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Lo mismo un burro que un gran profesor

Los países suelen consagrar frases nacidas del ingenio popular que tienen la virtud de dar, en un puñado de palabras, un pantallazo definitorio de sus propias características. La Argentina, en ese terreno, debe ser a su vez uno de los más creativos de la Tierra.

En ese contexto, hace ya muchos años que una frase -que todos conocemos- se repite frente a situaciones que a priori parecen injustas o incluso hasta cómicas, si es que no fueran trágicas.

Esa frase es “Argentina, país generoso”. El sentido de la frase pretende transmitir la idea de que en la Argentina personas con no muchas luces pueden, no solo salir adelante, sino llegar incluso a tener éxitos fulgurantes y a recibir un reconocimiento que, muchas veces , se les niega a otros con mayores méritos o con capacidades superiores. Quizás Discépolo fue su precursor con aquello de “lo mismo un burro que un gran profesor”.

Sobre el fin de la semana, la reaparición de una de las mayores burras que haya gobernado este país (¡y mirá que hay para elegir, eh!) pretendiendo dar lecciones al presidente sobre una de las materias respecto de la que no tuvo, no tiene  y no tendrá la más mínima idea, causó no sólo el asombro sino hasta hilarantes risas de misericordia.

En efecto, que Cristina Fernández de Kirchner -la responsable principal de que la Argentina haya llegado a una situación de ruina impensable tan solo unas décadas atrás, con niveles de pobreza que asustan, con un aparato productivo quebrado, una deuda colosal, una desconexión vergonzante con el mundo, con una caída significativa en el nivel educativo y cultural y una laxitud de los valores de tal magnitud que no es extraño observar a multitudes creer que lo malo está bien y que lo bueno está mal- haya publicado una cócora “carta abierta” nada más y nada menos que para opinar de temas económicos (insistiendo, encima, con un clásico suyo [la tirria a lo que ella llama “economía bimonetaria”] que la realidad y el más mínimo sentido de la libertad hace rato demostraron que va en contra de los más primitivos instintos humanos –como es el de preservar lo que uno y su familia tienen-) no podía ocurrir en otro lugar que no fuera “un país generoso”.

Una ignorante brutal como la jefa de la banda de delincuentes que por veinte años saqueó al país, debería, en el mejor de los casos, llamarse a silencio. Los argentinos ya han vivido en carne propia adónde los llevan los desvaríos económicos de esta iletrada. Los Kirchner trajeron de nuevo la inflación a la Argentina, llenaron de deudas a todas las cuentas públicas y quebraron -por una formidable combinación de robo y mala praxis- el Tesoro Público.

La mejor idea que se les ocurrió para tapar las consecuencias de la puesta en práctica de sus “teorías” fue la mentira abierta e indisimulada sobre las estadísticas públicas, lo cual, incluso, le generó al país imputaciones frente a los tribunales internacionales que intervinieron cuando los acreedores que habían comprado bonos nacionales atados a índices que los Kirchner deformaron, iniciaron demandas por la estafa a la que fueron sometidos.

También eliminaron la medición nacional de pobreza como toda respuesta al inmenso gatillo de miseria que activaron. Frente a eso, cuando se les pidió explicaciones, dijeron que medir la pobreza era “estigmatizante”.

Las futuras generaciones de argentinos vivirán hipotecadas por la impericia de los Kirchner al estatizar YPF: hasta ahora el “taxi” de capital e intereses que deberemos pagar alcanza los 17 mil millones de  dólares.

Eso sin mencionar la teoría que sostenemos aquí: YPF fue “mal” estatizada a propósito desconociendo los derechos de una minoría que, oh casualidad, era la familia Eskenazi, es decir, no otra que aquella que todo el mundo reconoce como uno de los testaferros de los Kirchner.

Como se sabe, los Eskenazi “vendieron” sus derechos societarios al Fondo Burford que, presentado en juicio, lo ganó. Es Burford el que cobrará los (hasta ahora) 17 mil millones de dólares. Burford es Eskenazi y Eskenazi es Kirchner.

La señora, que enarbola títulos que no muestra, destruyó el sistema jubilatorio (que ya venía en picada y al que se intentaba capitalizar con las AFJP) por la estatización de las empresas de retiro y por la incorporación de más de 3 millones de personas sin aportes al sistema de la ANSES, lo que produjo su instantánea quiebra de hecho y la ruina del ingreso paupérrimo al que condenó a los que habían trabajado toda su vida.

