Aruba

Una vez más la clásica obviedad argentina

Muchas veces advertimos desde aquí que, con ser graves todas las cuestiones económicas y financieras que conocemos, no son los temas que más deberían preocuparnos.

Por detrás de ellas y de las acarraladas de atención que ellas, consciente o inconscientemente, succionan, se cuelan las verdades gravedades de tener un gobierno como el que asumió el 10 de diciembre.

Esas preocupaciones actúan como el anverso y el reverso de una misma moneda: se trata, por un lado, de la pérdida de los derechos civiles a manos de un régimen que instaure una casta privilegiada en el Estado y un pueblo miserablemente “igualitario” en el llano  y, por el otro, de la convergencia cotidiana de una vida insegura pendiente del delito, de la droga y del narcotráfico.

Guste o no, durante la administración de Patricia Bullrich al frente de la cartera de seguridad del presidente Macri, los homicidios, por ejemplo, bajaron casi 30%. Hoy, solo en Rosario, llevamos 31 en lo que va del año, muy cerca de uno por día.

Los homicidios son un tipo de crímen que no entran en la ambigüedad de las estadísticas que dependen de la voluntad de un denunciante. En efecto, muchos adherentes al abolicionismo y al falso garantismo, tienden a ningunear las estadísticas diciendo que no son confiables porque se basan en denuncias que la gente no hace.

Sin perjuicio de que el argumento es completamente pueril porque si ellos mismos admiten que hay delitos que no se denuncian pues los resultados en todo caso serían mucho peores.

Pero más allá de eso, ese argumento para infradotados no funciona con los homicidios. Los homicidios son muertes y las muertes no se pueden ocultar porque hay familias detrás de los muertos que ponen esos hechos en los diarios. Por lo demás, si hubiera homicidios que no se conocen, también la situación sería peor.

Muy bien, desde que el Frente de Todos asumió los hechos de inseguridad volvieron a las noticias. Lo único que faltaría ahora es que la Sra. Fernández, por ejemplo, diga que eso prueba la “conspiración mediática”, para tener el cartón lleno.

Ayer balearon a una persona que quedó cuadripléjica en el estacionamiento de un shopping, mientras las autoridades del gobierno discutían si en la Argentina hay presos políticos.

Como se sabe este tipo de régimen apoya una de sus patas de dominación en el aflojamiento de las normas penales, en el ninguneo de la policía y en el soltarle la mano de toda defensa a las fuerzas de seguridad.

Con ello se deja el campo orégano para que los delincuentes salgan a la calle a intimidar a la sociedad. A su vez una sociedad intimidada, apabullada, arrinconada por los tiros y los malvivientes, está menos inclinada a pensar en los derechos que está perdiendo por otro lado: su atención solo se centra en mantenerse segura.

El incremento de la inseguridad, que, repito, adelantamos aquí en cuanto Fernández ganó (no porque seamos unos genios sino porque las tácticas de dominación son tan obvias, tan viejas y han sido aplicadas tantas veces en la Argentina y en el mundo que solo hay que tener los ojos un poco abiertos y un poco de memoria para anticiparlas) es una herramienta más del plan para consolidar en la Argentina un sistema medieval en el que unos pocos (el funcionariado) vivan como reyes y el resto como miserables limosneros.

La inseguridad creciente (desde que asumió el dúo Fernández/Frederic) estaba escrita en los manuales más elementales de la idiotez argentina. Era obvio que iba a ocurrir. Lo dicen las leyes de la física: a determinados antecedentes, tales consecuentes.

La sociedad debe estar muy atenta a estas cuestiones. Es lógico que las preocupaciones económicas lleven gran parte de la energía nacional. Pero todos deberíamos tener claro a esta altura que todo forma parte de una estrategia de dominación social para quedarse con todo: preocupación económica, aflojamiento de la seguridad callejera, debilitamiento moral, en fin, todo se endereza, a paralizar la mente de las personas para que éstas no adviertan como sus derechos, su propiedad, su radio de acción, y su mismísima vida ya no le pertenecen.

Yo entiendo que muchos puedan tildarme de exagerado. Salvando las distancias que quieran, fue el mismo argumento que usó Chamberlain para no advertir a tiempo lo que significaba la amenaza nazi. Cuando quiso reaccionar era demasiado tarde: Hitler ya hacía y deshacía en media Europa.

Estamos frente a una amenaza similar en cuanto a los derechos. Quizás no tenga los costados espeluznantes que el mundo conoció de otros extravíos. Quizás sea una versión suave de un totalitarismo light. Pero contiene todos los ingredientes de sus hermanos mayores: el debilitamiento de la sociedad por la vía de varias herramientas para que su conquista sea más fácil.

Esmerilar los resortes que mantienen seguras a las familias es una de esas herramientas. Ya pasó. Está volviendo a pasar. No hay manuales nuevos. Todo ha sido escrito ya en materia de dominación, de pérdida de derechos y de arrebato de las libertades civiles.

El que quiera oír que oiga.

>Aruba

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.