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Más definiciones sinceras

El impresentable Horacio González -que podría utilizar mejor su tiempo aseando su persona- acaba de decir que hay que reescribir la historia para darle una valoración positiva a los guerrilleros de los ‘70. Si, si a aquellos que asesinaron a casi 2000 inocentes hay que reivindicarlos y -supongo, según él- elevarlos a la categoría de héroes nacionales.

Acto seguido, González dejó en claro que según su parecer, Cristina Fernández debe ser la jefa suprema de lo que viene porque es ella “quien abrió paso a esta nueva etapa”.

Seguramente esa etapa, que González considera abierta por Fernández y a punto de recomenzar, deberá contener, como estandartes distintivos, las banderas de los guerrilleros  asesinas y deberá guiarse por las consignas que aquellos decían defender.

Más allá de lo que diga y haga el otro Fernández (Alberto) hay muchos “Horacios González” en el llamado Frente de Todos. 

Y, paradójicamente, son ellos los que mejor reflejan la verdad de aquello a lo que el espacio aspira: la implantación de una dictadura populista del proletariado que de proletariado solo tendrá el nombre demagógico detrás del cual se volverá a esconder la banda de criminales que gobernó el país entre 2003 y 2015 y de la cual González fue un agente de propaganda a sueldo.

Cuando la sociedad indecisa se pregunte qué es el Frente de Todos deberá responderse con las imágenes de bombas asesinas explotando por la calle y matando a inocentes que inoportunamente pasaban por allí; deberá responderse con el recuerdo de cientos de conscriptos muertos porque la ley y su edad los habían puesto en el lugar equivocado en el momento inoportuno; deberá responderse con la oratoria de Firmenich y Santucho, con las banderas y consignas de Montoneros y el ERP. No lo digo yo: lo dijo Horacio González, el mismo que reclama la jefatura suprema de Cristina Fernández.

Todos aquellos que tengan dudas sobre lo que hay detrás de Alberto Fernández debería escuchar a Horacio González, porque eso es lo que hay detrás: dictadura, bota militar, pensamiento único, muerte, confiscación, odio de clases. Eso es lo que hay. Repito: no lo digo yo, lo dicen ellos.

Detrás de este modelo se enfilan “el nuevo orden”, “el control de los precios y las ganancias”, “la democratización de la Justicia”, “la función social de la propiedad”, “el servicio de Justicia”, “la jefatura suprema “, “la venganza de las masas”, “los derechos del ‘pueblo’ por sobre los derechos de las personas”, “la concentración del poder en el líder…”

Esto es lo que va a ocurrir. A por esto vienen: por el dinero, por el poder, por la riqueza, por la propiedad, por la libertad de expresión, por el absolutismo y la dictadura nazional y popular. Esa y no otra es la reivindicación positiva de los ‘70. Si el proceso va a incluir la muerte de inocentes (como incluyó en los ‘70) dependerá de la docilidad que muestre el resto de la sociedad. 

Si esa parte de argentinos decide oponerse a esta prepotencia militar, seguramente habrá muertos. La soberbia armada que tan bien describió Pablo Giussani no tolerará desvíos. No está vez. Este será su tercer intento. Y todos saben lo que dice el popular refrán.

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