Aruba

“Si te querés matar, matate”

-¿Cuál es la respuesta del millón?

-No querido, el dicho es “la pregunta del millón”, no la respuesta…

-Ya lo sé. Pero aquí lo que necesitamos conocer es la respuesta del millón, no la pregunta…

La pregunta la conocemos hace rato ¿qué debería hacer Milei?

La duda surge porque hay un par de respuestas del millón.

Una es: “el presidente debe negociar los cambios para poder avanzar”. La otra, “esto es a cara de perro: negociaremos lo mínimo indispensable. El resto es a todo o nada”. Palomas y halcones. Otra vez sopa.

El presidente es el capitán de los halcones y tiene algo a su favor: viene de ningún lado y no está atado a nada ni a nadie, salvo a su hermana (que es más autónoma que él incluso) y a sus perros. Debe favores. Pero él cree que los pagó o que los está pagando con aquellos que se lo merecen.

Se siente suelto, cree que las fuerzas del cielo lo pusieron en este lugar en este momento para cumplir una misión: cambiar el sentido común peronista por el sentido común alberdiano.

Como Carlos Waisman, cree que la Argentina fue de la barbarie al desarrollo occidental y del desarrollo occidental al subdesarrollo latinoamericano. Todo en 200 años. Está convencido de que el del país es un caso único en la historia universal.

Y se ha propuesto escribir el cuarto segmento de esta historia: el del regreso a la prosperidad y a la holgura.

Parte del supuesto que por aplicación de la más fría lógica cualquier concesión al Antiguo Régimen dejará vivos los cromosomas que lo pueden restaurar en el futuro. Si fuera por él, los quemaría con ácido.

Del otro lado está la política. Está Pichetto, está la UCR, están diputados como Manes y Stolbizer… está la Argentina acostumbrada al sentido común peronista.

El sentido común fue inteligentemente definido como una segunda naturaleza. Un set de automaticidades que surgen del estómago cuando hay que resolver disyuntivas: uno no sabe por qué elige una forma, un camino, una -digamos- solución…

Simplemente se elige porque eso es lo que surge de lo que nos formó, nos parece tan natural que ni lo pensamos: es lo que está bien porque así fue siempre.

El problema surge cuando el conjunto de elecciones que tomamos porque eso fue lo que se “hizo siempre” nos conduce a los caños.

Y es un problema porque lo que nos conduce a los caños es lo que nos surge naturalmente de hacer por aplicación de nuestro sentido común peronista. En otras palabras: estamos irresistiblemente tentados a hacer lo que nos mata.

¿Cómo salimos de esa trampa? El Presidente y su círculo más chico de influencia está convencido que se sale sin transar con los que mantienen encendido el motor del sentido común que hay que cambiar. Si se quiere es una postura jacobina, purista, intransigente.

Otros (Francos, algunos de los aliados del PRO [porque hay otros como Bullrich que en esto no se diferencian del Presidente], la UCR, Pichetto, López Murphy, Schiaretti) creen en una postura más “publiuista” que establezca  cuáles son los escalones que pueden negociarse y cuáles no.

“Publius” fue el seudónimo común elegido por Hamilton, Madison y Jay para escribir El Federalista, una serie de artículos publicados por la prensa antes de la sanción de la Constitución de los Estados Unidos en donde los tres hicieron gala de las formas adecuadas para encontrar diagonales de consenso entre las fuertes posturas antagónicas que dividían a los colonos en aquella época.

La doctrina es pacífica al considerar al Federalista como la llave que permitió perfeccionar la Unión que quedó plasmada luego en la Constitución de 1787, la que sigue vigente aún hoy.

Allí surge otra pregunta ¿cuánto de la diagonal de consenso debe estar escrito por los halcones y cuánto por las palomas?

