Aruba

La fractura

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No hay dudas de que ayer fue un día importante para la estrategia del presidente Macri. Entre 15 y 18 diputados del bloque del FpV decidieron escindirse de esa fuerza y formar un grupo propio al que llamaron “bloque justicialista”.

De nuevo, y como es costumbre entre ellos, la palabra “traidor” apareció a los gritos en la escena del Consejo Nacional Justicialista desarrollado en el tradicional inmueble de la calle Matheu.

Pero más allá de estos apelativos tan comunes en el vocabulario habitual del peronismo, lo cierto es que parte de sus políticos advierte que la estrategia de la Sra Fernández (que Macri abandone la Casa Rosada en helicóptero) no es viable en las actuales circunstancias del país y que, de seguir por ese camino, era muy posible que los que terminen en el helicóptero (o en algunas dependencias con mayor incidencia de la sombra) fueran ellos.

El peronismo que gobierna jurisdicciones -provincias o municipios- sabe que no puede entregarse al fanatismo porque el que terminará en el  incendio será el propio peronismo. La sociedad quiere dejar atrás la lógica totalitaria de que ese movimiento gobierna o tumba al que gobierna. Y si el peronismo no lo entiende el tumbado será el peronismo.

Una parte de sus políticos parece haber internalizado este nuevo paradigma de la sociedad y no está dispuesto a entregar sus energías a la paranoia. Dueños de esas convicciones un conjunto de gobernadores e intendentes han comprendido que con el nuevo gobierno surgido de las elecciones de Noviembre, se abre una instancia de diálogo de la que pueden surgir acuerdos y avances, no a la manera anterior, a la que veníamos acostumbrados con el kirchnerismo, sino a síntesis que surjan de la negociación, la transacción y el compromiso.

Lo adelantó el senador Pichetto hace unas semanas cuando dijo que estaban dispuestos a negociar acuerdos legislativos en la cámara donde su bloque tiene casi los dos tercios de los miembros a cambio de obras e inversiones para las provincias que los integrantes de ese cuerpo representan.

Ayer ocurrió con los diputados. Movidos por Diego Bossio y los representantes que responden a Juan Manuel Urtubey, un grupo de diputados que hasta ayer integraban el bloque del FpV, decidieron seguir el razonamiento de Pichetto y conformar un grupo más dialoguista con el gobierno de Cambiemos para garantizar la gobernabilidad del país a partir del 1 de marzo.

Se trata de un acto de responsabilidad en línea con el fin de un ciclo que Julio Bárbaro definió como “atroz” según el cual solo podía gobernar la Argentina alguna clase de peronismo pero no otra fuerza que no llevara ese sello.

Esta movida tuvo profundas consecuencias políticas, o las tendrá en el futuro. Por lo pronto en bloque del FpV dejó de ser la primera minoría en diputados, lugar que pasó a estar ocupado por Cambiemos. Los diputados coaligados en el frente que ganó el gobierno suman 92 voluntades y ahora el FpV pasará a tener entre 77 y 80 según sea la cifra final de los escindidos.

El FpV ya no podrá manejar el quórum de la cámara porque entre Cambiemos, el Frente UNA, el Bloque Justicialista y los diputados que responden a Rodriguez Saá logran los votos para que las sesiones puedan comenzar y las leyes puedan votarse. Ese es un gran avance para la democracia.

Una de las consecuencias fundamentales de esta nueva geografía política son los DNU que Macri dictó durante el receso del Congreso que ahora tendrán mayores posibilidades de ser refrendados.

Paradójicamente esta gracia para el presidente deriva de un proyecto cuya autoría pertenece a la Sra Fernández cuando era senadora y su marido presidente. Para facilitarle justamente a Néstor Kirchner el gobierno por decreto, su esposa logró hacer aprobar en el Congreso la ley 26122 según la cual los DNU deben tener el expreso rechazo de las dos cámaras para quedar derogado. Con lo cual con que una sola cámara lo apruebe logrará subsistir. Si bien gran parte de la doctrina considera esa norma inconstitucional, la fuerza de la Sra Fernández por aquellos años hizo posible que su marido fuera el campeón mundial de los DNUs durante su gestión, sin que el Congreso lograra tumbarlos gracias a lo dispuesto por la ley fogoneada por su esposa. Ahora deberán tomar de su propia medicina porque ningún juez declaró la inconstitucionalidad de la norma.

Pero sin dudas el mayor impacto de lo que ocurrió ayer es político. Se trata de un mensaje que tiene un destinatario directo: la Sra Fernández. Los diputados le notificaron que para ellos ha comenzado nuevamente la vigencia del sentido común y de que tienen una vocación inicial de convertir al peronismo en una fuerza democrática verdadera, después de todo.

Ese cambio incluye la finalización de la oposición salvaje y del “plan helicóptero”, al cual apostaba gran parte de su futuro político y judicial la ex presidente.

El presidente ha recibido una noticia que quizás lo favorezca políticamente a él, pero eso no es lo más importante. Lo que realmente hay que subrayar es que en el Congreso argentino ahora se podrá hablar. Parece mentira, pero la Sra Fernández, quien parecía tener un problema con la pronunciación de la palabra “Congreso” y solo se refería al “Parlamento” (cuya etimología deriva obviamente del arte de “hablar”) había mandado a callar a todo el mundo en ese hábito por el velocísimo expediente de imponer una mayoría automática que le ganaba con sus gritos a grupos menores que nada podían hacer. Ahora el “Parlamento” va a poder “parlar”, que es para lo que fue hecho.

Por supuesto que el gobierno también tendrá que ceder y evitar comentarios estúpidos como “no intercambiaremos obras por leyes…” ¿Y cuáles serán entonces los términos del intercambio? ¿O acaso una negociación no supone un intercambio? ¿Y que puede facilitar el gobierno federal a las provincias sino obras y financiamiento para que la gente viva mejor?

No sea cosa que salgamos de la épica de la “Revolución” para meternos en la épica de la “no-transacción”. El “arte del acuerdo” no puede ni debe significar otra cosa que eso.  

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