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Mientras la magia vive en Disney, uno vive como en casa

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Cuando una atracción particular logra reemplazar, como destino, al nombre de una ciudad o incluso de un país, es que estamos frente a algo grande.

Cuando a muchos argentinos que están por viajar a Orlando algún amigo les pregunta “¿adónde vas?”, la respuesta es “A Disney”. No, “a Orlando”. O, “a EEUU”. No. “A Disney…”

En efecto, Walt Disney World, en Lake Buena Vista, Florida, se ha convertido en un ícono en sí mismo. Es la Mecca de la vacación familiar, de la magia, del viaje con amigos, de los sueños. Hasta ha servido de excusa para salvar parejas o para reconciliar una relación familiar, o para declaraciones matrimoniales.

Disney es un mundo. Sus tierras, en los pantanos centrales de la Florida, tienen aún mucho por desarrollar. Con cuatro parques temáticos, tres de agua, un centro de alta competencia de ESPN,  más decenas de hoteles, seis circuitos de golf, un centro comercial y gastronómico propio -Disney Springs, que hoy es casi un quinto parque- y áreas de campamento, aun así, se calcula que solo el 30% de las tierras propiedad de la compañía están construidas, siendo su superficie total de 11200 ha., una área equivalente a la ciudad de San Francisco.

Pretender abarcar todo esto en una visita es imposible. Se necesitan varios viajes para tener una idea acabada de lo que es verdaderamente Disney. La duración ideal de las estadías ha ido creciendo conforme han ido pasando los años, y desde el 1 de Octubre de 1971 en que abrió sus puertas el primer parque del complejo -el Magic Kingdom-, fueron necesarios más y más días de estancia para recorrer este mundo de fantasía.

Cuentan que la gran obsesión de Walt cuando armó la ingeniería inmobiliaria para empezar a comprar las tierras, era construir un parque que reprodujera las condiciones de vida en el futuro.

Si bien, por una cuestión de tradición, el primer parque abierto en las nuevas tierras de la Florida fue la reproducción del Disneyland de Anaheim, California, la real meta de su inspirador era la creación del parque EPCOT, la sigla en inglés de “Experimental Prototype Community of Tomorrow”.

Walt falleció en 1966, antes de ver su sueño cumplido, pero su hermano mayor y socio, Roy O. Disney, continuó la obra hasta inaugurar el Magic Kingdom, casi como si Dios se lo hubiera concedido como último deseo pues murió tres meses después. Años más tarde llegó la efectiva apertura de EPCOT al que luego se agregarían el Disney Hollywood Studios y el Animal Kingdom.

Lo que les propongo aquí es que me acompañen en una visita relámpago, en un aperitivo Disney; en un recorrido armado para quienes quieren tener un pantallazo inicial o para quienes ya han visitado varias veces los parques y tan solo necesitan un refresh de recuerdos imborrables.

Los demás tomen el plan del viaje como parte de la magia y de la vacación. Disney ha desarrollado aplicaciones para dispositivos móviles que ayudan mucho a emprender ese camino de alegría. Júntese con sus hijos alrededor de una mesa y sueñe antes de viajar. No escatime en días si es su primera vez. Tenga en cuenta que va a necesitar días intermedios de descanso que sirven no solo para hacer un alto en la vorágine sino para que las experiencias se dosifiquen y sedimenten, para que todo no sea un pasar desesperado de atracción en atracción.

Para empezar, algunos consejos iniciales. Lo mejor es disponer de pasaportes Disney que abarquen varios días y que permitan visitar más de un parque por día. Esos boletos se llaman “Park Hooper” y permiten ahorrar dinero y tener una gran elasticidad en la visita.

También es posible alojarse dentro de los hoteles del complejo. A no asustarse: como los hay de lujo y caros, hay también propiedades muy accesibles a precios muy convenientes. Al estar alojados en los hoteles Disney se tiene acceso al sistema de transportes interno que conecta todos los puntos de interés sin necesidad de moverse en auto. También se accede a las llamadas “extra magical hours” que permiten a los huéspedes entrar una hora antes a los parques.

