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Más pusilanimidad y más irresponsabilidad

Ayer nos referíamos a un par de ejemplos puntuales de la clásica pusilanimidad argentina que empezó a aflorar fuertemente después de las PASO.

Pero esos casos no son los únicos desafortunadamente.

En el Poder Judicial han comenzado una serie de movimientos también dignos de despertar en cualquier bien nacido sentimientos de vergüenza.

En la causa por el soterramiento del ferrocarril Sarmiento por ejemplo la Cámara Federal anuló el fallo de Martínez de Giorgi que condenaba a varios ex funcionarios kirchneristas y le ordenó dictar una sentencia nueva que contemple otras pruebas.

Uno de los imputados directos allí era el ex ministro de Planificación, Julio de Vido. 

Llama la atención que una de las firmas sea la del juez que más severamente defendió el principio de las prisiones preventivas, Martín Irurzun que había sido, a su vez, uno de los jueces señalados y criticados por el kirchnerismo.

También, inversamente, se han ordenado diligencias para acelerar los procesos por la deuda del Correo Argentino en donde aparecen involucrados el ministro Aguad y el presidente Macri.

Del mismo modo, se ha comenzado a hablar de algunos jueces y fiscales que estarían iniciando sus procedimientos de jubilaciones, como German Moldes, Maria Romilda Servini de Cubría y Raul Plee.

Por otro lado la avanzada kirchnerista en la Justicia comenzó a hablar de la llegada a la Corte de Ana Figueroa, quien es en los hechos la jefa de la organización política infiltrada en la en el Poder Judicial bajo el nombre de Justicia Legítima, y de Leon Arslanian, uno de los hijos de la teoría zaffaroniana del Derecho Penal.

Por otra parte comenzó a escucharse el nombre de Waldo de Pedro el integrante de La Campora y que todo el mundo indica cómo uno de los lugartenientes (junto al Cuervo Larroque) de Máximo Kirchner.

La Justicia federal es una de las serias responsables de cómo está el país, junto, claro está, con la Corte Suprema de Justicia (no solo de esta, sino de la Corte como institución)

En el terreno de las irresponsabilidades, el impresentable Felipe Sola, dijo que el Frente de Todos es partidario de una limitación a la venta de divisas (aclaró que no sería un cepo sino un tope diario) y también de la regulación del precio de los granos para que éstos no influyan en el precio final de los alimentos. Y tomó como ejemplo el caso del trigo y el pan, para lo cual esbozó un regreso a algo parecido a la Junta Nacional de Granos para que el Estado le compre el grano a los productores y se los venda a las molineras, por supuesto todo a un valor artificial.

Si hacía falta algo para causar pánico eran estas declaraciones de quien reconoció que en la política hay que hacerse el boludo para durar.

Todo el mundo que tenga dos dedos de frente y conozca un poco el tema sabe que en el precio final del pan, el valor del grano de trigo es completamente intrascendente. Allí lo que inciden son los impuestos, los alquileres de los locales, las cargas laborales, etcétera. Pero no el precio del trigo. Con declaraciones como estas lo único que se logra es perjudicar al pueblo que se dice defender.

La demagogia siempre estuvo unida al peronismo, pero que a esta altura personajes como Sola no hayan entendido lo que está en juego y sigan tirando nafta al fuego es de una irresponsabilidad de tal magnitud que uno no puede llegar a otra conclusión como que no sea que no han aprendido nada y que vienen dispuestos a hacer lo mismo: “vamo’ a volve’, a volve’, vamo’ a volve’”.

Si la mayoría de la sociedad quiere esto que no se queje después cuando tenga que comer mierda y quedar a expensas de los narcotraficantes.

Si tenemos un cerebro tan de mosquito como para no distinguí lo que tenemos delante, estará bien el destino de miseria que le espera a la Argentina.

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