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Trump envía más barcos a cerco naval cerca de costas venezolanas

Por Antonio Maria Delgado para El Nuevo Herald

Estados Unidos incrementará aún más su presencia militar en el sur del Caribe como parte de la campaña del presidente Donald Trump para desmantelar los cárteles de droga latinoamericanos, según informaron varios funcionarios estadounidenses familiarizados con el despliegue. Dos fuentes informadas sobre el plan dijeron a la agencia de noticias Reuters que el crucero lanzamisiles guiados USS Lake Erie y el submarino de ataque rápido de propulsión nuclear USS Newport News llegarán a aguas del Caribe a principios de la próxima semana.

Los funcionarios, que hablaron bajo condición de anonimato debido a la sensibilidad de las operaciones, se negaron a detallar la misión exacta de los buques. No obstante, describieron el aumento de fuerzas como parte del esfuerzo para contrarrestar amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos por parte de grupos que la administración Trump ha designado oficialmente como “organizaciones narco-terroristas”.

Otra fuente familiarizada con el despliegue le confirmó el lunes al Miami Herald que el Pentágono agregaría más buques al despliegue que comenzó a organizarse en la región la semana pasada. Ese grupo incluye los buques anfibios San Antonio, Iwo Jima y Fort Lauderdale, que según funcionarios podrían ser posicionados frente a la costa norte de Venezuela. En conjunto, los tres barcos transportan a unos 4,500 efectivos, incluyendo una unidad expedicionaria de la Marina con aproximadamente 2,200 soldados entrenados para una respuesta rápida ante crisis.

El presidente Trump ha ordenado el envío de destructores de misiles guiados clase Arleigh Burke al sur del Caribe, frente a las costas de Venezuela. Esta foto de archivo del 24 de marzo de 2018 muestra a los destructores USS Preble, USS Halsey y USS Sampson en el Golfo Pérsico. Sipa USA U.S. Navy/Sipa USA Estas embarcaciones operarán junto a tres destructores lanzamisiles clase Arleigh Burke —el Sampson, Jason Dunham y Gravely— que fueron enviados anteriormente al Caribe. Los destructores están diseñados para contrarrestar amenazas simultáneas desde el aire, tierra, mar y subsuelo.

Sus sistemas de lanzamiento vertical pueden disparar misiles de crucero Tomahawk para ataques de largo alcance, misiles estándar para defensa aérea y torpedos asistidos por cohetes para guerra antisubmarina. Al añadir buques anfibios y marines, la fuerza operativa obtiene la capacidad de desembarcar tropas rápidamente si se ordena. El Pentágono no ha anunciado públicamente los despliegues ni sus objetivos. Pero altos funcionarios de la administración han señalado que están en línea con la promesa de Trump de utilizar todos los elementos del poder estadounidense —desde sanciones económicas hasta la fuerza militar— para detener el flujo de narcóticos hacia Estados Unidos y perseguir a los responsables. “El presidente Trump ha sido muy claro y consistente: está preparado para usar todos los elementos del poder estadounidense para detener la avalancha de drogas hacia nuestro país y llevar ante la justicia a los responsables,” dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, a periodistas la semana pasada al ser consultada sobre si la administración estaba considerando operaciones terrestres dentro de Venezuela.

La lucha contra los cárteles transnacionales se ha convertido en un tema central de la política exterior de Trump. A principios de este año, su administración designó formalmente al Cártel de Sinaloa de México, la banda venezolana Tren de Aragua y varias otras redes como organizaciones terroristas globales.

Esa designación otorga a las agencias estadounidenses una autoridad ampliada para congelar activos, interrumpir financiamiento y perseguir al liderazgo de los cárteles con herramientas tradicionalmente reservadas para operaciones antiterroristas. Más recientemente, la administración etiquetó al llamado Cartel de los Soles de Venezuela —una red de tráfico dirigida por el presidente Nicolás Maduro y altos mandos de su ejército— como una entidad “Terrorista Global Especialmente Designada”. Fiscales estadounidenses han acusado a Maduro y a varios de sus principales colaboradores de convertir a Venezuela en un narcoestado y conspirar para inundar de cocaína a Estados Unidos.

El Departamento de Estado ha ofrecido una recompensa de $50 millones por la captura de Maduro, una cifra sin precedentes para un jefe de Estado en funciones. El mandatario venezolano ha rechazado las acusaciones estadounidenses, calificándolas de motivadas políticamente y orientadas a justificar un cambio de régimen. En respuesta al aumento naval, Maduro anunció que su gobierno activaría una amplia movilización de milicias para “defender la soberanía nacional.” “Esta semana lanzo un plan especial para asegurar la cobertura de más de 4.5 millones de milicianos preparados, activados y armados en todo el territorio nacional,” declaró Maduro a principios de mes durante un acto televisado, en el que se encontraba flanqueado por altos comandantes.

Denunció lo que llamó “amenazas extravagantes, bizarras y estrafalarias” provenientes de Washington y prometió que Venezuela resistirá cualquier incursión extranjera.

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