Si están fuera, una de las opciones más convenientes del área es el complejo “Celebration Suites”, un verdadero barrio de departamentos completamente equipados que hacen que uno se sienta como en su casa. A cinco minutos de una de las entradas al Walt Disney World, con unidades que pueden albergar cómodamente hasta diez personas, es  ideal para una familia grande o para una vacación con amigos. El “Celebration” recibe su nombre justamente porque está pegado al pueblo que Disney construyó y que aun administra -“Celebration”- y que es algo así como una mezcla entre un barrio privado pero no cerrado y un pueblo más, con su municipalidad, su policía y sus servicios propios. Una de las grandes ventajas del Celebration Suites además de la cordialidad y de la hospitalidad de su gente es que todo el mundo habla español, lo que representa una ventaja enorme para los que no se sienten seguros con el inglés.

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Mi agenda para este viaje es de cuatro días, con lo cual hay varios lugares que debemos dejar de lado porque serían un lujo imposible para tan poco tiempo, pero que sí son ideales para estadías más largas porque permiten ese descanso y esa dosificación de la que hablábamos más arriba. Las primeras atracciones que caen en esta definición son los parques de agua, así que ellos quedarán para otra oportunidad.

También dejamos el golf, el centro deportivo de ESPN y el curiosear hoteles aunque no estemos alojados en ellos. Todo eso puede -y debe- hacerse en otras visitas. Ésta, repetimos, está pensada como un aperitivo para los que vienen por primera vez o como un revivir de memorias para los que ya han venido varias.

Como llegamos por la noche, después de instalarnos en el Celebration Suites y de ir al Publix que está a una cuadra para equipar nuestra heladera para los próximos desayunos, nos vamos a cenar al Boardwalk. Cominos una pizza superlarge en La Trattoria y luego caminamos un rato por este paseo maravilloso a la vera de una de las tantas lagunas que Disney tiene en su propiedad. En el fondo se ven las playas de los hoteles Yacht y Beach Club y sobre el enorme deck de madera que circunda la laguna hay otros restaurantes, el tremendo hotel “Boardwalk” y varias tiendas para comprar recuerdos en donde la absoluta estrella del momento es la saga de la Guerra de las Galaxias. A lo lejos se escuchan los estruendos de los fuegos artificiales de cierre, primero en EPCOT, a las nueve de la noche y luego en Magic Kingdon, a las diez.

Nos vamos a dormir temprano para arrancar con todo al día siguiente. Nuestro plan es dividir el día entre los parques Animal Kingdom y Hollywood Studios. Hay una gran discusión entre los fanáticos de Disney sobre si el Magic Kingdom (el más “Disney” de todos los parques) debe ser el primero o el último de cada visita.

Algunos dicen que debe quedar para el final para que uno se pueda llevar toda esa magia infantil bien fresca en la memoria, otros dicen que hay que hacerlo primero para estar más descansado y no tener encima el trajín de los días previos en otros parques. En fin, será una discusión eterna. Como ven aquí optamos por dejarlo para el final.

Disney's Animal Kingdom
Disney’s Animal Kingdom

Entramos al parque y vamos directo a ver el espectáculo de “It’s tough to be a bug” (“Es duro ser un bicho”) que se ofrece en el teatro que está debajo del Arbol de la Vida, el ícono identificatorio del Animal Kingdom. La película 3D es muy divertida y exagera esa “guerra” entre los humanos y los insectos. De allí nos vamos al área conocida como “Asia” y nos metemos en una aventura divertidísima, “The Kali River Rapids”, que reproduce el descenso en gomón por unos rápidos en donde uno queda completamente empapado: caídas de agua, cascadas, olas, todo se mete dentro del gomón que va girando conforme el río desciende. Cuando termina uno está hecho sopa pero la diversión fue inigualable.

Al salir hay unos enormes secadores para que la gente al menos se saque la humedad gruesa, aunque algunos prefieren directamente aprovechar y comprar indumentaria nueva en alguna de las tiendas que rodean la atracción.

De allí nos vamos a “Dinosaur” una atracción entre didáctica y divertida que consiste en un paseo en un jeep por un parque jurásico lleno de estas especies extinguidas hace 65 millones de años.

Al salir comemos una típica comida rápida en uno de los restaurantes y luego hacemos el “Kilimanjaro Safari”, una excursión por la sabana africana en la que nadie podría asegurar a ciencia cierta que está en un parque de diversiones en medio de la Florida: realmente uno se siente en el corazón de África, alejado de todo y rodeado de animales salvajes en su hábitat natural.

De allí nos vamos a ver el “Disney’s Festival of the Lion King”, un espectáculo musical alucinante que reproduce una síntesis de la famosa obra de Broadway con una mezcla de circo y acrobacias y toda la música de la película.

