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Reservas

Si bien el gobierno declara reservas por más de 42 mil millones de dólares, el BCRA no hace otra cosa más que imaginar todos los días nuevas restricciones para que los argentinos accedan a los dólares, a la cotización que el propio gobierno impone.

Llamamos “precio” a aquel número frente al cual los bienes aparecen en el mercado. Si a $100 los dólares no aparecen es porque su precio no es 100.

Los argentinos constituyen el quinto grupo humano con más dólares del mundo. De modo que los dólares están. ¿Por qué no aparecen? Porque nadie quiere ser estafado teniendo que entregar su bien a la mitad del valor que tendría si la cotización fuera libre.

Es más, si los arbitrajes fueran voluntarios el valor del dólar podría caer del piso de los $200 y abaratar su cotización.

Pero el gobierno, cuya concepción del mundo se basa en la prohibición y el control, cree que puede sostener una vida normal en base a un constante cepo.

Cómo nadie entra de dónde no puede salir, los dólares no aparecen y el BCRA debe pensar en que nueva prohibición le tira por la cabeza a los argentinos para defender las últimas moneditas que le quedan.

De los 42000 millones declarados por el gobierno hay que restar de un solo sablazo los 20 mil millones del swap chino que no es de libre disponibilidad: de querer usarlo, el gobierno debería pedir permiso a Beijing.

Del saldo también hay que restar los más de 4 mil quinientos millones de dólares de los derechos especiales de giro que el FMI hizo llegar por el tema de la pandemia.

Del nuevo total deben deducirse casi 16 mil millones de los depósitos de los bancos del sistema financiero que el BCRA no permite usar como masa prestable. Ese dinero, si bien el Banco Central lo contabiliza como “reservas”, en realidad no lo son porque pertenecen a los depositantes.

Una breve acotación aquí que da cuenta de la historia que tienen bien aprendida los argentinos.

En efecto, esos fondos no deberían ser tocados por el gobierno. Pero sobre el fin de la semana, un rumor basado en una interpretación errónea de una nueva circular del Banco sirvió para que el lunes se produjeran varios retiros de cajas de ahorro en dólares y migrarán hacia cajas de seguridad.

La circular obligaba a los bancos del sistema financiero a vender todos sus activos en dólares. No se refería a los dólares de los depositantes sino a los de los bancos.

Pero es tanta la mala historia de los ahorristas argentinos que el rumor tuvo la verosimilitud suficiente como para justificar la movida del lunes.

Volvamos a nuestra cuenta. Con todas las deducciones que hicimos, las reservas ya descendieron al 10% de lo que declara el gobierno, unos 4 mil quinientos millones de dólares.

El punto es que de esos, unos 3 mil quinientos millones corresponden a reservas en oro físico, lo que llevaría las reservas en billetes contantes y sonantes a 1000 millones de dólares. Una miseria.

¿Como se sale de este atolladero?

Se dice que de los laberintos siempre se dale por arriba. En esta situación “salir por arriba” significa apostar a la grandeza y dejar el modelo del pobrismo miserable.

O sea la Argentina ha llegado al límite de tener que prohibirle a los argentinos comprar viajes en cuotas para cuidar el monedero cada vez más menguante de sus reservas.

El punto es que esta situación es la consecuencia y no la causa de la escasez. O sea, no tiene un cepo porque le faltan dólares sino que le faltan dólares porque tiene un cepo.

Lo primero, en todos los órdenes de la vida, es la concepción con la que uno ve el mundo: si la visión es pequeña el efecto será la pobreza; si la visión es grande el resultado será la abundancia.

Pero el peronismo tiene una alergia embrionaria por la grandeza y la opulencia. Tiene pasión por la opulencia de sus propios dirigentes, pero no por la de sus dirigidos.

Digamos, para terminar, que a ésta situación se llegó luego de un año con numerosos elementos a favor en materia de divisas. Tuvimos exportaciones por 10 mil millones de dólares en exceso de lo que deberían haber sido si los precios internacionales de las commodities no hubieran tenido la explosión que tuvieron entre mediados de 2020 y mediados de 2021, ratificando una vez más el idilio a la vez permanente y paradójico del kirchnerismo con la soja.

La pandemia le regaló al gobierno casi 5 mil millones de dólares en DEG provenientes del FMI, que en 2022 no van a estar, todo lo cual torna más oscuro el porvenir si el país no llega a un acuerdo con el Fondo.

Aún llegada a ese punto, la Argentina solo chapoteará en el barro por la ceguera pobrista que anima al peronismo.

Las soluciones están fuera del círculo de convicciones (si es que tiene alguna más allá del robo) del gobierno. Sus ideas nos llevan a multiplicar la pobreza, no a solucionarla. Y por lo pertinaz del esfuerzo uno tiene todo el derecho de preguntarse a esta altura, si no es un plan para hacerlo a propósito.

Por Carlos Mira

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