Escuchar, después de aguantar durante más de 10 años el verso de la “revolución”, a Horacio González -el Director de la Biblioteca Nacional e integrante de Carta Abierta- recomendarle a Daniel Scioli que deje de escuchar a Ricardo Montaner, resulta francamente patético.
Repasar los precios que ha pagado la Argentina por sostener a este conjunto de improvisados, de gente mal formada, que carece de los más mínimos activos para conducir un país en los tiempos que corren en el mundo, produce una sensación de amargura y de frustración muy grande.
El tiempo precioso que ha perdido el país, probablemente en el momento mundial más favorable para una economía con la conformación que tiene la nuestra, es un crimen que merecía al menos un final más épico que agarrárselas con el pobre Montaner.
El cantante argentino vive en Miami y seguramente eso les retuerce las tripas a los revolucionarios de escritorio que jugaron, una vez más, con el futuro de todo un país para darse sus gustos de cartón.
Por supuesto que la anécdota es chiquita y muchos considerarían que ni siquiera vale la pena perder el tiempo deteniéndose en ella, pero, por otro lado, es todo un reflejo de lo que han sido estos años de sinsentido y de irresponsabilidad.
Jugar a hacerse el revolucionario cuando el destino de toda una nación iba en ello será, probablemente, el sello más oscuro con el que la Sra de Kirchner se retire del gobierno.
Terminar boqueando sin poder pagar ni los saldos de las tarjetas de crédito en moneda extranjera de los particulares para un país que, por el otro lado, se autodeclaraba la sensación económica mundial, es francamente triste.
La Argentina está por caer por primera vez en su historia en default comercial, es decir en la situación que se produce cuando los importadores locales no pueden pagarle a sus vendedores del exterior. Esos importadores tienen sus trámites en perfectas condiciones legales y tienen sus pesos para recibir los dólares del BCRA para cancelar esas operaciones. Pero el Banco Central esta exhausto, no tiene una moneda.
No caben dudas de que Axel Kicillof es otro gran padre de la derrota de esta pantomima. Engreído como siempre fue, el ministro la emprendió contra el sentido común mundial con la aspiración de demostrarle al Universo que todos vivían en una eterna equivocación y que el rutilante éxito de la Argentina sería la mejor prueba de su fracaso.
Fogoneado por la presidente, dinamitó todos los puentes de unión con el mundo y le puso el broche de oro a un camino de encierro que se había iniciado con el mismísimo Néstor.
Ayer daba pena ver quienes le rendían homenaje al ex presidente en otro aniversario de su muerte: no había allí personalidades de la política o de las instituciones del país (porque ya no queda ninguna) sino sus compañeros del dinero, aquellos a los que convirtió en millonarios a cambio de negocios compartidos.
Vista en retrospectiva esta época que va llegando a su fin en la Argentina, parece una enorme caricatura; una grosera deformación antinatural de la realidad y, sobre todo, un grotesco fracaso de un revolucionismo tan irreal como inútil.
Daba pena ver ayer por televisión al intendente electo de Escobar por el FpV exigir una respuesta a si Macri iba a continuar con el acueducto que dará agua potable a su distrito y que fue iniciado por De Vido. Santilli le respondió que no solo lo iban a continuar sino que era una vergüenza que hubieran tardado doce años para llevar cloacas y agua potable a Escobar. Al hombre del oficialismo no le quedó espacio más que para hacer una mueca de desprecio.
También se escuchó sermonear a Scioli al Secretario del Pensamiento Nacional, Ricardo Forster.
¡Secretario del Pensamiento Nacional! ¿Pero quieren ustedes un nombre más fascista que ese?
Como si el pensamiento nacional pudiera reducirse a un dogma contra el cual se contrasten las ideas de todos para determinar cuáles son “nacionales” (y por lo tanto viables) y cuáles no (y por lo tanto estigmatizarlas y perseguirlas)
No es saludable mirar hacia atrás, salvo para recoger experiencia y no cometer los mismos errores.
Esa parte útil de la mirada a medida que avance el tiempo será cada vez más frustrante. Comenzar a tener conciencia clara de las oportunidades que dejamos pasar por abonar un rencor vacío y por sostener a un conjunto de vivos que se dieron cuenta que la sociedad quería furia y se la dieron a cambio de quedarse –literalmente- con todo, nos va a dar ganas de llorar.
Pero la experiencia positiva que deberíamos sacar es, justamente, que de esos sentimientos biliosos no sale nada bueno. A uno le parece estar dándose el gusto de la revancha, pero el futuro te cobra esos regodeos bajos y sin grandeza.
Mientras la presidente sigue sin aparecer y sin dar muestras de estar a la altura de su cargo dirigiéndose con respeto y amabilidad a los vencedores, el gobernador Scioli debió soportar otro desplante al conocerse que la aparente reunión que iban a tener hoy, quedaba cancelada.
Allí habrá otras lecciones que aprender: la indignidad nunca conduce a un buen resultado; a la corta o a la larga, esas bajezas siempre se vuelven en contra.
Estimado Carlos
Lo que a mi mas me alarma es que un país que ejerce democracia desde hace 32 años sin interrupción; haya dejado que un candidato in merecedor de su puesto como gobernador de provincia haya llegado a hacer campaña para la presidencia. Es como que nos pusieron un buzón delante y nos dijeron que era un cajero automático. Nos vendieron un buzón ! y 36 % de los votantes compraron un buzón. Y a que costo !
Somos frágiles en el ejercicios de la democracia. Toda nuestra supuesta cultura, viveza, astucia, no sirve para nada.
Salimos a hacer protestas y marchas contra la presidencia y sigue igual como si no pasara nada. Es como que el pueblo no existe como entidad reguladora.
Tenemos una democracia que no tiene control alguno. Y no es la primera vez que pasa. Esta es la versión 2015 pero hemos tenido otros ejemplos.
Hay un aspecto autista en la sociedad Argentina.
Abrazo y siga educando !