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Los combativos gremios docentes a la carga

Como consecuencia de las obligaciones de la provincia de Buenos Aires, el gobernador Axel Kicillof decidió postergar el pago de una deuda que el gobierno provincial mantenía con los docentes.

Llama poderosamente la atención la tibieza de la reacción de los gremios y de los sindicalistas, incluido, obviamente, Roberto Baradel, especialmente cuando se compara este comportamiento con el que esta misma gente tuvo durante la gestión de María Eugenia Vidal en la provincia y Mauricio Macri en la Nación.

Resulta hasta tragicómico imaginar cual hubiese sido la reacción de los gremios ante una decisión similar de aquellas autoridades, más aun cuando la razón por la que se dice que los pagos se postergan es que es para atender los compromisos con los bonistas.

Imaginen ustedes las marchas, los improperios contra el imperialismo opresor, los paros, la suspensión del inicio de clases que habríamos tenido si esto hubiera ocurrido con el gobierno anterior.

Ahora los sindicatos se han limitado a “lamentar” la decisión y a “pedir” que la cuestión se solucione “lo antes posible”. Es notoria la súbita llegada de un aire de razonabilidad y civilización a los gremios. Uno no sabe si celebrarlo, reírse a carcajadas o mandarlos a la reverendísima casa de su madre.

El gobierno también adelantó, más allá de los shows para la tribuna del ministro Trotta, su intención de entregar, como aumento, una suma fija. Frente a esto los sindicatos han dicho “es una barbaridad que no haya cláusula gatillo, pero nuestro gremio no está pensando en medidas de fuerza que hagan que no empiecen las clases” (sic, Miguel Ángel Díaz, dirigente de UDOCBA).

Estos mismos gremios enviaron a los chicos a las casas durante semanas en el comienzo del año lectivo 2019 aun cuando el acuerdo que ofrecía Vidal garantizaba el acompañamiento de la inflación, justamente por la vía de una cláusula gatillo. Aun así fueron al paro.

Repito es notable la súbita responsabilidad patriótica que ha imbuido a todos estos dirigentes que durante cuatro años sumieron en el desasosiego a miles de familias que veían su normalidad alterada por los paros salvajes declarados por esta misma dirigencia.

Sobre la postergación, Díaz explicó que corresponde “a un pago de diciembre que se debía hacer ahora y el gobernador lo pasó para marzo porque no llega con sus fondos”. Un divino el tipo: sale a explicar con todo cariño lo que le está pasando al pobre gobernador.

El dirigente que manifestó su apoyo al Gobierno de Kicillof, pidió que “debe cambiar el modo de incertidumbre que predominó en la gestión de Mauricio Macri a un modo de certidumbre. El Gobernador debe salir rápido de esta situación”.

La pregunta es si lo que Díaz llama “modo incertidumbre” no estaba causado y provocado a propósito por la actitud de gremios como el que él dirige que tanto en la provincia como a nivel nacional no le dieron un segundo de sosiego a la administración de Cambiemos.

Baradel, a todo esto, en un arranque de furia, escribió en su cuenta de Twitter “para el SUTEBA el salario de los docentes, la inversión en infraestructura y en comedores escolares siempre fueron, son y serán una prioridad”. Tremenda la enjundia del pelilargo ex celador de colegio secundario que, por un octavo de esto bajo el gobierno de Vidal, hubiera incendiado La Plata y cortado la autopista a la capital de la Provincia. ¡Suspender un pago a los docentes, para pagarles a los bonistas! ¡Va de retro, capitalista salvaje; imperialista gusano!

Pero ahora no. Baradel, utilizando la ultracapitalista herramienta de Twitter, la red social del pajarito nacida en el corazón del infierno yanqui, advierte que para SUTEBA los “docentes son una prioridad”.

La verdad es que ver esta hipocresía peronista recargada, elevada a la enésima potencia, groseramente expresada y obscenamente expuesta, da bastante asco. Obviamente nadie puede decir que el gobierno de Vidal e incluso el de Macri hubieran sido un lecho de rosas si las reacciones sindicales frente a lo que había que hacer hubiesen sido éstas. Pero está claro que la sociedad habría vivido en un clima de mucha menor crispación, de menos enfrentamiento y de mejor humor.

Todo lo cual nos vuelve a llevar a la conclusión de que todos estos agentes orgánicos del caos trabajan día y noche para la consecución de un fin: cuando están en el gobierno, profundizar y expandir su poder; y cuando están fuera de él, propender a la expulsión de ese lugar de sus adversarios, haciéndole literalmente la vida imposible a ellos e importándoles un bledo a la 99 la vida normal de los argentinos.

Están hechos de estiércol y nada que surja de esa materia prima será bueno. Es posible que hace algunas décadas su accionar fuera más disimulado. Pues ahora han perdido hasta ese decoro: ya se te ríen en la cara sin ningún problema. Solo una profunda repulsión puede sentirse ante ellos y solo una memoria imparcial y honesta puede ponerlos en el lugar de vergüenza que merecen. 

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