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República y tomates

Finalmente las listas se cerraron. Pero por la experiencia argentina ahora vendrán las impugnaciones, las denuncias… Es normal, en un país anormal.

Pero las listas son secundarias en las circunstancias actuales del país. Aquí están en juego la democracia y la república. ¿Se pueden medir la democracia y la república por el precio de una lata de tomates?

¿Qué hubiera dicho Belgrano, el “amante” de la jefa de la banda? ¿Hubiera entregado los altos valores de la patria (no del Instituto) porque la gente tenía problemas?

Los problemas de la gente aumentaran con el robo, con la delincuencia, con la corrupción, con el totalitarismo, con el silenciamiento de las voces, con el amañamiento de la verdad.  

Todo eso es el kirchnerismo. Sí, todo eso: totalitarismo, mentiras, robo, delincuencia.

Es obvio que alguna vez la Argentina deberá preguntarse porque toda esa calamidad tiene chance de que la gente los vote en una cantidad suficiente como para ganar. Porque esa es la pregunta de fondo: ¿de qué esta hecha una sociedad que vota delincuentes?

Es una pregunta lascerante, que lastima las entrañas del país. ¿Puede haber tanta gente zombie, dispuesta a votar ladrones? ¿La Justicia debería haber actuado con rapidez para poner a los delincuentes en la cárcel? ¿El gobierno atizó esa lentitud para tener un contrincante corrupto con quien discutir, apostando a la “moralidad” argentina y ahora el tiro le salió por la culata porque resulta ser que la sociedad argentina no es tan “moral”? Son preguntas muy de fondo que se alejan de la coyuntura de las listas.

¿Qué deberían hacer los demás que están en esas listas, cuando la democracia y la república están en juego? ¿Qué deberían hacer los Lavagna, los Espert, los Centurión? ¿Qué hubiera hecho Mariano Moreno si la suerte de la libertad hubiera dependido de su alejamiento? ¿Están presentes aquellos valores en los “enlistados” de hoy? ¿O todo se ha degradado de tal manera que ahora todo se reduce a aferrarse a una banca?

Los chismes que se escucharon entre el viernes y el sábado acerca de lo que estaba sucediendo en ambas márgenes de la grieta eran para llorar: gente agolpada en pasillos esperando recibir su conchabo. De cuarta. ¿Puede hacerse un país de 10 con gente de cuarta? Difícil.

La Argentina ha perdido toda jerarquía, toda categoría. Es un país flojo, un país que soporta el escarnio. Un país que aguanta ser sodomizado y podría votar ser sodomizado de nuevo. En otros lugares no pueden creerlo. Sencillamente. Lo miran y no lo pueden creer.

La Argentina necesita limpiar este aguantadero de delincuentes. Y eso pasa por introducir una reforma del sistema electoral que elimine las listas sábana. En esa parrafada de nombre ignotos van colados los que roban y los que apañan el robo, llevándose su parte, por supuesto.

Ese sistema antidemocrático y anticonstitucional debe terminar. ¿Inconstitucional? ¿Por qué?, preguntará alguien. Pues sencillamente porque la Constitución dice que nuestro sistema es republicano, “representativo” y federal. La lista sábana atenta contra la representatividad del sistema porque sencillamente la gente no conoce a quienes vota.

Nadie supararía el desafío de nombrar al candidato a diputado número 9 de las listas principales. Ni te hablo de las que no mueven el amperímetro.

Este sistema ha envilecido la política. Ha llevado al Congreso a un conjunto de gente mal formada, inculta, sin prepración.

En los años de oro de la Argentina, cuando el país era el primer PBI del mundo, de los discursos en el Congreso podían hacerse libros, podían sacarse ideas de alto vuelo.

Hoy el Congreso, en especial la Cámara de Diputados, es un foro de baja estofa, sin jerarquía, sin cultura. Dan vergüenza.

Todo eso es el mundo de las “listas”. Medio país atrás de eso el sabado por la noche. Los canales de TV con programas especiales, a ver quién confirmaba primero la conformación, como si eso tuviera algún merito. ¡Si la gente no tiene la menor idea de quiénes les hablan!

¿Cómo elevar el nivel del país? No hay dudas frente a esta pregunta: con educación. Si la Argentina no califica su estructura educativa, si no la mejora, si no la eleva, seguiremos prefiriendo delincuentes. Porque no hay dudas que los delincuentes tienen chances en la medida en que la sociedad no pueda distinguir el bien del mal y confunde la república con el precio de una lata de tomates.

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