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La Victoria de Gramsci

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Antes de la Segunda Guerra Mundial el teórico marxista italiano Antonio Gramsci, les decía a sus camaradas revolucionarios: “Ustedes son unas bestias; creen que van a imponer la Revolución a punta de pistola y matando gente. ¡Ignorantes! La Revolución se va a imponer cuando logremos permear e infiltrar la cultura de Occidente… Debemos ganar la lucha en el teatro, en la prensa, en la literatura, en el cine… Cuando esos bastiones caigan, hasta los Agnelli serán comunistas”

Hoy, 90 años, después si Gramsci renaciera, vería como sus enseñanzas poco a poco fueron seguidas por todos los populismos nazi-comuno-fascistas del mundo; comprobaría con satisfacción como su estrategia premonitoria de copar los pilares fundacionales de Occidente eran la llave del triunfo.

En el interín, el comunismo fue derrotado absoluta, triste y elocuentemente en todos los frentes: el militar, el científico, el de la innovación tecnológica, el político, el económico; en fin, una caída estrepitosa, sin atenuantes que demostró que su sistema era un conjunto de envidias inservibles.

Pero ellos no se dieron por vencidos. Como los piojos, que no desaparecen hasta que no se los aplasta entre dos uñas, renacieron y se reconvirtieron al gramscismo.

Rusia, la madre imperial que Tocqueville anunció (en 1835) como la potencia que rivalizaría el poder mundial con los EEUU, está apostando todo su futuro a la infiltración de los sistemas cibernéticos de Occidente para lograr imponer su nuevo proyecto de dominación.

¡Guay con laburar de buena fe o consumir toda esa energía en hacer algo útil para la humanidad! No. Su objetivo es joder; no sirven para otra cosa más que para joder a Dios y a María Santísima con tal de salirse con la suya.

¿Inventar algo? Jamás: lo espiamos y lo robamos ¿Crear algo nuevo para beneficio del hombre? Nunca: sólo maquinaciones para expandir su imperialismo.

Ahora, luego de su más que comprobada intervención en la mismísima elección presidencial norteamericana, están lanzando sus misiles hackeadores a Europa Occidental para influir en las elecciones de Francia, de Alemania, de Italia, de Austria y de cuanto país aparezca en el horizonte democrático.

Como dice el politólogo Keir Giles, el objetivo del Kremlin dejó de ser la “venta de un modelo” para pasar a intentar socavar la noción de verdad objetiva y hasta la posibilidad de hacer periodismo. Lo que se busca es “debilitar la inmunidad moral frente a la propaganda y reducir la confianza en las fuentes de información y del conocimiento”, dice Giles.

“Con los tradicionales medios cibernéticos (redes sociales, SMS, WP, etc) ejércitos de trolls rusos intentan desacreditar los procesos democráticos”, apunta Janis Sarts, director del centro de excelencia de la OTAN para las comunicaciones estratégicas.

Según estimaciones del gobierno de Angela Merkel, el FSB ruso (sucesor de la KGB) emplea unos 10000 hackers en sus laboratorios, con miras a constituir un verdadero ciberejército para el año 2020, con un presupuesto de unos 200 millones de dólares provenientes de actividades ilegales como el tráfico de drogas y armas.

Este tema debe ser encarado con prioridad urgente por los países occidentales que defienden la libertad: estos tipos no se dan por vencidos… nunca. Se les puede demostrar en la cara que su sistema es un compendio de burradas inútiles, pero ellos seguirán jodiendo.

El presidente Donald Trump debe aclarar de inmediato cuál es su real relación con Rusia y debe terminar urgentemente sus coqueteos con Putin. Ya se lo dijo su Secretario de Defensa James Mattis: “Rusia constituye un peligro completo para el futuro de los Estados Unidos”.

China puede plantear interrogantes también; después de todo constituye otro comuno-fascismo de la misma infranaturaleza que el ruso. Pero, una vez más, la atención debería ser puesta en la premonición tocqueviliana del siglo XIX: “Hoy en día hay dos pueblos sobre la Tierra que, con puntos de partida distintos, parecen avanzar hacia la misma meta: los rusos y los norteamericanos.

Todos los otros países parecen haber alcanzado los límites que les impuso la naturaleza y pareciera que no tienen nada más que hacer excepto mantenerse; pero estos dos están creciendo.

Rusia es de todos los países del Viejo Mundo el único cuya población crece rápidamente.

Los americanos luchan contra los obstáculos que les impone la Naturaleza; los rusos están en guerra con los hombres. Uno combate el atraso y el barbarie; el otro la civilización vestida en cualquiera de sus ropas. Las conquistas del americano se hacen con la reja del labrador; las del ruso con la espada del soldado. Para alcanzar sus objetivos los primeros confían en el interés personal, y, sin dirigirlos, permiten que operen la razón y el esfuerzo de los individuos. Los segundos concentran todo el poder de la sociedad en las manos de un hombre… Su punto de partida es diferente, sus caminos difieren, sin embrago, los dos están llamados, por un secreto designio de la Providencia, a tener en sus manos los destinos de medio mundo”.

Ya sabemos qué tipo de “medio mundo” nos ofrecen uno y otro. El mundo fue testigo de sus diferentes producidos durante 70 años. Frente a la nueva andanada comuno-nazi-fascista, es hora de que sepamos qué hacer… Y hacerlo.

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