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La mentira que engañó a todos todo el tiempo

Una frase mal atribuida al presidente Lincoln dice, sin embargo, lo que aparentemente suena como una gran verdad: “Puedes engañar a todas las personas una parte del tiempo y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo”.

Si bien estudios historiográficos no pudieron corroborar que quien terminó con la esclavitud en EEUU y ganó la Guerra Civil fuera el autor real de la frase, no hay dudas, repetimos, que el concepto que contiene la idea tiene mucho apelativo.

En la Argentina, no obstante, el peronismo parece haberse propuesto demostrar la falsedad de esa afirmación y ha emprendido una batalla que ya lleva casi 80 años en la que viene demostrando que es bastante posible que se pueda engañar, no sé si a todos, pero sí a muchísimos todo el tiempo.

Un nuevo capítulo de esta épica embustera lo protagonizó el inefable presidente Fernández ayer cuando, consultado sobre las críticas del Papa a la economía y a la inflación argentina, dijo “Mientras gobernó Perón, otra era la realidad de la Argentina… Cuando comenzaron a sucederse gobiernos dictatoriales, siempre regidos por las lógicas liberales y conservadoras, generaron lo que generaron”.

Sin embargo un simple chequeo visual de cualquier gráfico de coordenadas que exponga la inflación desde que se sancionó la Constitución hasta 1945 y de otro que muestre la que se produjo desde 1945 hasta 2022 es suficiente para demostrar no solo que lo que Fernández dice es mentira sino que es exactamente al revés.

En efecto, la inflación anual durante todo el periodo que corre desde 1860 hasta 1945 es básicamente de un dígito (con varios periodos, incluso de deflación) y puntuales excepciones que se corresponden con la Primera Guerra Mundial, la previa de la Segunda Guerra Mundial y un periodo muy breve en 1920.

Entre 1945 y 1975, la tasa anual promedio fue de dos dígitos, con un gran pico de tres dígitos en 1959 (129,5%), y picos superiores al 30% en 1948 (31%), 1951 (36,7%), 1952 (38,8%), 1966 (31,9%), 1971 (34,7%), 1972 (58,5%) y 1973 (60,3%). En el período 1975-1988 se disparó un ciclo de altas tasas inflacionarias anuales de tres dígitos con picos en 1976 (444%), 1984 (626,7%) y 1985 (672,2%). Entre 1989 y 1990 hubo un pico de hiperinflación de 3079% y 2314% respectivamente.

Es decir, exactamente al revés de lo que dice Fernández, Perón heredó una economía sin inflación basada en las instituciones liberales de la Constitución y él la demolió inaugurando un período aún no finalizado de altísima inflación en la Argentina que trajo como consecuencia la pobreza a la que también hace referencia el Papa (pese a que según él ese estado -el del pobre- es el más prístino que puede alcanzar un ser humano, otra inconsistencia aún no resuelta en el peronismo pobrista de raíz bergogliana).

También es claramente mentira que los gobiernos militares tuvieran “lógicas liberales y conservadoras”, como dijo el presidente. Primero, que mezclar esos conceptos y hacerlos casi un sinónimo supone una ignorancia filosófica importante. Pero, bueno, no le vamos a pedir peras al olmo. Segundo, que fue el mismísimo Perón el que inauguró un período de nacionalismo mesiánico -no resuelto hasta hoy-  que encerró y aisló a la Argentina del mundo, retirándola de una competencia que antes de ser anulada contribuía, naturalmente, a que la inflación estuviera en orden a los valores mundiales de los países avanzados.

Pero continuemos con el análisis de los períodos históricos. Todo el período de 45 años que va de 1945 a 1990 no solo tuvo al peronismo en el poder real durante los primeros 10 años de ese lapso, sino que lo tuvo, desde el punto de vista mental, en TODO EL PERIODO. La llegada de Perón al poder, peronizó al país y, fundamentalmente a su entendimiento económico-social y, salvo el período de la Convertibilidad (justamente signado por principios liberales cuya continuidad no se pudo profundizar por la enorme presión antiliberal del peronismo auténtico y de la UCR que sellaron un pacto que permitió modificar la Constitución que se convertiría en el huevo de la serpiente que demolió todo lo que se había ganado en esa década), hundió al país en la inflación de la que se queja Francisco.

