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Brisbane: Gold Coast, experiencia gourmet y diversión en Australia

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El viejo Brisbane, en la entrada de la Gold Coast de Australia, era tan solo un puerto de río poblado por pescadores borrachos que se amontonaban en los oscuros pubs de la ribera.

A pesar del clima delicioso, el comer afuera o pasear por sus costas eran lujos virtualmente desconocidos. La gente seguramente asumía que la expresión “al fresco” era el nombre de algún pintor italiano.

Todo eso cambió dramáticamente. Estoy ahora frente a una ciudad confiada y sofisticada, con escaparetes adornados de palmeras, veleros anclados en la marina y todos esos detalles que nos harían definir a cualquier sitio como “cool”.

Ya en el aeropuerto es clara esa modernidad globalizada. La terminal internacional es muy vidriada, con la sensación de estar en contacto con el exterior. Se parece en algo a la nueva terminal de Ezeiza pero tres veces más grande, Los pasillos están llenos de negocios y la misma sensación de vida relajada que luego encontré en la ciudad con una muy buena decoración.

Hago la conexión al centro con Airlink Rail, un tren con paradas en las termianles de cabotaje e internacional que llega hasta el downtown por nueve dólares. También hay otro sistema de buses que llegan hasta el Roma Street Transit Center, (en downtown), operado por la compañía Coachtrans que cubre el trayecto por $ 7.

El cambio en Brisbane comenzó haca casi treinta años, cundo tuvo lugar aquí La Exposición Mundial de 1988. Gente de todas partes llegó a esta ciudad, trayendo con ellos nuevas actitudes culturales y valores que abrieron los ojos de los residentes a todo un mundo nuevo.

El sitio de la World Expo, sobre la ribera sur del cansino Rio Brisbane, ha sido transformado en uno de los lugares de “tendencia” de la ciudad, el espacio público conocido como SouthBank Parklands.

Con más de veinte restaurantes y cafés, una playa de arena, el South Bank Wildlife Sanctuary (con una gran colección de mariposas, aves, ranas y flamingos, y más de 20 hectáreas de jardines)  es un placer para recorrer y visitar. Y como yapa adicional, está abierto las 24 horas.

Brisbane ha crecido más rápidamente que ninguna otra ciudad australiana en los últimos veinte años. Aproximadamente entre 600 y 800 personas se mudan a la ciudad por día. En particular el Puerto de Brisbane se ha convertido en el centro de uno de los mayores distribuidores de comercio y turismo de Australia, el “Trade Coast Prescint” que cubre más 30 km2 incluyendo el aeropuerto internacional de la ciudad, al que llegué en un vuelo de Qantas desde Sydney. Este hub

entrega una combinación de transporte que incluye el rio y el mar, las carreteras y el trasporte por aire y trenes. En este desarrollo se ha invertido más dinero que en todos los otros puertos de ciudades australianas combinados.

En ese sentido el aeropuerto de Brisbane superó al de Melbourne en pasajeros transportados, posicionándose como el segundo de mayor tráfico de país, después del de Sydney.

Hacia el oeste del Southbank Parklands se abre una increíble oferta cultural que se conoce aquí como el Distrito de Arte, que alberga el Queensland Performing Arts Center y la State Art Gallery. Al ladito nomás encuentro la Biblioteca del Estado, abierta hace casi diez años. Son cuatro pisos de una arquitectura moderna que combina el acero y el vidrio. Sigo mi camino por la costa del río y me topo con la galería de arte contemóráneo más grande del país, The Gallery of Modern Art (GoMA), abierta en diciembre de 2006.

Conversando con el ex Mayor de la ciudad Campbell Newman me entero de que en su momento cuando el ejercía la intendencia, el gobierno del estado de Qeensland decidió un plan de inversión en infraestructura de 50 mil millones de dólares australianos (que prácticamente no tiene diferencias con el dólar norteamericano)

Hace unos años los llamados “prescints” pasaron a llamarse “villages”. James Street, en Fortitude Valley, era un lugar no precisamente apto para el turismo. Hoy ha sido dado vuelta de pies a cabeza, completamente reciclado, con un frente costero poblado de restaurantes y pubs, donde la cerveza autraliana, una especie de orgullo nacional, corre como en cascada.

La noche es divertida aquí, y después de comer, camino este lugar lleno de una atmósfera relajada como si los locales también estuvieran de visita, “turisteando”.

Brisbane es una ciudad que se caracteriza por su absoluta conexión entre el centro urbano y sus suburbios, incluidas las maravillosas montañas en Brookfield. La planificación urbana de la ciudad puso el acento en poder mantener un curso de crecimiento que mantenga esa conectividad. Ese es uno de los motivos, según Campbell, que han asegurado el extraordinario crecimiento operado en los últimos años.

Otras “villas” dignas de recorrerse y pasear por ellas incluyen el West End y la creciente ex zona industrial de Bulimia.

Lo mejor que define a Brisbane es su aura de dinamismo y creatividad, dentro de una atmósfera completamente relajada y tranquila, que un poco sigue el modelo australiano, que ha sabido combinar las delicias del desarrollo económico con los placeres de la vida.

Los días aquí son templados incluso en el invierno y el verano nunca es demasiado pesado, excepto quizás por unos pocos a días a finales de febrero y comienzos de marzo en donde aumentan la humedad y las lluvias. Seguramente esas bondades naturales han contribuido a la materialización de este boom.

