Conocí a Lisha Susbielles hace 28 años.
Ya hacía 10 años que ella trabajaba para Sea World Parks & Entertainment.
Desde el primer minuto sabíamos que íbamos a ser amigos. Y eso somos hoy, 28 años después.
Lisha fue uno de mis primeros contactos en la industria cuando un olfato tan casual como mágico me dijo, a mediados de los ‘90, que era perfectamente posible hacer periodismo radial de turismo.
“¿Cómo?” me dijeron muchos, abriendo lo ojos como el dos de oro. “En la radio no tenes las fotos de una revista ni los videos de la telvisión”, me advirtieron.
Pero lo logré y en la historia detrás de ese logro estuvo Lisha. Ella confió en mi trabajo y siempre me apoyó. Trabamos una relación personal inquebrantable que fue más allá de Sea World y del periodismo.
Lisha ya no es Susbielles. Es Lisha Duarte. Hace mucho. Su afortunado esposo es Eduardo, un brasileño que le ha dado amor, y dicha familiar. Lisha tiene tres hijos, un varón de su primer matrimonio con un argentino y dos hijas de Eduardo que le han dado dos nietas, Vitoria y Alice.
Lisha llegó muy alto en Sea World. Las ventas globales de la empresa dependían de ella y muchas de sus decisiones importaban millones de dólares. Desarrolló mercados, viajó por el mundo y compitió con gigantes como Disney y Universal y ubicó a Sea World en la carrera de los grandes jugadores en la industria del entretenimiento temático.
Una amante de América Latina (ella es norteamericana nacida en NYC de madre puertorriqueña) y fanática de la Argentina (a tal punto que no habla “español” sino que habla “argentino” -sabe lo que quiere decir “ojota”, por ejemplo-) siempre apoyó a la región y en cada IPW -la convención de turismo y viajes más importante de los EEUU y una de las más importantes del mundo- pude comprobarlo durante más de 20 años.
En todo ese meteórico trayecto Lisha nunca cambió, nunca se la creyó, nunca dejó de ser la Lisha que había conocido en el recién inaugurado Hyatt Buenos Aires (hoy Four Seasons), muchos años antes.
Hoy, 38 años después de haber ingresado a Sea World, se retira. Deja su lugar para entrar en otra etapa de su vida más caracterizada por la familia y los emprendimientos personales.
Cuando este año en San Antonio, Texas, en la cena de amigos, que desde hace “miles” de años hacemos en cada IPW (el Pow Wow para los que ya llevamos muchos años visitándolo) y a la que Lisha invita a sus amigos más íntimos de la industria, nos dijo que su plan era retirarse, no lo podíamos creer.
Pero no porque Lisha no lo mereciera sino porque para todos los que estábamos allí, Lisha ERA Sea World: No Lisha, no Sea World, podría haber dicho cualquiera.
Pero ahora que la noticia es oficial no me quedan más que palabras de agradecimiento por tanto apoyo, tanta confianza y tanta amistad verdadera.
Estoy seguro que seguiremos viéndonos y hablando con Lisha. Tanto en la Florida como en Buenos Aires siempre nos encontraremos. Siempre hablaremos.
Gracias a Lisha, hace mucho que conozco a Diana Sosa, su alter ego para América Latina, que seguirá en su lugar.
Mientras, en el horizonte de aquella mujer guapa que llamaba la atención en donde sea que se parara, habrá más horas de nietos, más horas de mundo, de viajes y seguramente de ese mágico universo que se llama amistad.
Gracias Lisha por tantos años de momentos divertidos, de noticias agradables, de momentos duros, como el de la pandemia… ¡Y fundamentalmente gracias por haberme dado la posibilidad de ser tu amigo!