Pasado el bálsamo de la Convertibilidad que, con la racionalidad económica del liberalismo (pese a los enormes obstáculos que la peronización de la cultura le imponía a la Argentina), había reducido la inflación anual a cero, llegó nuevamente, recargado, el huracán inflacionario peronista en todo su esplendor.

Ese es el período que se inauguró en 2002 y que cubre todos los años que siguieron hasta aquí, con los efectos y consecuencias conocidas.

Tanto el presidente, como su vocera Cerruti y Aníbal Fernández, coincidieron en señalar que la situación económica que se está viviendo hoy es la consecuencia de los cuatro años del “neoliberalismo” de Macri: otra falsedad que viene probando que la repetición constante de un embuste puede lograr, en efecto, que se pueda engañar, no sé si a todos, pero si a una gran parte de la sociedad todo el tiempo. Macri, (no lo dijo otro más que él mismo) se negó a llevar adelante un programa de tipo liberal entre 2015 y 2019. Más allá del aggiornamiento que el ex-presidente haya tenido en su perspectiva económica luego de pasar por el gobierno, está claro que no implementó un programa “liberal” de gobierno, como lo prueba la inalterabilidad del sistema monetario, fiscal, laboral, financiero, comercial, tributario y previsional del país durante su gobierno. Esas realidades -bajadas a cifras- también están al alcance de cualquiera.

Es esa fe en que la repetición convencida de una catarata de mentiras puede mantener engañada a gran parte de la población todo el tiempo lo que los mantiene en el poder.

Lo curioso de la cuestión es que, repetimos, el derrumbe de esos engaños no es difícil de producir: cualquiera que sepa leer y escribir y que invierta 10 minutos en una búsqueda en la red podría salir del círculo de engañados en menos de lo que canta un gallo.

La pregunta es entonces, ¿por qué la gente no quiere salir del engaño? Las pruebas  de la estafa, de la verdad histórica de los números y de la realidad social del país antes de Perón y después de Perón (fundamentalmente en términos de decadencia nacional) están al alcance de todos aquellos que quieran corroborarlo.

Por lo tanto, la primera conclusión es que no se quiere corroborar. Por algún motivo insondable, gran parte de los argentinos prefiere creer voluntariamente una mentira. No sabemos por qué. Quizás sea porque la admisión de la verdad implicaría el reconocimiento, el dar el brazo a torcer, sobre qué es lo que se debe hacer en materia económico-social y qué es lo que no se debe hacer. Y que ese “dar el brazo a torcer” suponga la renuncia a un “sentimiento peronista” que muchos argentinos no se perdonarían.

También hay que decir que el sistema inflacionario peronista generó una serie de beneficios para una porción social (sindicalistas, empresarios prebendarios, políticos corruptos e inservibles) que, naturalmente, no tiene ninguna intención de perder. Esa casta trabaja en conjunto y sincronizadamente para mantener vivo el verso del nacionalismo peronista que manda a la miseria a muchos pero que los mantiene a ellos en el goce de riquezas que no tendrían si la vida fuera libre y tuvieran que competir.

En fin, haya sido Lincoln o no quien creyó que no se podía engañar a todos todo el tiempo, el peronismo viene dando sobradas pruebas de que él sí ha podido.

Por Carlos Mira
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2 thoughts on “La mentira que engañó a todos todo el tiempo

  1. Juan

    Son todos buenos paisanos pero el
    Poncho no aparece…..
    Saludos Dr. Mira

  2. Matias

    No es difícil engañar a un hatajo de analfabetos, emocionales e imbéciles. Y de eso, acá, hay mucho.

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