
Por Jorge Kersman, especial para The Post
¿En qué momento una montaña de arena deja de serlo cuando se van quitando granos uno a uno?
Tenés la montaña de arena, quitás un grano, sigue siendo una montaña de arena? Claro que sí. Quitás otro..sigue siendo montaña? Sí….
Esta vieja paradoja griega (paradoja sorites), es irresoluble. La clave está en la definición de montaña, claro.
Argentina. La idea que tenemos es la de un país que “es más o menos digno, republicano, vivible, posible, y, fundalmente: recuperable”.
Esa idea, esa definición de “la montaña” la adquirimos quizás en nuestra juventud, porque Argentina ERA un país, una montaña. Cada vez con menos “granos”, pero no lo percibíamos. Veíamos una foto, cuando era un proceso. Uno de continua quita de granos. Sin adición, nunca.
La “Argentina” descripta fue la del Centenario. 1910 fue la última vez antes de las elecciones que le dieron la presidencia a Yrigoyen y todo empezara a decaer. Hace 110 años!!!
Y antes, tampoco engañarse: hasta 1853 y Caseros, fue la tierra de “Civilización y Barbarie”. Barbarie, digamos.
Con esfuerzo, ayudada por el hecho de ser relativamente despoblada, y aquella generación del ‘80, Argentina tuvo un cuartito de hora: 1853 a 1916. 63 años.
Ese fue el momento en que se tomó la foto.
La montaña era grande, e impresionaba.
Pero no perdamos de vista: en 210 años de vida independiente, apenas 63 (30%) fueron los de aquella ARGENTINA en la que pensamos.
Desde 1916,los argentinos han venido quitando granitos. Sería injusto y estúpido achacar a uno u otro dirigente la culpa: vieron luz y entraron. Pícaros, ladrones, brutos, demagogos, los hubo de todo.
Ninguno -ni uno- bueno, si los comparamos con los grandes.
Recordaremos que ya en los años 30 las convenciones del Partido Radical se quejaban del imperialismo. Mucho antes de Perón. Y en los sesentas, Onganía, acompañado de Krieger Vasena y con todas las credenciales “liberales” pactaba con Lorenzo Miguel y el sindicalismo peronista.
Si alguna vez lo fue, Argentina no es más esa “montaña”, ese país que imaginamos y a veces pensamos que “puede volver si tan sólo…..”.
No hubo un momento en que – parafraseando a Vargas Llosa – “se jodió la Argentina”. Siempre fue así, salvo un tiempo de esplendor.
Fue apenas una erupción de lucidez que volteó a Rosas, creó “la capital de un imperio que nunca existió”, atrajo a nuestros abuelos, y ya no es sino una ruina.
El que quiera ver, que vea.