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La reunión de los gobernadores con Fernández

Parece ser que en una reunión de gobernadores con Alberto Fernández en Olivos algunos mandatarios provinciales le hicieron llegar al presidente su preocupación por lo que ellos entienden es la continuidad del “gradualismo” de Macri. Entre ellos se encontraban el gobernador de San Luis, Alberto Rodriguez Saa, el de Chaco, Jorge Capitanich  y el de Santiago del Estero Gerardo Zamora. Aparentemente se quejaron de la “inacción”. Todos responden al ala kirchnerista del Frente de Todos.

El presidente Fernández les habría respondido que había que “aguantar un poco” hasta arreglar el problema de la deuda, argumentando que después todo será mucho más fluido.

La cuestión está en saber qué tipo de “velocidades” reclaman los gobernadores o, mejor dicho, para qué o para hacer qué le reclaman “velocidad” al presidente.

Si me permiten especular, esa velocidad no tiene nada que ver con la que sería necesaria imprimir para que el país deje de retroceder, deje de empobrecerse cada vez más y deje de ser un mendigo que hasta utiliza el lenguaje y la terminología de los mendigos.

Ese suero permanente de pobreza invade el organismo argentino las 24hs del día. Lo hace por goteo, lentamente. Pero de ese modo nos va convenciendo de que somos eso: un pueblo pobre, condenado a la miseria por la maldad de una conspiración de intereses que combinan cipayos nacionales con buitres internacionales. La idea es trasmitir que ese poder es tan grande que no nos queda otra que ser pobres.

Seguramente la casta que aspira a gobernar eternamente esa masa informe de minusválidos mentales, quiere imprimirle al proceso más velocidad. Es decir, no más velocidad para salir de la miseria, sino más velocidad para hundirnos para en ella.

En ese esquema de carencias ellos gobernarán sin incomodidades, con “clientes” que lo único que esperan es que el Estado (es decir la casta privilegiada) les de comer en la boca (si es que hay algo de comer y, en el caso que haya, que muy bien lo tendrán que agradecer) en lugar de que en la Argentina haya ciudadanos libres, que, en el ejercicio pleno de sus libertades civiles, viven y eligen a quienes se les antoja.

Este es el “blueprint” del modelo muchachos. Es hora de que nos despertemos antes de que sea demasiado tarde. El objetivo de esta gente es el empobrecimiento de la Argentina. Es una total y completa mentira lo de la lucha contra la pobreza, la “condena” al éxito, y toda esa sarta de sanatas.

Lo único verdadero es un plan (aquí sí que, como nunca, habría que usar la palabra “sistemático”) para convertir a la Argentina en una fábrica interminable de pobres a la cual se pueda saquear a piacere, sin resistencias y, al contrario, con el beneplácito de una horda de seres mal comidos, mal educados y mal mantenidos. Podrá sonar muy dramático pero es así.

Gran parte de ese plan ya se cumplió y el resto viene a paso firme. De la población especialmente joven el 50% es pobre. El otro 50% digamos que aún tiene recursos. Pero hay un pequeño truco en todo esto.

La mitad pobre tiene una tasa de reproducción igual a 4.8 hijos por pareja. La mitad con recursos se reproduce a una tasa de 2 hijos por pareja que además se están yendo del país. En esa porción social solo quedará una población muy mayor sin posibilidad de trabajar. Cualquier proyección aritmética permite concluir que en 20 años la Argentina tendrá un 80% de pobres, mal nutridos, con la cabeza lisa y solo prestos a seguir como ratones a un sultán. Este es el plan maestro. Esto es el populismo peronista.

Es posible que algunos gobernadores se estén impacientando porque quieren que la miseria avance más rápido. Y es posible que el presidente que comparte los mismos objetivos que ellos trate de calmarlos para no avivar a los giles. Pero lo cierto es que el actual gobierno no tiene voluntad de sacar a la Argentina de la pobreza; al contrario quiere que la pobreza se consolide.

Para sacar al país de la pobreza se debería llevar adelante una revolución jurídica para dar vuelta como una media el orden legal del país. Derogar toda la legislación (y me refiero a TODA) sancionada desde mediados del siglo XX hasta hoy y restaurar el orden jurídico de la Constitución que, justamente, nos sacó de la miseria y del atraso de la Colonia.

La Argentina precisa un nuevo Caseros; un punto de inflexión que aborte el plan criminal de condena a la escasez que puso en marcha el peronismo y que agudizó el kirchnerismo y que rompa las cadenas de esclavitud del hombre común con el Estado.

Pero, claro, estoy seguro que el reclamo de “mayor velocidad” que los gobernadores le hicieron al presidente ayer no tiene nada que ver con ese rumbo.

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