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Road Trip: Miami – San Antonio, TX, ida y vuelta

Este año IPW, la feria de turismo más grande de los EEUU y una de las más importantes del mundo, se desarrolló en San Antonio, Texas.

Desde que recibí la documentación para la inscripción como uno de los 500 periodistas de todo el mundo que cubren año a año el evento, ya tenía decidido aprovechar la oportunidad y hacer un “road trip” desde Miami. Son casi 4000 km, ida y vuelta.

Planifiqué el viaje en tres etapas, parando en Tallahassee, la capital del Estado, la primera noche; durmiendo en Lafayette, Louisiana la segunda y llegando a San Antonio, finalmente el día en que los delegados de todo el mundo comenzarán a llegar, el sábado 20 de mayo.

El viaje supone atravesar el 10% de los Estados de la Unión, cinco en total: Florida a la que se cruza en diagonal desde el Atlántico hasta el Golfo de México, Alabama (el “Sweet Home State”) Mississippi, Louisiana y, finalmente la inmensa Texas, con la que no se joroba (Don´t mess with Texas”), dice el dicho por todas partes.

La salida de Miami nos lleva al clásico “Turnpike” -que como una cuchilla y sus clásicas islas de servicio cada 45 millas más o menos ofrecen todo lo que el viajero necesita: nafta, descanso y hasta shopping- corta el terreno entre el que será el nuevo hogar de Messi y las tierras de Mickey, Harry Potter y Shamu en Orlando.

Unas pocas millas al norte de Ocala (un lugar que en un momento compitió en la mente de Walt como posible asiento del Walt Disney World) uno encuentra la unión del Turnpike con la Interstate 10, la autopista que corre de costa a costa entre Jacksonville, Florida y Los Ángeles, California.

Allí comienza el viaje en el sentido este-oeste. Desde esa intersección hasta Tallahassee el terreno cambia sustancialmente: comienza a hacerse más ondulado y más boscoso. De hecho los alrededores de la capital de la Florida están rodeados de un denso bosque de coníferas al que el camino le pide permiso para continuar.

Tallahassee es como un gran San Isidro. Con lomas y una topografía pintoresca que le agrega belleza a todo lo que el hombre le ha puesto por mano propia. Se la nota una ciudad de alto ingreso. Aquí tiene la sede la legislatura del Estado que, en estos momentos, se halla en una álgida discusión política por las reformas que el gobernador De Santis (que ahora lanzó su precandidatura presidencial) quiere implementar en las escuelas. De hecho, Disney se ha opuesto a esas iniciativas, todo lo cual ha llevado a un conflicto entre el Gobernador y la compañía que nadie sabe cómo terminará.

Pasé la noche en el Fairfield Inn by Marriott, justo a la vera de la I10 en la salida de Monroe Street.

Un hotel con todas las comodidades, en donde uno puede comprar su comida congelada precocida en el mercadito ubicado en el lobby y hacerse su propia cena en el microondas de la habitación: ideal para no salir a buscar dónde comer.

El Fairfield tiene el desayuno buffet incluido para los huéspedes así que, al día siguiente, lo disfrutamos con tranquilidad. La mañana amanece con el cielo cubierto y con el ambiente muy húmedo y pesado. Pero a poco de volver a la I10 esa especie de niebla abre paso a un día ideal para manejar. Música country en el Nissan Altima de Alamo Rent a Car y proa a nuestro próximo destino: Lafayette, Louisiana.

Este es el tramo del viaje donde más estados se atraviesan y se tiene la rara sensación de que el Iwatch y, por supuesto, el teléfono, en un momento, sin que uno se dé cuenta, cambia de hora: estamos ahora en la hora del Centro (CST) con una hora de diferencia en menos respecto de Miami y toda la costa este (EST).

Alabama nos recibe con su cartel de “Bienvenidos a Sweet Home Alabama”, en referencia al clásico del blues que el Estado ya ha tomado como propio. El paisaje en la ruta no cambia mucho hasta que nos aproximamos a Mobile. La I10 se hace más lenta en la previa al cruce de un túnel por debajo del río. Del otro lado, lentamente, el ritmo de velocidad comienza a recuperarse.

El paisaje ahora es completamente llano y bien rural. Hay varias zonas de la autopista que están bajo mantenimiento, pero estos tipos se las ingenian para construir carriles seguros provisorios para que el tráfico no pierda ritmo.

Ya en Mississippi se cruzan varios cursos de agua y, obviamente el monumental estuario del río más largo y más transitado del país. Como nuestro Waze tiene indicado el destino final de Lafayette, inteligentemente nos desvía del curso normal de la I10 para no meternos en el “commuting traffic” de New Orleans y nos hace tomar la I12 que nos llevará de nuevo a la I10 unas 80 millas más adelante.

En el camino notamos un Premium Outlet Mall a la altura de Gulfport, Mississippi, y tomamos nota de la ubicación para curiosear en el viaje de regreso.

El almuerzo nos lleva a Cracker Barrel, un restaurante típico sureño (aunque se haya replicado en todas las rutas de los EEUU) siempre siguiendo el mismo layout: una tienda de memorabilia típicamente norteamericana en la parte de adelante y un restaurante completamente country-style en la parte de atrás. Almorzamos una hamburger-steak con puré, llevamos unos recuerditos estilo náutico de la tienda, reponemos combustible y volvemos a la I10 para el tramo final a Lafayette.

Llegamos al Residence Inn By Marriott a eso de las 4 de la tarde. El hotel es sencillamente extraordinario. Más que un hotel parece una gran casa de campo, con hogar en el lobby y con cuartos que no son cuartos, sino departamentos completos, con cocina, living y una cama king size extraordinaria.

