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D’elia y Lenin

Vladimir Ilyich Lenin

Luego de la violenta ocupación de la autopista BA-La Plata del miércoles pasado, en donde un grupo de delincuentes bajo el disfraz de “dirigentes sociales” atacó a automovilistas inocentes, rompiendo sus vehículos, robándolos y poniéndolos en una evidente situación de amedrentamiento y peligro, el llamado partido “Miles”, otra agrupación delictiva que se esconde detrás de la política y que integran Luis D’Elía, Fernando Esteche, Amado Boudou y Gabriel Mariotto entre otros, emitió, como si fueran una unidad militar (que en realidad es lo que son), el “comunicado” 156 en donde incitan a “alentar todo tipo de protestas contra el Gobierno”, en todo el país.

El comunicado 156 consta de 5 puntos donde hablan de “estar atentos a las protestas espontáneas” y a apoyarlas sin importar “su origen o su legitimidad”.

Allí se comprometen a aportar militantes, “micros, viandas y viáticos para todos”, además de alentar vía redes sociales “las bondades del gobierno de Cristina contra el desastre actual”.

No hay dudas que esta iniciativa se inscribe dentro de la táctica de la “resistencia” que desde el mismísimo 10 de diciembre el kirchnerismo residual se ha propuesto llevar adelante con el objetivo de zafar de la cárcel y, eventualmente, volver al poder.

Está claro que, dadas las circunstancias, la meta más urgente y la que más lo preocupa es la primera, dada la cada vez más abundante prueba de que el país estuvo gobernado por una asociación ilícita, por una banda, constituida al solo efecto de cometer delitos a gran escala aprovechando el copamiento de la estructura del Estado de la cual se valieron para acceder a cifras de robo absolutamente inconcebible para alguien que se proponga delinquir en el sector privado.

Pero el objetivo ulterior –esto es, la retoma del poder- no es una meta despreciable, ni un fin al que los integrantes de la banda hayan renunciado. Para ello han puesto en práctica un abanico amplio de herramientas tendientes a generar caos, malestar, a poner obstáculos en la vida cotidiana de todos como una manera de generar un clima de descontento e irascibilidad que se traslade a la consideración que los ciudadanos hagan del gobierno.

Estas tareas de esmerilamiento no son nuevas y han sido practicadas por delincuentes similares a lo largo de la historia, a tal punto que muchas de ellas se hayan listadas en especies de “manuales prácticos” a seguir por todos aquellos que quieran generar un determinado clima de agitación para luego explotarlo políticamente, acceder al poder y, desde allí, dedicarse a robar y a enriquecerse.

En ese sentido, el conjunto de indicaciones “revolucionarias” más famoso ha sido, sin dudas, el llamado “Decálogo de Lenin” en donde el delincuente bolchevique instruía a sus seguidores sobre los métodos a seguir para tomar el poder por la fuerza.

A más de 100 años de aquel “manual”, es posible notar las inconfundibles coincidencias con el “comunicado 156” de estos milicos disfrazados de políticos revolucionarios que comparten con Lenin tanto el objetivo de llegar al poder como el de robarle al pueblo, su esfuerzo y sus bienes.

Donde D’Elía y sus muchachos hablan de “alentar todo tipo de protestas contra el gobierno”, Lenin indicaba “nuestra tarea es utilizar cualquier manifestación de descontento” y que “nuestro negocio es expandir la lucha y la agitación política”

Mientras D’Elía y sus cómplices dicen que hay “estar atentos a las protestas espontáneas y apoyarlas sin importar su origen o su legitimidad”, Lenin también promovía huelgas “aunque sean ilegales”, del mismo modo que alentaba “disturbios que no pudieran ser reprimidos”.

Lenin también alentaba “las luchas callejeras (con) demandas que no tienen ninguna posibilidad de resultados”, es decir pedir con fiereza lo imposible para que, efectivamente, se profundice la desesperanza y el desaliento.

D’Elía promete aportar micros, viandas, militantes y viáticos para todos, mientras que Lenin va más lejos y dice que “el agitador debe mostrar la muerte de un desempleado”, mandando al muere a alguna víctima que después le endosarían seguramente a la “represión” del “capitalismo”. No sabemos si la “resistencia” de Miles, va a llegar a tanto, pero no cabe duda que no puede descartarse la estrategia, dadas las similitudes de los demás puntos del decálogo y la absoluta desesperación que tiene esta gente desde que perdió el poder, el acceso a sus fáciles fuentes de riqueza y buen vivir y que están perseguidos por la Justicia.

Ahora, en Moreno, otra avanzada de la misma estrategia está ocupando campos privados de siembra, demandando “viviendas” y “tierras”. Son las “demandas imposibles de ser satisfechas “ de Lenin. Los ocupantes llegaron el viernes por la noche en autos y colectivos en una clara operación concertada con grupos políticos del FPV organizados por el intendente de Moreno que responde a La Cámpora.

Al mismo tiempo un sinnúmero de piquetes, cortes y protestas se suceden todos los días en la ciudad y en el Gran Buenos Aires en una sucesión que recuerda los dichos de Esteche de hace unas semanas “este gobierno va hacia una crisis segura, que ayudaremos a desatar”.

Uno podrá tomar estas manifestaciones con mayor o menor seriedad. Pero no cabe ninguna duda que no son espontáneas, que están planeadas y fogoneadas por la asociación ilícita que nos gobernó y que su objetivo es zafar de la Justicia y volver al poder. Los métodos son más viejos que la puerta. Se conocen desde que el mundo es mundo. Habrá que ver si alguien decide prestarles la  atención que merecen, antes de que sea tarde. 

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