Finalmente nos subimos al “Wildlife Express Train”, un tren que nos lleva a un centro didáctico de conservación de flora y fauna, en el que se aprende un montón de lo que puede hacerse para mantener el medio ambiente.

Disney's Hollywood Sudios
Disney’s Hollywood Sudios

Aprovechando nuestro Park Hooper nos vamos al Disney’s Hollywood Studios. De entrada vemos los “Muppet’s 3D”, una de las más graciosas puestas de todo el complejo Disney. Los años pasan y la rana René y sus amigos siguen divirtiendo a públicos de todas las edades.

Salimos y nos metemos en el mundo de Star Wars: desfile de personajes, fotos, documental sobre la historia de la saga y, finalmente, la atracción en 3D, recientemente mejorada y actualizada.

Disponemos de un “Fast Pass” -un boleto de pase rápido que se reserva con anticipación por Internet para ciertas atracciones que uno haya seleccionado como de gran interés- para “Toy’s Story Midway Mania” un juego súper divertido en 3D en donde uno compite disparando rayos láser a blancos móviles que aparecen delante de los carritos de transporte. Al final cada uno puede ver el puntaje que sumó en unos visores que cada uno tiene delante de su “disparador”.

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Paseamos por las reproducciones hollywoodenses de New York y San Francisco, sacamos fotos en las emblemáticas entradas del subway de Manhattan y en las empinadas calles de la Ciudad de la Bahía y nos preparamos para el siguiente show.

A las 7 de la tarde nos vamos a ver “Fantasmic”, un  espectáculo al aire libre en un inmenso anfiteatro en donde se combinan la tecnología de los hologramas transmitidos sobre cortinas de agua, desfiles en vivo, y un show musical que revive varias de las aventuras de las historias de Disney con sus héroes y villanos.

Y, para cerrar el parque, a las 8 vemos el espectáculo de fuegos artificiales en el cielo ya oscuro de la Florida que, de repente, se enciende con cientos de colores y miles de estrellas fugaces. Al terminar cenamos en el “Hollywood Brown Derby Restaurant”.

El día siguiente está dedicado por entero a EPCOT. Dicen por allí que EPCOT en realidad quiere decir “todas las personas salen cansadas” (por su sigla en inglés “Every Person Comes Out Tired”) En efecto, se trata del parque más grande de todos los que componen el mundo Disney y hay que caminar. Así que a empezar se ha dicho.

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Ni bien entramos nos embarcamos en el viaje de “Spaceship Earth”, una aventura didáctica que transcurre dentro de la enorme esfera que sirve de ícono al parque y que cuenta el progreso de la humanidad desde la prehistoria hasta nuestros días y nos dice cómo el planeta es nuestra casa común y que debemos hacer para cuidarlo.

Al salir tenemos otro Fast Pass reservado para “Test Track”, una atracción presentada por GM y que reproduce las pruebas de calidad y admisión en una planta de producción de automóviles que incluye una vuelta a un circuito peraltado a casi 70 millas por hora.

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Al salir vamos a “Misión Space”, para mí una de las atracciones más logradas de Disney en todos los parques y que reproduce un viaje al espacio exterior desde el despegue en Cabo Cañaveral hasta el regreso a la Tierra. Después de hacerla nadie podría desmentirnos si aseguramos que estuvimos en el espacio. La sensación centrifuga de la gravedad en la espalda al “despegar” el cohete desde la plataforma de lanzamiento es inolvidable. Esa presión en el centro de la columna vertebral  nunca la olvidaré y estoy seguro que es lo mismo que sienten los astronautas. De hecho para construirla Disney trabajó en conjunto con los ingenieros de la NASA.

Desafortunadamente una atracción espectacular como es Soarin’ estará bajo remodelaciones por los próximos meses, así que quedará para la próxima. Nuestra siguiente escala es el paseo didáctico por The Land, que nos enseña las tecnologías para plantar en suelos áridos y para conservar recursos y gastar menos energía.

Al salir enfilamos para el “World Showcase”, una exposición semicircular que rodea la gran laguna central del parque y en donde están exhibidas las costumbres y los productos típicos de varios países. Canada, Mexico, Japón, China, Marruecos, Italia, Noruega, los EEUU, Alemania, el Reino Unido, Francia. Algunos ofrecen cortometrajes que resumen sus mejores paisajes (Canada, Francia, China) otros tienen restaurantes en donde sirven sus mejores especialidades, todos tienen tiendas en donde venden sus productos originales y distintivos. El Reino Unido tiene un espectáculo cíclico de 15 minutos cada hora en donde una banda -The British Invasion- reproduce en vivo los hits musicales más exitosos de los más famosos conjuntos ingleses, entre ellos los Rolling, los Beatles, Coldplay, Pink Floyd…

Almorzamos en “Tutto Italia” un típico restaurante italiano, ubicado al pie de la reproducción de la Torre de Venecia y de una típica plazoleta napolitana, en donde todo su personal viene de Italia y en donde uno encuentra esos sabores tan familiares para los argentinos.

