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Macri y Massa a Davos

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La reunión del Foro Económico Mundial en Davos constituye una cita de primer orden en el mundo de las inversiones, el crédito internacional y la cooperación económica entre los países.

Por supuesto de la mano del kirchnerismo barato, la Argentina estuvo doce años ausente de ese cónclave al que seguramente se veía como la quintaescencia de la entrega y la rendición.

Como si estuviera en una guerra contra todo la Argentina de los Kirchner encendieron focos de incendio aquí y allá, inventando enemigos, armando conatos de guerra contra medio mundo, trasmitiendo el mensaje de que ser argentino era poco menos que ser un paria en rebelión contra media humanidad.

Visto en retrospectiva, llama la atención que la ceguera aldeana de un conjunto de personas muy mal formadas haya captado la atención y el apoyo de tantos millones de argentinos durante tantos años. Y si eso es de por sí notable, lo es mucho más el hecho de que para una porción importante de la sociedad esos parámetros de pensamiento siguen aún vigentes.

En efecto, no puede negarse que el mensaje de falso nacionalismo, de una argentinidad fallida, antigua y más emparentada con la bravuconada que con la real superioridad del país, sigue teniendo un amplio soporte en varios sectores sociales.

No caben dudas de que esa baratura del pensamiento tiene que ver con la caída monumental de los niveles educativos del país que han criado a generaciones de argentinos en una mentalidad cerrada, pobre, miedosa, no competitiva y, fundamentalmente, muy ignorante del mundo exterior.

Esa concepción, naturalmente, le ha sido funcional a una manera de gobernar el país y de tener a gran parte de la sociedad presa de creencias sectarias, místicas, que han generado una dirigencia que ha apoyado su éxito en el grito carismático antes que en el conocimiento y en la formación profesional.

Por lo tanto el regreso de la Argentina al Foro de Davos no solo tiene como actractivo el hecho de que el país vuelva a estar en contacto con el mundo económico productivo y en el que se deciden los movimientos de inversiones más importantes sino que el presidente haya decidido ir acompañado de un representante de la oposición, dando la imagen de un país civilizado, y en armonía no sujeto a los caprichos de un líder iluminado.

En un primer momento parecía que esa persona iba a ser Daniel Scioli, pero el estallido de la crisis en la provincia de Buenos Aires, motivada por la fuga de los tres condenados por el triple crimen de Gral Rodriguez, produjo un cambio de planes.

El comportamiento del ex gobernador frente a lo sucedido con los prófugos de la cárcel de Gral Alverar hizo que el gobierno de Macri reviera su postura. En efecto, se esperaba otra reacción de Scioli frente a lo que ahora debe enfrentar Vidal. Sin embargo el ex campeón de motonáutica prefirió dar a entender que con él esto no hubiera pasado. También defendió férreamente a Ricardo Casal quien fuera su ministro de seguridad y a quien Eliza Carrió, integrante fundamental de Cambiemos, tiene sindicado como uno de los responsables de la connivencia entre el submundo del delito y la política.

Será ahora Sergio Massa quien acompañe al presidente a Suiza. La movida quizás pueda interpretarse como una señal al peronismo histórico que es el que, curiosamente, tiene que gobernar en varias provincias e intendencias del país.

En efecto, más allá de las consideraciones sobre el apelativo que en la sociedad siguen tendiendo las posturas cerradas y de escasa integración mundial, quienes han obtenido el derecho a gobernar en varias jurisdicciones del país, son expresiones del peronismo moderado que siempre han visto con recelo las excentricidades de los Kirchner.

No hay dudas que Sergio Massa simboliza ese pensamiento peronista no-K que también tiene una responsabilidad mayúscula en este momento de la Argentina.

Esa porción del peronismo debe decidir que hace con el cristinismo, con el camporismo y con el kirchnerismo. Algunos son terminantes en decir públicamente que “esos” no son peronistas.

Muy bien, entonces, como dice ese agudo analista que es Fernando Iglesias, son ellos los que deberían tomar la decisión de expulsarlos del “peronismo”. Si es verdad que existe un peronismo republicano, democrático, respetuoso de la armonía social y de la alternancia democrática, es ese peronismo el que debería tomar una medida de política partidaria interna con quienes representan el sectarismo, el fanatismo, la negación del otro y la idolatría del personalismo.

Un viaje suele acortar los tiempos en que las personas se conocen e intiman. Los viajes tienen la particularidad de hacer entrar en confianza a personas que deberían pasar mucho tiempo viéndose bajo otras circunstancias para llegar a tener el nivel de confianza que adquieren cuando viajan juntas.

Por eso, al lado de las ventajas mundiales que para la Argentina, tiene este viaje a Davos, se le suma ese ingrediente inmedible que consiste en la construcción de una relación confiable y duradera entre el gobierno y la oposición.

Esta claro que Massa es hoy uno más de los que se disputa ese liderazgo del peronismo “histórico”, no K, democrático y alternante. No es el único. Ese peronismo también deberá resolver esa interna pronto. Macri quizás este metiéndose a jugar esa interna, invitando al hoy diputado, ex intendente de Tigre y ex candidato presidencial a este viaje importante.

No hay dudas que la Argentina no tiene futuro sin civilización política. Ojala que hechos como este sean aprovechados por los protagonistas para dejar atrás una época de fanatismos para ingresar a otra de razonabilidad y convivencia armónica.

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