Si lo que Milei se propone es cambiar el sentido común peronista no caben dudas de que debe ser mucho de lo que él dice. En la ley ómnibus se pedía desde que los jueces usen toga y martillo hasta que Aerolíneas Argentinas pueda ser cedida a sus empleados. Como se ve el arco es amplio.

Milei tiene un sentido unívoco de la vida y cree que todo está conectado a un orden cósmico común. Para ser totalmente franco, yo lo creo también: “más o menos como luce tu escritorio, luce tu cabeza”. Todo tiene que ver con todo. Hasta la pompa escenográfica de la Justicia dice mucho de los jueces que la aplican.

Pero para un país que está en las condiciones que está la Argentina, estoy de acuerdo en que podemos dejar la pompa para más adelante: no se puede atacar la vulgaridad toda de golpe.

Más allá de su naturaleza, está claro que, aun tragando aceite de ricino, el presidente está más cerca hoy de Publius que de Rothbard.

La ley ómnibus, de 644 artículos, pasó a poco más de 360. ¿Es suficiente eso para los Publius de la vida? ¿O van a querer más?

El caso del impuesto PAIS es, en este sentido, sintomático. Si la maldad fuera el valor por el cual dirimir esa disyuntiva, Milei debería decirles a los gobernadores que se las dan de Publius que va a coparticipar el impuesto PAIS. ¿Por qué? Muy sencillo. El impuesto PAIS se cobra a las operaciones en dólares (tarjetas, consumos en el exterior, compras dolarizadas, etc) como un porcentaje aplicado sobre el valor del dólar oficial. La otra característica del impuesto PAIS es que va a desaparecer cuando el dólar sea libre y el dólar oficial no exista más. Ni siquiera será necesario derogarlo: como es un porcentaje sobre un valor que dejará de existir, al desaparecer ese valor, todo porcentaje aplicado sobre él (aunque fuera del 100%) será igual a cero. ¿Estarán contentos los gobernadores en ese momento?

El Presidente no va a dar más. No está dispuesto a entregar el corazón de su misión a los que, con la “razonabilidad” como bandera se proponen “vender” un gran cambio para que no cambie nada.

Es posible, como dijeron algunos que “no se pueda vivir cuatro años así”. Y también es cierto que esta “batallita” contra 80 años de estatismo colectivista no iba a ser fácil.

Autorizando a podar la mitad de la ley “Bases”, Milei ha demostrado tener más sentido de la practicidad de lo que muchos están dispuestos a reconocerle. Para alguien que no habla el mismo idioma que la casta eso es bastante.

¿Y la casta? ¿Admitirá que su sentido común nos lleva a los caños? ¿O seguirá vendiendo la argentinidad al palo mientras medio país se muere de hambre?

Hacen falta dos para bailar el tango. El vaso medio lleno dice que ambos dieron muestras de querer bailarlo. El vaso medio vacío dice que los bailarines no son solo dos sino dos “bloques”.

En uno de esos “bloques” parecería reinar la idea de que, cuando unos creen que ya están conformes con las concesiones que consiguieron, aparecen otros pidiendo más. Así no se terminará más.

Y me parece que el Presidente es de aquellos que en un momento pueden llegar a decir: “Hice todo lo posible para que no te siguieras matando, pero si te querés matar, matate… Yo, no tengo más nada que hacer aquí”. ¿Estará apostando a eso el eterno golpismo peronista?

Por Carlos Mira
Si querés apoyar a The Post Argentina, podés hacerlo desde aquí
o podés comprarnos un Cafecito.
>Aruba

One thought on ““Si te querés matar, matate”

  1. Juan

    Ej Uruguay hace muchos años q el Dolar
    Ahi no supera los 40 $ uruguayos nafta
    Cara carne cara buen Estado economico
    Del Pais bajo riesgo Pais buenas Reservas
    De su Banco Central contra no fueron tantos turistas argentinos x carecer los
    Mismos Moneda Nacional Reserva de valor cotiza ROU $002 a 020 q veo incertidumbre 0ctubre eleccion ROU

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.