Obviamente el turismo ha ido pari pasu con este crecimiento. El hecho de estar la ciudad en la puerta de entrada a ese paraíso australiano llamado Gold Coast (Palm Beach, Surfside Paradise)   

no ha hecho otra cosa que incrementar sus posibilidades de conexión y complemento entre una ciudad con todo lo que debe tener una urbe del siglo XXI con una franja bendecida por la naturaleza para los que adoran el sol, la vida tranquila, andar descalzos por la arena (y hasta por la calle) que es el estilo de vida que propone la vida marina que se extiende apenas unos kilómetros al norte.

Elegí particularmente un departamento completamente equipado para mi estadía aquí. Tengo mi propia cochera y todas las comodidades en la casa: cocina completa, un lindo living-comedor, un cuarto generoso con una vista hermosa sobre el Southbank, en una área residencial pero que combina tiendas y restaurantes, muy parecida a San Isidro, en Buenos Aires.

Siempre trato de vivir mis viajes lo más parecido posible a lo que haría un local y tener un departamento acerca esa imaginación un poco más. Campbell me cuenta que la opción se ha convertido en una de las que más creció como oferta de alojamiento no solo en Brisbane sino en todo este estado bañado por el sol.

De todos modos para los que quieran una vida de turista más convencional, hay hoteles buenísimos como el Marriott, con una atención excelente y espacios comunes llenos de obras de arte y valiosas antigüedades. Los cuartos ofrecen vistas extraordinarias del Brisbane River y el servico de desayuno buffet es uno de los más recomendados de la ciudad. Muchos que no se alojan en el hotel disfrutan el Sunday brunch, del que puedo dar testimonio, porque allí nos encontramos a conversar con el ex Mayor Campbell.

En el SouthBank no lejos de “mi” departamento está el Seville bien moderno, acero y vidrio básicamente. Bien cerquita del circuito de arte y con la posibilidad de tener también suites-departamentos equipadas con cocinas completas o kitchenettes, según sean las necesidades de cada uno.

El que alguna vez fue el Sheraton Brisbane se ha transformado hace unos años en una propiedad Sofitel, con toda la sofisticación de la cadena francesa, que incluyen un spa, centros de belleza, una piscina climatizada cubierta y un extraordinario restaurante de frutos de mar, el “Brisbane City Sidewalk Restaurant”, acompañado por una carta de vinos completísima, aprovechando otro boom australiano reciente, el de la industria vitivinícola. 

La gastronomía en Brisbane refleja también el crecimiento de la ciudad como destino turístico. Una cosa va con la otra. Indefectiblemente. “Il Centro” en  Eagle Wharf es una especie de institución. Ha ganado premios locales e internacionales, conocido por un servicio de atención soberbia. Como plato de entrada recomiendo el cangrejo y ensalada de palta o las vieiras con ravioles al pesto. Para el plato principal la torre de langosta o los ñoquis de papa y castañas asadas, o el cordero de la isla de Flinders especialmente alimentado a leche.

Para una cena relajada e informal el Cru Bar & Cellar es ideal, ubicado en James Street en Fortitude, con el estilo casual de Brisbane con las mesas mirando a la calle con bow windows muy cálidas que crean una gran conexión entre el interior y el exterior. Aquí como entrada, es muy bueno el cordero con nuez y, como plato principal, los linguini con condimentos orientales o el lomo de vaca alimentada a granos del valle de Burnett. Hay también una excelente oferta de quesos y vinos locales.

El Manx Restaurant está el el Portside Wharf tiene un magnífico salón con vista al río, complementado con algunas mesas afuera. Las porciones son generosas y el menú tiene una fuerte influencia europea principalmente orientado a los frutos de mar. Una de las mejores cosas de la experiencia en Manx es el viaje que se hace relajadamente en el City Cat Ferry, todo iluminado y con la noche dibujandose en Portside. 

Luego de cualquiera de estas buenas experiencias gourment, la noche puede seguir en alguno de los bares que concentran la música y la diversión. Por las noches Brisbane se mueve como la jalea en un terremoto, dicen por aquí.

En James Street Village, en Fortitude Village, el Alhambra Lounge es uno de los bares más visitados tanto por locales como por turistas. Con un gran ambiente ofrece música variada, espacios privados y un área VIP muy bien puesta. También en Fortitude el Sunbar atrae muchos de los mejores DJ’s de la ciudad.

La Village of West End es probablemente la que más está creciendo en el sentido de convocar las tendencias últimas de la ciudad en cuanto a música, moda y “lugar para ser visto”.

Alli posiblemente el lugar más de onda hoy en día es el Zomba Bar que está abierto hasta las dos de la mañana todos los días salvo los lunes. Hay que entender que la cultura australiana respecto de  la noche difiere en duración cuando se la compara con  nuestros patrones que genarlemente son las laxos y extensos.

Dado el clima excelente (“Brillante hoy, perfecto mañana”, de acuerdo a un popular refrán de la ciudad) las actividades durante el día también desbordan.

Un par de párrafos de los lugares en los que estuve en esta visita. The Desert, es un extraordinario programa para disfrutar de la playa, con dunas increíbles en Moreton Island, a menos de una hora del centro de la ciudad vía una lancha súper rápida.

También allí en Moreton Island visito Tangalooma Harbour, donde se puede apreciar a los delfines y hasta darles de comer en la boca. Aquí en Tangalloma Wild Dolphin Resort no se puede nadar con ellos pero si entrar al agua y ofrecerles alimento que ellos toman de un modo increíblemente suave de la palma de la mano. Practicamente la totalidad de la isla es un paruqe nacional, por lo que comúnmente se la conoce como el “Jardín de Brisbane”.

En algún sentido la ciudad entera parece compartir la cultura de Moreton Island y de los delfines: relajada y tranquila pero vibrante y creativa. Mientras otras ciudades parecen envejecer conforme el tiempo pasa, Brisbane parece que se hace más joven, más atractiva y más viva.

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