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Todo comenzó un día como hoy

Hoy es un día histórico. Pero no solo para una parte de la sociedad -el peronismo, que celebra su “Día de la Lealtad- sino para todo el país. Hoy, hace 74 años, nacía, simbólicamente, la decadencia.

Dice, en su pieza magistral “Reformas Estructurales para el Renacimiento de la Argentina”, el Dr Antonio Margariti: “El 8 de mayo de 1945, al terminar la 2da Guerra Mundial, Argentina, era, junto a los EEUU uno de los mayores acreedores mundiales. Teníamos reservas por 1250 tn de oro de buena entrega y los créditos en libras inglesas equivaldrían a U$S 38 mil millones actuales. Éramos 15 millones de habitantes y ahora somos 44 millones. En 1946 nuestro ingreso per cápita era de U$S 12850 (ppa año 2016) siendo superior, en esa fecha, a Francia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña, Canadá y Australia. Setenta años después, el ingreso per cápita ha caído a U$S 9550 mientras que la media de esos países llega a U$S 41313. En 70 años triplicamos la población y producimos menos de un cuarto de la renta potencial”

¡Gracias Perón! ¡Gracias peronismo! ¡Hoy celebramos su día! El peronismo cambió el orden de la libertad por el orden fascista y embarcó al país en un viaje que lo llevó desde el desarrollo a la economía de frontera. Hoy debemos más de 330 mil millones de dólares, tenemos 35% de pobres y países de la propia región -a quienes mirábamos por encima del hombro hace 70 años- nos han pasado como poste en nivel de vida, índices de riqueza, producción, confort, seguridad,  desarrollo y calidad de vida.

Entre febrero y noviembre de 1946 el peronismo dictó 16268 decretos de facto, completamente inconstitucionales (que la sumisa Corte Suprema no se animó a aniquilar) que luego fueron convalidados por un Congreso amañado, el 21 de noviembre de 1946, mediante la ley 12922 que, en un minuto y sin tratamiento, avaló más piezas legislativas que todas la que el país había dictado desde 1860 hasta ese momento.

Todo el orden jurídico argentino actual es una derivación de ese “nuevo orden”. Cuando el kirchnerismo habla de “nuevo orden” debe creer que semejante tsunami de destrucción no fue suficiente para hundir un país y debe querer ir por un nuevo espiral de atraso.

Continúa el genial Margariti: “Las falacias y errores legislados en 1946 se basaron en la lucha de clases, el resentimiento social, el odio al capitalismo y la repulsión de las altas clases de la época, definidas públicamente como “oligarcas y explotadoras”. Por eso se pretendió construir un nuevo régimen que demoliera las bases del sistema liberal vigente, restringiera el derecho de propiedad, limitara las garantías individuales, aumentara el gasto público y sustituyera la iniciativa privada por la intervención del Estado otorgándole un omnímodo poder corporativo. En la Argentina el Estado (pasó a ser) todo como una engañosa Providencia Divina.”

La materialización en la vida cotidiana de este orden llegó con las leyes de “agio y especulación”, de “acaparamiento”, de “remarcación de precios”, de “escasez”, de “restricción de la producción habitual”, de “coalición de tenedores”, de la “falsa noticia” (todos creemos que la furia contra el periodismo es un fenómeno moderno, pero también empezó allí), de las “ganancias abusivas”, de la “revaluación de las existencias”, de la “formación de stocks superiores a los necesarios”, de la “desabastecimiento y terrorismo económico”. Todo este arsenal de “dislates paralizó la iniciativa privada y el espíritu emprendedor”, dice Antonio, que habían sido la característica prominente de la Argentina y de los argentinos hasta ese momento.

Fue una especie de declaración formal de guerra a la riqueza. Esa guerra, que aun libramos con tenacidad y empeño, la vamos ganando con holgura. El crecimiento de las villas miseria, de la gente que vive en condiciones infrahumanas -sin la menor posibilidad de alcanzar los enseres mínimos de la vida confortable- se ha multiplicado exponencialmente. Se trata de una especie de paradoja trágica: aquellas cuestiones contra las que los argentinos peronistas parecieron rebelarse sumieron al país todo en una exacerbación de la calamidad.

Muchos vivos entendieron rápidamente el mensaje de aquellos años ’40 y en lugar de rebelarse contra el fascismo decidieron mimetizarse con él para componer una maraña de intereses espurios y cruzados que han dado nacimiento a la Patria Corporativa que expolia al hombre común con impuestos impagables mientras mantiene castas (de funcionarios, de empresarios prebendarios y de sindicalistas mafiosos) viviendo con las excepcionalidades de la nobleza de la Edad Media.

¡Una gran proeza la del movimiento creado por Perón! Ese “ideal” quizás tenga, en estos días, una foto en chiquitito de lo que significa como filosofía de vida, en lo que está sucediendo en La Matanza -un distrito gobernado por el peronismo durante los últimos 35 años- y que está hoy bajo el agua, sumido en el barro, sin educación, con funcionarios ricos y con el pueblo pobre pero que sigue votando la misma mierda porque ésta parece estar igualmente distribuida entre los vecinos. No hay ninguno de ellos que se salve de la mierda y eso parece dejarlos contentos a todos. No importa que Magario se vista con Versace, lo que importa es que la cabeza de ninguno de ellos asome por encima del barro. Genial. ‘La victoria sobre la riqueza obtenida lícitamente se ha conseguido: nadie que trabaje honestamente estará mejor que yo porque a ése la ley le cortará la cabeza a mi altura. Si el precio de esa igualdad es que los Kirchner, los Magario, los Moyano, los Cristobal López, sean millonarios, me lo banco’.

Este es el país peronista, señores. ¡Feliz 17 de octubre para todos!


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