol del gaucho al gringo… ¡Somos tan idiotas!

Ya nadie nos presta atención, ya nadie se fija en nosotros. De haber sido el gran imán que atraía a todo el mundo, a brazos e inteligencias que venían aquí a “hacerse la América”, al propio tiempo que contribuían indirectamente a convertir a este país en un fenómeno mundial de opulencia y modernidad, pasamos a ser un yermo pobre, lleno de villas miseria, en donde el 25% de los chicos no come todas las comidas, en donde 4 de cada 6 mayores de 14 años son pobres y no trabajan ni estudian; en donde la salud es cada vez más el bien de un conjunto de privilegiados, en el que la conexión con el mundo se pierde día a día. El populismo socialista ha convertido en esto a la Argentina: en un lugar en donde los mejores se quieren escapar.

No conforme con esta destrucción, la primera candidata a diputada por Buenos Aires del Frente de Todes, Victoria Tolosa Paz, la cheta de iPhone 12 Pro Max y BMW, anunció que el plan del régimen es seguir aumentando y creando impuestos. Va a llegar un momento en que todo estará gravado al 100% y aun así no habrá nada para recaudar porque todo habrá perecido.

¿Cómo detener este deterioro? El problema es mayúsculo porque para hacerlo el Congreso debería inundarse con diputados y senadores dispuestos a derogar tres cuartos de la legislación argentina, y para hacer eso se necesita del voto de ciudadanos a quienes se convenció que hacen falta más leyes que regulen la vida civil. Es un círculo vicioso de destrucción masiva.

¿Advertirán los argentinos que por la aplicación de las políticas de los últimos 80 años cada vez tienen menos trabajo y cada vez están peor? ¿O sus cabezas están tan limadas que creen que es mejor no trabajar, vivir en el barro y limitarse a idear originales formas de queja?  

Por Carlos Mira

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2 thoughts on “Solos en la miseria

  1. Luis Emilio Jose

    El populismo, como doctrina, llevo al pobrismo, como resignado paradigma.

  2. Silvina

    Excelente como siempre!!
    Sus cabezas están limadas y más fácil es recibir dádivas que progresar y trabajar… se hace cada vez más cuesta arriba llevar un proyecto adelante… triste muy triste… solo queda votar a conciencia para eliminar esta casta

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