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Respuestas no esperadas

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Carlos Tevez suele tener salidas que denotan su paso por Europa. En medio del desastre del fútbol argentino, con un campeonato que no se sabe si va a comenzar, con una AFA intervenida y fundida, con clubes que no pueden pagar sus deudas y exigen más dinero, el delantero de Boca fue contactado en su carácter de capitán del equipo por sus colegas de las divisiones de ascenso para que la primera división se solidarizara con ellos y no comenzara el campeonato.

Consultado Tevez por la prensa, tuvo una respuesta que me gustaría rescatar, un poco como continuidad del comentario de ayer respecto de lo urgente que resulta cambiar la cultura del país si es que queremos avanzar y salir de la pobreza.

El ex jugador de la Juventus dijo “la verdad, el pedido nos pone en una situación incómoda… Nosotros estamos al día en Boca. No nos deben un peso. Tenemos una obligación con el club y con el hincha que hace 4 meses que no tiene fútbol… Incluso hay muchos que están dejando de pagar la cuota porque no pueden ir a la cancha… No me parece justo para con ellos. Es cierto que uno entiende a nuestros pares y que ellos están pasando una situación difícil, pero a nosotros se nos pone en un lugar incómodo con este pedido que nos hacen…”

Tevez podría haberse envuelto en la sempiterna bandera de la demagogia populista argentina y salir en defensa de los jugadores del ascenso. Pero no. En un acto reflexivo puso en la misma balanza las dos situaciones y confesó que a él la situación lo incomodaba.

No es común que alguien tan identificado con los “sentimientos populares” como Carlos Tevez (no en vano ha sido bautizado como “el jugador del pueblo”) deje de lado ese tachín tachín, piense y emita una opinión dosificada y equilibrada sobre un tema tan proclive a hacer “fulbito para la tribuna”.

No hay dudas de que el Tevez que volvió de Europa es muy distinto al que se fue. Ya en otra ocasión y con un costo “político” no menor para él, había salido a dar su opinión sobre la impresión que le causó ver la situación de Formosa, en donde, paredón de por medio, había dos realidades: la del hotel 5 estrellas al que iba Boca, y la del formoseño común que vivía sumido en la pobreza y en el hambre.

Los propios formoseños, para quien Tevez era un ídolo, salieron a matarlo. Le dijeron “villerito europeizado”, como si le endilgaran el sacrilegio de haberse ido y de haberse infectado con la influencia de otra cultura; como si su designio debiera haber sido no salir de la villa.

Esa condena por creer que Tevez contaminó su cultura, manifiesta un encierro mental que impide cualquier progreso: el argentino no solo vive aislado, sino que quiere vivir aislado y no perdona al que se ha integrado al mundo, abriendo su cabeza a otras realidades.

Ahora Tevez vuelve a dar ejemplo de que su cerebro, al haber estado expuesto a otras influencias, funciona de otro modo y que no necesariamente coincide con el pensamiento masa.

Imaginen si todos los argentinos pudieran pasar por la experiencia de Tevez. El país sería otro. Si todos pudieran ver con sus propios ojos cómo funcionan otras culturas, cómo resuelven sus problemas y qué cuestiones toman en cuenta antes de tomar las decisiones, la Argentina sería una nación muy diferente de la que es.

Naturalmente ese proceso es muy difícil porque no se puede despachar en viaje “de impregnación” a todos los argentinos a distintos países del mundo para que vuelvan con el cerebro abierto. Pero sí se puede encontrar un sustituto de los viajes en la educación: en lugar de llevar a los argentinos a otras culturas, se traen esas culturas aquí, en la forma de libros, lecturas obligatorias en los colegios, repaso de casos reales, estudio de los órdenes legales de otros países, en fin, un abanico de herramientas para zambullir a los chicos –y a los no tan chicos- en los valores del progreso.

El film “En Busca de la Felicidad”, protagonizado por el actor afroamericano Will Smith, por ejemplo, debería ser un material extracurricular obligatorio en todos los colegios primarios y secundarios del país. Lo mismo que “El Partido más Grande de la Historia” que cuenta la historia del juvenil campeón de golf Francis Ouimet.

Un país atenazado y en guerra contra la “infiltración” cultural, morirá poniendo incómodos a muchos “Tevez”, que quizás opten por irse a vivir a otro lugar. La cultura del atropello, de ganar porque “somos más, más fuertes y más malos” nos hundirá en la miseria, en el grito y en el apriete.

De nada vale entrarle a Tevez porque se rebela contra la pobreza en Formosa o porque no termina de  comprar la demagogia de la huelga. Al contrario deberíamos tratar de averiguar qué le pasó a ese muchacho del que esperábamos unas respuestas cuando nos sorprendió con otras.

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