Aquí también está el mercadito en el lobby en donde uno puede comprar su comida para cocinarla en el departamento. Elegimos una lasagna con un helado Hagens Dazs de postre.

La vista del cuarto deja ver -a través de una muy cálida ventana con vidrio repartido- un bosque de árboles entre los cuales se distingue el área de la piscina, también rodeada de vegetación.

El desayuno buffet del Residence Inn es un festín. Desde huevos duros, cereales, yogurt, frutas y todas las variantes preferidas por los norteamericanos (sausages, tocino, huevos revueltos, etcétera) hasta, obviamente, todas las clases de café que uno pueda imaginar: más fuerte, más liviano, decaf, colombiano, árabe… En fin, lo que uno quiera.

El día amanece lindo para manejar nuestro último tramo hasta San Antonio. La I10 está bien, con algún tráfico de camión pero todo dentro de lo normal. Entramos en Texas con el cartel de bienvenida que nos advierte que no “jorobemos con los texanos”. Todo es inmenso aquí. La I10 en todo el tramo que veníamos haciendo tiene por regla general dos manos de ida y dos de vuelta: aquí en Texas tiene tres manos.

Aun así el rodeo de Houston es lento. La ciudad es enorme y obviamente hay tráfico local cuyo ritmo de velocidad no es el de crucero que viene teniendo un auto que no vive allí sino que solo está cruzando la ciudad, así que el promedio de velocidad baja. Pero la oportunidad viene bien para tomar unas fotos del skyline de los edificios y unos videos que muestran la pujanza de la urbe.

El último tramo de nuestro viaje de ida hasta San Antonio es tranquilo y sereno. Entramos a la ciudad y llegamos al San Antonio Marriott Rivercenter on the River Walk, el hotel asignado a la delegación argentina (y a otras también por cierto) por la organización del IPW.

Una vez que hacemos el check in (voy a contarles del hotel en una nota por separado) cruzamos la calle para registrarnos en el Centro de Prensa del IPW en el Henry B. González Convention Center.

Los que cubrimos todos los años el IPW bendecimos el hecho de que el hotel que nos asignen quede a una walking distance del Centro de Convenciones: eso te da una comodidad y libertad que te independiza de los horarios de los buses.

El CC es inmenso como suelen ser los centros de convenciones en EEUU. El centro de prensa queda en el tercer piso. Nos registramos y, ya con nuestro badge, vamos a recorrer un poco el centro de la ciudad.

San Antonio es la séptima ciudad más grande del país. Es muy pintoresca porque reúne características propias de todas las ciudades norteamericanas pero a eso se le agrega un aire propio, dado por edificios históricos, por áreas completas que hacen a la historia del país y a cómo finalmente este territorio pasó a ser norteamericano luego de la guerra con México.

Aquí está el famoso Alamo, en donde se libró la batalla final de aquella contienda y donde, este año, tuvo lugar la jornada de cierre del IPW 2023.

La ciudad está atravesada por el río San Antonio, un curso de agua serpenteante por el que pasean distintas embarcaciones especialmente diseñadas para hacerles un tour a los visitantes, tanto de día como de noche. La que ocurre cuando el sol cae es muy pintoresca porque todos los botes aparecen iluminados como si fuera un desfile “Spectromagic” de Disney, pero sobre el agua,

A la vera del río, en los veredones que hay a cada uno de sus márgenes, hay todo tipo de negocios, servicios, restaurantes, bares, lugares para tomar cerveza, escuchar música y vivir la “onda” San Antonio a full. Cada tanto hay escaleras para que uno vuelva al nivel de Commerce Street, que es la calle principal del centro, y que también ofrece decenas de opciones para comer y comprar.

“La Villita”, que este año fue el marco de la fiesta inaugural del IPW, es un amplio barrio de callecitas intrincadas en donde uno va encontrando galerías de arte como la River Art Group (una iniciativa que les permite a los artistas del área exponer y vender sus obras) hasta restaurantes, bares al aire libre, todo con el inconfundible colorido latino.

Detrás del Marriott River Center hay un enorme shopping mall con todas las grandes marcas comerciales, cines, lugares para comer, tomar y en donde los negocios de artículos texanos desde botas hasta sombreros y camisas estilo cowboy están a la orden del día.

Siendo huésped del hotel uno tiene acceso directo con la propia llave de su habitación desde la parte de atrás del lobby.

Después de los 5 días de convención (que realmente fue un éxito porque recuperó los niveles de asistencia de antes de la pandemia) iniciamos nuestro camino de regreso. El itinerario es el mismo, pero en sentido inverso. Nuestro destino final es Miami. Paramos en el Gulfport Premium Outlet  para sacar provecho de algunas de las ofertas del Memorial Day que se conmemora en EEUU el lunes 29 de mayo y aprovechar a almorzar.

La única diferencia con el viaje de ida es que en nuestra parada en Tallahassee esta vez pasamos la noche en el Marriott Courtyard State Capitol, un hotel que también llama la atención por su calidez (con su chimenea de troncos encendida en pleno mayo en el lobby) y la habitación que da a un bosque de árboles verdes que se abren frente a nosotros y al que podemos ver desde el balcón exterior del cuarto. El área de la piscina es también muy agradable y placentera. En Lafayette habíamos vuelto a disfrutar del Marriott Residence Inn y de toda su calidez campestre.

Llegamos a Miami con una tarde brillante de sábado, justo para volver a proveernos en el supermercado después de una intensa semana de trabajo.

El año que viene el IPW será en Los Ángeles, California y ya estoy tentado de pensar en hacer el recorrido de costa a costa. ¡Acepto acompañantes de viaje! ¡Hasta nuestro próximo road trip!.

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