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Macri en España

Mauricio_Macri_se_reunió_con_el_presidente_del_gobierno_español_Mariano_Rajoy_8074245602-680x365El gobierno espera, a partir del martes, encontrar en el terreno internacional algo de respiro a lo que fueron las últimas semanas de política local, en donde un compendio de torpezas propias lo hizo trastabillar inútilmente.

El presidente Macri y una comitiva importante de funcionarios, ministros y unos 200 empresarios locales visitarán durante cinco días la capital española.

El gobierno de ese país y el propio rey Felipe VI le han dado al acontecimiento una pompa inusitada. Parte del palacio de El Pardo estará a disposición del presidente y de su gente. Felipe y Rajoy lo recibirán en sendas reuniones bilaterales. Macri inaugurará una muestra cultural –la feria ARCO- en donde la Argentina será el país estrella. El presidente también dará una recepción de gala a sus anfitriones.

España hace más de un año un medio que no organiza una visita de Estado y –a decir verdad- fuera de las cumbres multipaíses, hoy son muy esporádicas las visitas de la plana mayor de un gobierno a otro país en medio de pompas y circunstancias.

No hay dudas de que el objetivo del presidente es darle una vuelta más de rosca a su convocatoria a los inversionistas internacionales. Es verdad que Macri confiaba en que un triunfo de Hillary Clinton lo ayudaría a afianzar el lazo que había construido con Obama y, a partir de allí, convocar a las inversiones norteamericanas como una punta de lanza de la recuperación económica y del empleo.

El triunfo de Trump lentificó ese proceso. No creemos que lo haya destruido por completo pero sí que hizo que se ralentizara. Por eso España, que llegó a ser el segundo inversor más importante en la Argentina a partir de los años ’90, se presenta una vez más como una puerta de entrada para que el país convenza a Europa y al mundo de que su regreso a la comunidad internacional es una decisión que no tiene retorno.

El presidente jugará allí una carta importantísima en un momento clave. Las señales de enero habían sido positivas en lo económico: baja de la tasa de inflación, crecimiento del empleo y crecimiento leve del nivel de actividad. A este escenario le falta velocidad y masividad: es preciso que rápidamente lleguen inversiones productivas a gran escala.

Seguramente el gobierno presentará sus ambiciosos planes de infraestructura y obra pública para convencer a los empresarios españoles sobre los distintos campos de actividades a los que se pueden sumar en el país.

Quizás sea también una ocasión para suavizar o resolver el conflicto que enfrenta a Telefónica con la interpretación gubernamental sobre la regulación del sector. Aunque los acuerdos por Vaca Muerta y el régimen laboral especial para esa explotación entusiasman a muchos, habrá que ver qué ocurre con Repsol, la compañía que fue despedida a patadas en el traste por Kicillof.

De todos modos, y aun cuando la nueva aproximación a la compañía petrolera pueda ir lentamente, no caben dudas que el viaje es crucial para el presidente.

En un momento en que las relaciones entre los países atraviesan las honduras del “trumpismo” y de que éste haya ayudado a que en otros lugares fuera de los Estados Unidos, también surgieran movimientos aislacionistas y separatistas, la postura argentina puede aparecer como un fenómeno contracíclico interesante que convoque las voluntades de los dueños del capital y de aquellos que controlan los flujos de inversiones y del dinero.

No es una novedad que todo momento de crisis puede ser también uno de una inmensa oportunidad si se aprietan los timbres correctos. Es curioso porque la Argentina siempre fue contracíclica en el sentido inverso: cuando el mundo disfrutaba de las dulzuras del libre comercio, el país se enroscó en un proteccionismo cerril que lo hizo caer literalmente del mundo.

Ahora, que es gran parte del mundo el que parece querer tomar ese camino poco menos que cavernícola, la Argentina aparece con voluntad de apertura y hace un llamado urbe et orbi a todas las inversiones del mundo que quieran regar el suelo argentino.

Los dueños del dinero no son estúpidos para detectar oportunidades. Los líderes políticos pueden alardear a los cuatro vientos nuevas “ondas políticas”, pero si ellos están convencidos que afincarse en un lugar puede ser un negocio, dejaran a aquellos hablando solos e irán donde su instinto y sus pálpitos les indiquen.

Obviamente si no son estúpidos para dejarse seducir por los gritos de un político tampoco son estúpidos para dejarse seducir por una melodía sin pruebas y por un ruego sin evidencias. Macri deberá demostrarles que lo suyo no es un mero paso inadvertido por el poder sino el resultado de un cambio profundo que se produjo en la sociedad argentina que ahora está dispuesta a integrarse a las reglas normales de la comunidad internacional.

Esperemos que el presidente y su gente estén inspirados en ese sentido. Reproducir en estas presentaciones las torpezas internas que caracterizaron las últimas semanas obviamente no ayudará. Allí en un ambiente de CEOs deberá relucir ese costado brillante de quienes hoy tienen en sus manos los destinos de la Argentina. Llegó la hora de demostrar que los éxitos que consiguieron en el sector privado pueden materializarse en el sector público, cuando del otro lado tengan a quienes, como ellos, saben cuántos pares son tres botas.

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