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Máximo y Axel, dos buenos chicos

Máximo Kirchner acaba de salir embravecido a quejarse con furia porque María Eugenia Vidal salió a decir en un reciente reportaje que si Kicillof gana, quien gobernará la provincia será La Campara para preparar el terreno para “Máximo 2023”.  Kirchner dijo que la gobernadora de Buenos Aires estaba haciendo “campaña sucia”.

Se trata de una confesión brutal de que para hacer campaña sucia (es decir, salir a decir cosas que asusten a la gente) hay que mencionarlo a él y dejar entrever que La Cámpora gobernará la provincia para preparar el terreno para la llegada al gobierno de él mismo en 2023. 

Es el propio Máximo Kirchner el que admite que su nombre, el de La Cámpora y la perspectiva de que él pueda ser gobierno en el futuro, asustan a la gente.

Nunca antes la política argentina había escuchado una confesión así, salvo cuando Axel Kicillof se muestra ofendido cuando lo llaman “comunista”. Acusar a alguien de querer asustar a la gente por la vía de nombrarlo es como decir “efectivamente: soy una amenaza pública”. Ofenderse porque lo llamen a uno por lo que es -es decir, comunista- es admitir que el conjunto de ideas en las que uno mismo cree es una basura.

Este espectáculo gratuito tiene, sin embargo, un enorme valor. Efectivamente, Máximo Kirchner es una amenaza pública. Efectivamente La Cámpora significa un  peligro político de magnitud en la Argentina porque es un grupo violento, antidemocrático, patotero, totalitario, que no cree en las instituciones y que se financia con el robo.

También es bueno que Axel Kicillof se muestre ofendido cuando lo llaman comunista porque es una manera de decir que sólo propicia esas ideas por la enorme envidia que le carcome las entrañas y por el resentimiento que guía sus acciones. Está claro -porque si no, no se ofendería- que ni él puede defender ese conjunto de sandeces que generaron la hambruna de todos los países que tuvieron la desgracia de padecerla. 

Kicillof es comunista porque aspira a ser un jerarca del régimen y los jerarcas en el comunismo constituyen una casta desigual que -chupándole la sangre al pueblo- vive como los reyes de la Edad Media mientras la gente se caga de hambre, igualitariamente.

Tanto Máximo Kirchner como Kicillof constituyen hitos, mojones teatralizados de un conjunto de ideas que, cuando se dicen, ofenden hasta aquellos que las sostienen. Debe tratarse del más escatológico conjunto de creencias: aquel que causa la reacción en contrario de sus propios sostenedores.

Vamos a suponer que Vidal haya querido infundir miedo en el electorado, nombrando a Máximo Kirchner, a Kicillof y a La Cámpora; vamos a suponer que se quiso prevenir a la población de que el plan es que gobierne Maximo Kirchner en 2023; vamos a suponer que la gente quiere insultar a Kicillof, llamándolo “comunista”. Si todas esas estrategias son útiles a los fines perseguidos, es decir si la gente se asusta de escuchar el nombre de Máximo Kirchner y de Kicillof, si se espanta de pensar que podría gobernar La Cámpora y si considera que ser comunista es un insulto, entonces la “sucia” no es la campaña sino ellos. Y lo que ofensivo no es la gente, sino lo que ellos piensan.

Más que campaña sucia lo que Vidal hizo fue describir un futuro posible. Si la gente se asusta de ese futuro posible porque en él están Kirchner, Kicillof, La Cámpora y el comunismo, la culpable de la situación no es Vidal, ni mucho menos la gente. Los culpables son Kirchner, Kicillof, La Cámpora y el comunismo.

En alguna medida resulta reconfortante saber que Kirchner y Kicillof están preocupados por el efecto electoral que puedan tener las palabras de Vidal. Porque eso significa que son conscientes de que la gente considera que sus ideas son una mierda y que solo implican el empobrecimiento de la mayoría y el enriquecimiento de ellos.

Efectivamente es una ofensa ser de La Cámpora y ser comunista. Una persona de buenos sentimientos debería ofenderse si le dijeran eso. Quizás estemos encontrando detrás de Máximo y de Axel, dos buenos chicos, después de todo… O no?  

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