Antes del espectáculo “Illuminations” que cierra cada noche en el parque, cenamos en “Chef de France”, un típico restaurante francés con excelente relación, precio/ambiente/producto. Con un poco de imaginación, uno realmente se siente en Paris.

“Illuminations” combina la tecnología de los rayos láser con fuegos artificiales y música. Es un canto a la hermandad mundial y en algún punto hasta emociona por su épica y espectacularidad.

El día final, fiel a nuestra idea de que la mayor magia debe quedar para lo último, vamos al Magic Kingdom.

Ni bien entramos ya respiramos esa magia especial de “Main Street”, uno no sabe muy bien a qué se debe ese encanto. Algunos que lo han investigado dicen que ocurre porque las medidas de los edificios están reducidas a 4/5 de los edificios normales, otros que se debe a los mensajes secretos encriptados que se pueden encontrar a lo largo de estas dos cuadras de magia (como por ejemplo los nombres de todas las empresas con las que Walt disimuló las compras de las tierras en Lake Buena Vista una vez que definió el lugar para su asentamiento, o los “hidden Mickeys” es decir las figuras de la cabeza del ratón más famoso que se hayan escondidas en lugares inverosímiles). No lo sé. Lo cierto es que cuando uno entra allí retrocede en el tiempo y se reencuentra con la inocencia de chico interior que nunca deberíamos perder.

Al entrar vamos hacia la derecha a Tomorrowland y entramos a “Buzz Lightyear’s Space Ranger Spin” un juego que fue el predecesor del que hicimos en Hollywood Studios y que también dispara rayos laser a blancos (estos fijos) en un ambiente que reproduce los personajes de la película Toy’s Story. De allí vamos hacia la nueva Fantasyland y hacemos los juegos de Winnie The Poo (bien para chicos) y el “Seven Dwarf Mine Train” una atracción en un tren minero que pega curvas, saltos y latigazos de cola súper divertidos. Al salir comemos en el Columbia Harbour y luego visitamos The Haunted Mansion, la inefable historia de la casa de fantasmas narrada por Vincent Price, como no podía ser de otra manera. Luego vemos “Philarmagic”, un espectáculo 3D divertidísimo con el Pato Donald como protagonista de mil enredos.

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Seven Dwarfs Mine Train

Seguimos hacia Liberty Sqaure y visitamos “The Hall of Presidents” un espectáculo que cuenta parte de la historia de los Estados Unidos a través de robots animatronics que reproducen increíblemente la figura de los 44 presidentes de la nación.

Nos metemos en Frontierland y usamos otro Fast Pass para “The Splash Mountain”, una aventura que recorre un río de montaña en un tronco, con una impresionante caída al vacío hacia el final.

Al salir quemamos nuestro último Fast Pass en “The Big Thunder Mountain Railroad”, un tren desbocado que recorre a gran velocidad los paisajes rojizos de Arizona.

Vamos cerrando el círculo de nuevo hacia Main Street para prepararnos para comer algo y ver los tres espectáculos de cierre. En ese camino nos detenemos en Adventureland y visitamos “The Pirates of the Caribbean” –una aventura que tiene como protagonista al capitán Jack Sparrow y a su barco pirata el Perla Negra- y “The Jungle Cruise”, un crucero por un río africano en plena noche, en donde te encontrás con animales en su hábitat, tesoros perdidos y cazadores furtivos perseguidos por las autoridades, todo narrado por un guía súper ocurrente.

Al salir nos elegimos una mesa en un restaurant especializado en panchos en una de las esquinas de Main Street. Comemos y preparamos el fin de fiesta con el “Electrical Parade”, un desfile de carrozas iluminadas con todos los personajes de Disney, “Wishes”, el espectáculo de luces trasmitidas sobre el castillo de la Cenicienta y que cuenta la historia de cómo los sueños pueden volverse realidad, y, finalmente, los “Fireworks”, los fuegos artificiales que estallan en el cielo profundo dando sus buenos augurios para nuestra próxima visita.

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