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La grieta y la avenida del medio no existen

La meneada cuestión de la grieta generó, como contrapartida, el nacimiento de la llamada “avenida del medio”. Este comentario tiende a desmistificar tanto la grieta como la “avenida del medio”.

Para que haya un “medio” tiene que haber, en efecto, dos extremos. Pero esos extremos deben cumplir con el requisito de la potabilidad para que un “medio” supuestamente equidistante sea también “potable”. Un “medio” emergido de la equidistancia entre el bien y el mal supone la aceptación de parte del mal o la idea de que el bien no es tan “bueno”.

Planteado en esos términos, la tanto la “grieta” como la “avenida del medio” son conceptos artificiales que, no por repetirlos cientos de veces, se tornan verdaderos.

En efecto, no puede haber grieta entre el robo y la honestidad o entre los honrados y los ladrones.

Tampoco hay allí “avenida del medio”. ¿Cuál sería la avenida del medio entre la delincuencia y la legalidad?

Este concepto debería ser entendido antes que nadie por el peronismo “republicano” que debería rápidamente aclarar que no está “en el medio” entre la delincuencia y la honradez sino que está con la honradez y dentro de ella tiene diferencias en aspectos que pueden ser del más variado orden pero que nunca implicarán la violación de la ley.

Decir que no se está ni con el gobierno ni con el kirchnerismo no significa nada; es preciso aclarar , pese a que se pueden tener con el gobierno mil diferencias (en especial desde el costado económico), esas diferencias no son del mismo tipo de las que se tienen con el kirchnerismo. El peronismo federal -o como se llame- debe aclarar eso rápidamente.

El kirchnerismo, además, tiene un componente agregado a la delincuencia (que lo define y lo describe) respecto del que también es preciso sentar postura.  El kirchnerismo ha adelantado que revisará las sentencias judiciales, que les pedirá explicaciones a los jueces, que terminará con el formato que conocemos del poder judicial y que derogará la Constitución para escribir una nueva.

Respecto de estos puntos también debe expedirse la “avenida del medio”. No hay “medio” entre tener o tener independencia de los jueces. No se puede estar en el “medio” entre esas dos opciones. ¿Qué querría decir que estoy en el medio entre esas alternativas? ¿Quiere decir que quiero la independencia de los jueces pero no tanto? ¿Qué defiendo la Constitución pero más o menos? ¿Qué quiere decir “estar en el medio” en esos casos? Es absolutamente necesario que ese peronismo se defina.

Sería muy saludable también que el camaleón de Tigre también se expresara claramente, (por una vez en la vida, aunque sea) respecto de estos temas. Él, que es poco menos que el inventor de la frase “la ancha avenida del medio” debería decir que el “medio” siempre se supone entre opciones honradas y que van a respetar la independencia de los jueces y la libertad de expresión.

No hay “medio” entre el totalitarismo y la libertad. Como tampoco lo hay entre la ilicitud y la ley.

En ese sentido el peronista federal que más avanzó hacia una toma de posición clara ha sido Juan Manuel Urtubey que acaba de definir al kirchnerismo como un movimiento “pre-totalitario”. Si todo el mundo se expresara como el gobernador de Salta, la única grieta que existiría en la Argentina es la que existe en todas partes del mundo entre la legalidad y la ilegalidad y entre la servidumbre y la libertad.

Dentro de la legalidad y de la libertad podemos tener mil diferencias, pero no hay “grieta”: la grieta nos separa de los ladrones y los tiranos. Y en ese sentido, bienvenida la grieta.

Que el rastrerismo político de lugar a la especulación cuando están en juego valores tan básicos, causa un poco de repugnancia. El peronismo republicano (si es que ese oxímoron existe de verdad) debe dar una muestra de que alguna vez no lo anima el poder y la persecución del Tesoro Público sino los valores que definen a un país.

Por supuesto que el gobierno de Macri ha cometido errores garrafales -de apreciación, de soberbia, de cálculo, de encierro, en fin, de mil aristas y costados- pero nunca persiguió periodistas, nunca persiguió a los jueces, pudiendo haber nombrado para dos sillones en la Corte a juristas de su riñón, nombró a un independiente y a un peronista (que hoy es parte de la mayoría que le hacen la vida imposible), hasta donde se sabe nunca adjudicó obras que no se hicieron y bajó el costo de las contrataciones astronómicamente por el simple expediente de no robar.

¿Qué no es suficiente para que la gente ande vivando a Macri por la calle? Estamos de acuerdo. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. El peronismo federal debe ser el árbitro de esa perogrullada. Mucho tiempo no le queda para abrazar una oportunidad histórica para dejar de ser un sinónimo de lo peor que ha gobernado el país en los últimos 80 años.

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