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¿Quién se hará cargo de esto?

¿Quién se hará responsable por el tremendo desmanejo que está caracterizando todo el circo de la vacunación contra el Covid?

Mientras otros países han aplicado reglas generales de prolijidad y sentido común a un tema tan importante y sensible, el gobierno kirchnerista de la Argentina, como no podía ser de otra manera, también ha dado la nota en este tema que desvela la atención del mundo.

En primer lugar, desechó la vacuna que está siendo aplicada en la mayor parte de los países -la vacuna de Pfizer- por motivos que aún se desconocen. Las especulaciones -oscuras y teñidas de una opacidad alarmante- son todas malas: que hay un negocio económico detrás, tejido entre el gobierno ruso y la misteriosa comitiva del gobierno argentino que estuvo en Moscú; que Pfizer se cansó de las ridiculeces planteadas por el gobierno, como, por ejemplo, exigir que el avión de transporte de la vacuna sea de Aerolíneas Argentinas aun cuando éstos no podían garantizar la cadena de frio que sí podían verificar los aviones de cargo de la compañía alemana DHL, con la que se manejaron todos los demás países; que el país no hizo lo que otros sí hicieron o que pidió algo que los demás no pidieron… En fin, una cosa peor que la otra. Y no sería de extrañar, conociendo la calaña de gente que está en este momento en el gobierno de la  Argentina, que una mezcla de todas esas cosas haya finalmente ocurrido.

En segundo lugar, el circo montado por el kirchnerismo -que en cualquier cosa ve una oportunidad para montar un show épico- para buscar la vacuna. Las escenas mostradas por los medios estatales y paraestatales del avión de Aerolíneas Argentinas, con Pablo Biró (el destituyente sindicalista que logró el desiderátum de ser un empresario aerocomercial con el dinero del pueblo) a la cabeza, y con el relato de Víctor Hugo Morales como si se tratara del gol de Maradona a los ingleses, fueron francamente vergonzantes. En ningún país se vio una cosa igual. Brasil acaba de traer 5 millones de dosis en un avión de Swissair, demostrando que la verdadera soberanía y el verdadero patriotismo consiste en hacer lo mejor para el pueblo, al menor costo posible y con el mayor alcance de eficiencia.

Argentina, por llevar adelante la payasada de Aerolíneas Argentinas, pagó el doble de flete para traer las vacunas del que habría pagado con un servicio de cargo normal. Dinero que sale de los bolsillos de los diezmados argentinos.

En tercer lugar, la irresponsabilidad manifiesta de comenzar a inocular en los cuerpos de los argentinos una sustancia que aquellos mismos que la desarrollaron y la produjeron admiten públicamente no haber llegado a la fase 3 de pruebas de laboratorio, instancia en la que recién estarán en mayo de 2021.

Recordamos que la fase 3 es aquella que amplía de tal modo el arco de personas en las que la vacuna se prueba que permite llegar a conclusiones más definitivas sobre su eficacia, sobre sus efectos colaterales y sobre las consecuencias de su aplicación.

Nada de todo eso se cumplió aun con la Sputnik V. Todo se halla recién saliendo de la fase 2, en donde las pruebas no llegan a los 1000 casos.

Además, la situación forzada respecto de la eficacia del tratamiento en personas mayores de 60 años como públicamente fue admitido nada más y nada menos que por el mandamás del país productor, se mezcla con la inveterada costumbre rusa de no hacer nada bien.

En 70 años de comunismo la ex URSS no fue capaz de producir en tiempo y forma una docena de huevos. Mató de hambre a millones, simplemente por mantener en vigencia un sistema inservible. Terminó humillada pidiendo la escupidera a Occidente para no ser responsable del genocidio por hambruna más grande de la historia humana.

Ahora, el mismísimo ministro de salud, Ginés González García, quien tampoco ha embocado una desde que todo esto comenzó, ha dicho que “el presidente está nervioso porque no llegan ‘los papeles’ de Rusia que confirmen la posibilidad de aplicar la vacuna a mayores de 60 años”.

Se trata de una chapucería francamente increíble. El ministro parece estar hablando de una compra de un jugador de fútbol, cuando el club comprador está ansioso porque no llegan “los papeles” de la transferencia.

¡Pero qué es esto, señores! ¿Acaso están ustedes jugando con la salud de los argentinos simplemente por razones políticas, ideológicas, de dinero y de poder?

¿Por qué no se dejan de joder de una buena vez y hacen las cosas bien? No hace falta mucho para eso: simplemente imitar lo que hacen los demás.

Nadie se ha embarcado con la Sputnik V, salvo Bielorusia (un satélite ruso) y Venezuela, una payasocracia digna de un sainete italiano trágico.

¿Quién se hará cargo de esto? Estamos ante la mayor amenaza de salud pública que el mundo ha enfrentado en los últimos 100 años y el kirchnerismo ni siquiera ante eso se detiene y sigue especulando con una irresponsabilidad alarmante que responde a caprichos personales de su jefa en las sombras, a una inclinación profunda por la mentira y la propaganda y a un desdén increíble por el pueblo que contrasta con sus demagógicas apelaciones “populares”.

Este episodio que ha rodeado la vacunación contra el Covid pasará a la historia como otra de las vergüenzas nacionales en las que la Argentina ha caído por estar gobernada por una banda de improvisados, fanáticos y burros.

Solo resta esperar que este verdadero experimento a ciegas, que la ineptitud del gobierno parece estar llevado a cabo con el cuerpo de argentinos de carne y hueso de por medio, no termine con consecuencias colaterales graves, que podrían haberse evitado de no estar gobernados por una caquistocracia impresentable.

Por Carlos Mira

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