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El fallo sobre Lázaro Báez

La Justicia, después de casi ocho años, condenó a Lázaro Báez y a toda su banda de testaferros a 12 años de prisión (en el caso personal de Báez) y a otras penas también severas en los casos de Pérez Gadín, Jorge Chueco, dos de los hijos de Báez y Fabián Rossi. Leonardo Fariña recibió cinco años de prisión porque obtuvo una rebaja del Tribunal como consecuencia de haber colaborado con la investigación en calidad de imputado colaborador.

La condena es por lavar dinero. Se trata de una aclaración que puede parecer tonta pero que es muy importante.

Obviamente no se puede lavar lo que no se ensucia y, tratándose de dinero, no se puede lavar dinero que no se genera. La otra pata de esta trama, entonces, es la generación del dinero sucio que luego lavaba Báez y su organización.

Ese dinero se originaba en el Estado que presidían los Kirchner. Ellos desviaban esos recursos por la vía de adjudicar obras que no se hacían nunca u obras con precios sobredimensionados a las empresas de Báez.

Recordemos que Néstor Kirchner le ordenó a Báez constituir legalmente Austral Construcciones tan solo 12 días antes de asumir la presidencia. Es decir, Néstor la mente que todo lo tramó ya tenía todo armado en su cabeza aun antes de ser presidente; aun antes de presentarse a elecciones. Él sabía para que se presentaba; él tenía bien claro para qué quería ser presidente: ¿para luchar por los pobres y ausentes (que en su aprovechamiento deleznable deberían llevar el nombre de “desaparecidos”)? No; por supuesto que no. Kirchner quería ser presidente para robar impunemente. Para robar estableciendo él la legislación que lo eximía de pena. El desiderátum del delincuente: tener acceso a un botín millonario y manjar los hilos que le aseguren la libertad.

Kirchner había ensayado ese modelo en Santa Cruz. Lo tenía bien aceitado. Había convertido a la provincia en una enorme estancia que llevaba su nombre, con todos debiéndole, de una manera u otra, favores o con todos tributando a su cuenta corriente negra.

Esa misma matriz era la que se proponía exportar a toda la Argentina, con acceso, desde ya, a botines mucho más suculentos que los que podía entregarle su provincia natal.

Hoy se desentrañó en la Justicia (porque en la mente de quienes han tenido hasta ahora una mínima ambición de mantenerse informados ya estaba todo claro) una parte de la historia: como se pretendía incorporar a circuitos pretendidamente legales centenares de millones de dólares sucios.

Pero esa es solo la mitad de la historia. Báez no habría tenido nada que lavar si los Kirchner (primero Néstor y luego Cristina) no le hubieran entregado dinero negro. Las causas en las que Cristina Fernández está investigada por la obra pública, por vialidad nacional, por Los Sauces y por Hotesur, forman la otra parte grande de esta historia.

Quizás la única “autopista” que construyeron los Kirchner fue aquella que conducía a su riqueza personal. Esa “autopista” tenía dos rampas solamente. Una rampa de ingreso y otra de egreso. Por la rampa de ingreso llegaba a los bolsillos de los testaferros de los Kirchner dinero negro que ellos “fabricaban” por la vía de inflar licitaciones, inventar obras que luego no se hacían y adjudicar contratos estatales a sus secuaces.

Por la rampa de egreso ese dinero salía de las cuentas de los testaferros e ingresaba en la cuenta de los Kirchner a través de contratos de alquiler y de subcontrataciones falsas que, básicamente, se administraban por las empresas de la industria de la hospitalidad que los Kirchner también habían constituido a esos efectos.

Báez cumplía a esos efectos, una tarea doble: lavaba el dinero y lo hacía ingresar (supuestamente limpio) en la cuenta de los Kirchner.

Esta trama debería ser vista, investigada y juzgada como una megacausa en donde puedan verse y estudiarse todas las conexiones.

Es lo que sugirió la Cámara Federal, cuando, siendo alzada de Sebastián Casanello, mandó al juez a que averiguara también el origen de los fondos negros y recomendó unificar la investigación en un solo expediente que estudiara todas las vías de accesos (de ingreso y de egreso) a la autopista de la corrupción.

Esa unificación nunca se hizo porque las continuas maneras de la defensa de Cristina Kirchner para embarrar la cancha judicial lo impidieron. Pero debería haber sido la forma lógica de investigar la historia de corrupción más grande de la historia desde el Virreinato del Rio de la Plata hasta hoy.

Y finalmente un reconocimiento a los periodistas que iniciaron esta investigación allá por 2013 -como Jorge Lanata y Miguel Wiñazki- que justamente recibieron esta caricia al alma, tan solo 24hs después de que el altanero presidente que tenemos, desde México, se hubiera permitido, en un atril extranjero, sugerirle a los periodistas qué temas investigar y qué temas dejar de lado.

Vaya este mimo, entonces, para aquellos que se lo ganaron.

Por Carlos Mira

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