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Falta de certezas

Solo quedan cuatro días para que la Argentina vote en unas elecciones primarias. Nunca antes hubo tanta incertidumbre sobre lo que podría pasar. La coalición que aparece con más posibilidades de ganar es la que, a su vez, más interrogantes levanta a la hora de adivinar quién puede alzarse con el triunfo en su disputa interna: Bullrich o Larreta.

Los propios encuestadores han confesado que la herramienta que ellos manejan no entrega un escenario más o menos verosímil. Ya son varias las veces que los resultados no coinciden con lo previsto, pero nunca antes las propias cabezas de esas agencias habían confesado que su propio trabajo no sirve para dar, no digo ya certezas, sino una simple aproximación a lo que puede ocurrir.

Nunca antes, tampoco, había habido tanta gente sin voluntad para ir a votar. O al menos eso es lo que dicen las encuestas, que, de nuevo, no tienen el poder para asegurar que lo que los resultados que dicen obtener sean indicativos de algo.

En efecto, mucha gente, frente a la consulta, puede decir que no va a ir a votar… ¿Pero de verdad no va a ir? ¿Y si después va, qué ocurre? Nadie sabe cómo se computa ese voto.

También los encuestadores admiten que nunca antes se encontraron con tanta gente indecisa frente al voto, aunque manifieste que quiere ir a votar. Por lo tanto la llamada proyección de indecisos alcanza ribetes casi de “dibujo”.

¿Qué pasaría si quisiéramos ordenar esto? Empezando por el principio, diríamos que, en un país más o menos normal, el candidato que es el ministro de economía que llevó la inflación a viajar a una velocidad de 140% (si tomamos los datos de los últimos meses y los anualizamos), qué liquidó las reservas del BCRA en operaciones ridículas solo para mantener la cotización de los dólares financieros visualmente “controlada”, que llevó la pobreza (por la incidencia inflacionaria) a la mitad del país, que tiene un récord de mentiras, camaleonadas, burradas, hipocresías y pactos oscuros que nadie conoce, no podría ganar. Es más, diríamos que es incomprensible que se presente y que nadie podría entender cómo podría llegar a sacar algún voto.

Bueno, muy bien, el solo hecho de que todos sepamos que efectivamente Massa se va a presentar, que va a sacar muchos votos y que eventualmente hasta podría ser el candidato individualmente más votado, da la pauta de que la Argentina no es un país normal.

“No traten de entendernos”, dijo Messi cuando intuyó que el mundo no comprendería muy bien los festejos por la obtención del Campeonato Mundial en Qatar.

La Argentina es un país aluvional, por eso ha sido la cuna del peronismo. También son aluvionales Italia y España (muy probablemente en ese orden también) pero ellos tienen la contención, la referencia y hasta la advertencia del marco europeo. La Argentina, no.

Por lo tanto, la primera conclusión es que cualquier análisis que pretenda proyectar un escenario basándose en el sentido común muy probablemente fracase: en la Argentina no rige el sentido común, rige la terquedad, la obcecación, la tozudez, el fanatismo y el resentimiento.

También rige una compleja malla de intereses -montados a través de los años- que, con engaños, demagogia, destrucción de la educación y miseria, han arriado a enormes franjas de la sociedad a una dependencia absoluta de la dádiva estatal, con lo cual, esa gente, vive con la convicción y el miedo de que, si se van del Estado los que les tiran sus limosnas, ellos no tendrían ni las limosnas.

Esa gente hace rato que perdió la convicción de que ellos podrían darse a sí mismos un mejor nivel de vida si las decisiones estuvieran en sus manos: los convencieron de que no sirven para nada y de que, si no fuera por los demagogos peronistas, no tendrían ni una bicicleta.

Este nivel de distorsión que tiene la realidad argentina es el que le permite a una persona que en condiciones normales de sentido común no podría ni siquiera presentarse como candidato, no solo pueda hacerlo sino que tenga pretensiones de ganar.

También la oposición tiene sus bemoles. Toda la campaña pasó sin que pudieran ofrecer una discusión interesante sobre las visiones diferentes que tienen Bullrich y Larreta. De esas diferencias solo tenemos trazos gruesos y chicanas que llevaron a muchos a decirles “no se peleen entre ustedes”. Es natural que la gente que quiere sacarse al peronismo de encima a como dé lugar tiemble cuando la opción que, a priori, se presenta con mayores posibilidades de ser ese vehículo, ofrece un espectáculo nada edificante.

Para peor (no porque sea algo malo sino porque enturbia aún más la posibilidad de predecir un resultado) aparece en escena una fuerza nueva que encarna muchos de los hartazgos sociales y que es la que mejor ha descripto el problema que tiene el país (el peso del Estado en la vida individual) y la que con mayor precisión técnica ha presentado una opción para resolverlo.

La gran paradoja es que como esta fuerza no tiene la suficiente base electoral para ganar entonces sus votos se han convertido en un aliado inesperado del peronismo que observa, divertido, como el voto de los que quieren más libertad individual se divide en las urnas.

Javier Milei dice que (al menos) ciertos sectores de JxC no quieren devolverle libertad a la gente sino “emprolijar” un sistema que siga teniendo al Estado como centro de gravedad nacional (en detrimento de la libertad individual) y que solo él se postula no para tener el poder él sino para que, desde la presidencia, le pueda devolver el verdadero poder y el verdadero control de sus vidas a cada argentino.

La pregunta es ¿quieren todos los argentinos recuperar el control de sus vidas? ¿O algunos siguen prefiriendo que Mayra Mendoza, desde un escenario, les diga que, si gana (extorsión explícita), les va a regalar una bicicleta?

El problema de fondo que tiene el país es que, con su poder destructivo, el peronismo ha logrado que el problema de la Argentina sean los argentinos. Saber cuántos de esos argentinos -por el peso irrefutable de las pruebas (que no hay que esforzarse mucho para encontrarlas: basta con que vean el barro en el que viven)- se han convencido de que con el esquema que el peronismo les ha ofrecido hasta aquí no hay solución, es la pregunta del millón que resolvería todas las encuestas. Quizás el domingo el país empiece a tener un esbozo de respuesta.

Por Carlos Mira
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3 thoughts on “Falta de certezas

  1. Andrés

    El domingo a medianoche comenzará a despejarse nuestro futuro. Quizás comience insipientemente una formación de centroderecha (PB, JM) alejándose de una socialdemocracia HRL y todo el panradicalismo . Y toda la otra resaca posiblemente comience a desvanecerse. El impacto de las ideas de pro Mercado en la juventud, es decir ese segmento que se informa a través de las redes es increíble y con el tiempo desplazará al resto.

  2. Carlos

    Mire Dr. Mira todo lo q debia saber de
    Politica y Economia me lo enseño el
    Sr. Neustad.
    Y como estuve internado x hemorragia
    Digestiva alta x ulcera duodenal.
    Prefiero oir musica.
    Y no como diria Raul Portal todos los
    Tiram7erdis que hay…..

  3. Javi Gales

    Espero y deseo se cumpla lo que expresas, por el bien de nuestro futuro y de nuestra descendencia.
    Saludos

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