Cuando el Congreso quiso activar la regla del 82% móvil, la dueña de la demagogia vetó la ley bajo el argumento de que era una “Ley de quiebra del Estado”. Sin embargo, ahora embate con su típico populismo de cuarta cuando el presidente asume el costo político de enfrentar la verdad que ella dejó.

La implementación de la política económica de quien ahora pretende dar lecciones sumergió en la pobreza a miles de familias que eran de clase media en la Argentina, produciendo un fenómeno de polarización social latinoamericanizada que generó una élite poderosa y adinerada (a la cual ella pertenece) y una masa pobre, iletrada y con una salud pobremente atendida a la que se pretende manejar como si fuera una manada.

La “brillante” economía de la señora estancó la masa de trabajadores activos en relación de dependencia formal en alrededor de 7 millones de personas. Desde 2011 ese número no se modificó porque la política económica implementada no generó un solo puesto de trabajo blanco y, al contrario, arrojó a la informalidad a millones de personas que tuvieron que salir a rebuscarselas como pudieron.

Desde que ella asumió la presidencia el PIB argentino no registró el incremento de un solo dólar, con el agravante de que ese mismo PIB ahora se reparte entre más argentinos por la simple aplicación de la regla del crecimiento vegetativo y, también, de una política inmigratoria corrupta que convirtió a la Argentina en la gran agencia de servicios sociales del continente.

Esta caída astronómica del nivel de vida (disimulada con artificios que despilfarraron recursos para tirarle limosnas a la gente que a su vez los transformó no en bienes de capital sino en bienes de uso, como zapatillas, licuadoras o celulares antiguos y caros) se vio reflejada en el crecimiento exponencial de las villas miseria que, bajo los Kirchner y, en especial, bajo Cristina Fernández, multiplicaron su número por 300.

Desde ese lugar -y con una insoportable soberbia de sabihonda hueca- se presenta esta señora para desafiar al presidente que dedicó toda su vida a la especialización económica… Argentina, país generoso.

Harina de otro costal es saber si el presidente debe rebajarse a discutir estos temas con una ignorante. Mi impresión inicial es que no. Pero tal vez sería interesante ver a ambos debatir en soledad sobre estas cuestiones para ver cuantos “rounds” es capaz de durar la impresentable sin que nadie le sople el libreto.

De verdad, y más allá de las posiciones que cada uno pueda sostener, ¿hay alguien que crea que Cristina Kirchner puede discutir con Javier Milei sobre economía? Al primer planteo sobre una ecuación macroeconómica, quien lamentablemente fue alguna vez presidente de este país, quedaría mirando las estrellas como Gvardiol frente a Messi en la semifinal del Mundial.

Pero bueno, la Argentina generosa da para todo. Incluso para que los iletrados hagan gala de su ignorancia y pretendan sugerir que lo que hay que hacer es lo que sugiere su más completo analfabetismo.

Por Carlos Mira
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4 thoughts on “Lo mismo un burro que un gran profesor

  1. Pepe Brunetta

    La respuesta a la delincuente la dio Javier en el cierre de la Convención del IAEF EN Mendoza el viernes pasado. Sabes que soy el único socio fundador aún vivo de los que fundaron el IAEF en el año 1967?

  2. Andrés

    Lo que no entiendo que del peronismo nadie la haga callar o la refute. Un Pichetto o un Randazzo por ejemplo. Y explicar el daño que le hizo al futuro del país.

  3. Manuel Benitez de Castro

    Todo lo dicho en la nota es, a mi ver, cierto y lo apoyo. Pero en cuanto a Milei, y por ende a este entrevero literario, conviene recordar qué hay una importante diferencia entre la Ciencia Económica y la Economía Política. Milei se mantiene en el plano de la primera, basándose en autores que fueron científicos pero nunca gobernantes, y de allí los traspiéses que sufre, y la defensa de teorías que nunca fueron expuestas en la Economía Política. Eso sumado a la improvisación por falta de cuadros, a la irrealidad de plantear una doctrina que ni en la Argentina ni en el mundo han pasado a la praxis, y que, además, pertenecen a un mundo que ha desaparecido!

  4. Manuel Benitez de Castro

    “Traspiés” por “traspieses” que no se si existen…

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