Al momento que esto se escribe la fiscalía no pidió aún la pena para los imputados en la causa Vialidad. Pero sí se conoce el irreverente tweet de Cristina Fernández de Kirchner -la acusada de ser la jefa de la banda criminal que robó del erario público unos 36 mil millones de dólares- pidiendo ampliar su declaración indagatoria en el día de mañana aduciendo “falta de pruebas” y “violación de la defensa en juicio”.
Hay estudios médicos y psicológicos importantes que prueban cómo la desesperación puede nublar el pensamiento. Hay otras pruebas vivenciales que llegan a las mismas conclusiones..
Probablemente algo parecido a eso esté ocurriendo con Cristina Fernández. Los hechos que se le imputan fueron detallados hasta el hartazgo por el fiscal Luciani y por su adjunto Sergio Mola en las primeras jornadas de los alegatos. No hay dudas de lo que se acusa a la vicepresidente.
Las pruebas -como el dinero que ellos robaban- no se cuentan: se pesan. Toda la documentación reunida pesa más de tres toneladas. Hay otras realidades que no necesitan demostración porque son autoevidentes: ¿Por qué son millonarios los Kirchner? ¿Por qué toda esa riqueza se materializó a partir de que llegaron al gobierno? ¿Dónde estaban los hoteles, las estancias “de Báez”, las empresas, los fideicomisos, las joyas (públicamente exhibidas), el vestuario (públicamente exhibido) antes de que llegaran a la presidencia? ¿Dónde estaban?
La ciudadanía sensata y honesta espera que los fiscales pidan la mayor de las penas; que actúen con la máxima rigurosidad: ni un minuto menos que el máximo de la pena para la jefa de la banda.
No es concebible que Luciani y Mola hayan hecho el trabajo monumental que hicieron, que le hayan abierto a la gente común la interminable caja de evidencias que demuele la farsa kirchnerista y terminen pidiendo menos que el máximo.
Y digo esto porque si esto sucediera, uno debería preguntar de inmediato cuáles son los atenuantes para que semejante criminal que ignoró desde la cúspide del poder las necesidades más elementales de un pueblo pobre, que mató preterintencionalmente a miles de argentinos (porque la infraestructura que los hubiera salvado no se construyó porque el dinero, en lugar de ir allí, fue a parar a los bolsillos privados de los Kirchner) que se cagó literalmente en la misma gente a la que usó como carne de cañón para alcanzar el poder, se vea beneficiado con un pedido de prisión inferior al máximo.
El proceso penal está mal diseñado en la Argentina. Este espectáculo estanco en donde los capítulos de la acusación y la defensa aparecen separados en el tiempo y en el espacio y en donde el procedimiento no alimenta el choque instantáneo de posturas, no contribuye a que las máscaras se caigan ipso facto delante de todos, alimentando, por el contrario, la especulación y la pérdida de tiempo.
Kirchner debió ser expuesta a la prueba en su contra y los fiscales debieron tener la posibilidad actual de conminarla a que la controvierta con sus argumentos: cuando, por ejemplo, se comprobaba que una ruta no estaba terminada, Kirchner debió ser compelida a que demostrara lo contrario; cuando se demostró que Báez cobraba los certificados de obra de modo anticipado y con inusitados privilegios respecto de cualquier prestador de obras, Kirchner debió estar allí para demostrar que Báez no cobró antes que nadie y que no era un prestador privilegiado.
Solo un sistema que alimente ese contraste brutal, in situ, in visu, incómodo, cruel, es capaz de terminar con las especulaciones y de entregar una foto final de la culpabilidad o la inocencia. Solo un sistema que contemporáneamente, en el mismo momento y lugar, delante de todos, enfrente al acusado con el acusador bloquea las chicanas que los criminales suelen aprovechar.
Finalmente una consideración sobre las amenazas. Ya son varios los días que desde las usinas fascistas del kirchnerismo se advierte sobre “el quilombo que se va a armar si la tocan a Cristina”.
¿Cuál es el quilombo que se va a armar? ¿Quién es Fernández como para que algo que le pase a ella en el terreno de la Justicia sea la causa de una conmoción por la que algunos argentinos puedan ver afectada su vida, su propiedad o su integridad física? ¿Acaso el kirchnerismo le propone al país un sistema de vida en el que la convivencia dependa de los que se les den las ganas a ellos? ¿Pretenden hacer vivir a la Argentina a la sombra de la voluntad de unas hordas incalificables que aterroricen a la población cuando la realidad no sea la que los conforma? ¿Pretenden llevar el país a esa barbarie?
Sería interesante que le confesaran a toda la sociedad que, efectivamente, eso es lo que buscan. La fuerza bruta de las camisas pardas callejeras fue vencida en la Segunda Guerra Mundial hace ya muchos años. La libertad dirimió ese conflicto en su favor, venciendo al nazifascismo y a la servidumbre. Si no se enteraron, es hora de que se notifiquen.
Cristina Fernández de Kirchner no ostenta ningún título de nobleza (que por lo demás la Constitución derriba de plano en el artículo 16) como para ser considerada por encima de la ley o de los demás ciudadanos: se trata de una argentina más, sujeta al orden jurídico general y que debe responder, igual que cualquiera, por los ilícitos que haya cometido.
Ninguna fuerza bruta está por encima del orden civilizatorio de la Constitución. Y menos aún una ciudadana que juró por ella y que prometió defenderla y hacerla cumplir a riesgo de que la Patria se lo demande.
La Patria decidió demandarla, señora. Y una abrumadora cantidad de pruebas dicen que usted es culpable. Aún falta la palabra final de los tribunales. Pero sepa que aquí no va a ocurrir ningún quilombo. El quilombo, en todo caso, lo tendrá usted.
Finalmente pidieron 16 años. Huelen a poco.
Yo a la mañana escucho a Ari Paluch en
Radio Colonia y a tarde a Juan Pablo
Varsky en cnn radio am 950 no quiero
Q me manipulen ni influyan mi.voto
Tampoco me gusta q.me torturen quizas
Existan masoquistas a Ud lo.escucho.dde.la epoca de.radio.America oigo Willy Kohan