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En manos de la paciencia

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A muchos podrá resultarles increíble, pero gran parte del futuro mediato de la Argentina se juega en un terreno completamente inasible y volátil como es la paciencia social.

En efecto, más allá de la medidas profesionales que se tomen en los distintos campos de la actividad socioeconómica e institucional de la Argentina, lo que determinará la suerte final del país y la del gobierno de Cambiemos es el “aguante” que los argentinos comunes le tengan al proceso de reformas que es necesario encarar para poner en su lugar las cosas que doce años de kirchnerismo pervirtieron y, en muchos casos, pulverizaron.

Las bases del funcionamiento institucional del país están demolidas. El aparato de corrupción sistemática instalado en el corazón del Estado para robar dineros públicos y desviarlos a bolsillos privados causa pavura: la obra pública, el narcotráfico en connivencia con la política, el sistema de subsidios a la energía y el transporte, los planes sociales -que tenían la virtualidad de hacer aplaudir a un gobierno que los generaba para robar- todo esto ha sido montado con el objetivo de enriquecer a una nomenklatura privilegiada que le chupó la sangre a la sociedad hasta convertir a ésta en mísera y a ellos en multimillonarios.

Los números de la economía que estallan por cualquier rendija que se los mire: la provincia de Buenos Aires tiene un rojo de casi 60 mil millones de pesos entre deudas con proveedores, letras de tesorería emitidas que se deben, adelantos del Tesoro Nacional y otras cuentas que Scioli dejó debidamente colgadas de una palmera. Pero esta situación no se limita a la provincia más grande del país. Santa Cruz, gobernada hace 25 años por los Kirchner, está quebrada, según las propias palabras de la tía Alicia quien llegó a ser gobernadora gracias a las mañas legales que su familia tejió en lo que, más que una provincia, consideraban su estancia privada.

A nivel nacional, el déficit del presupuesto que roza el 8% del PBI que da cuenta de un desmadre absoluto de las cuentas públicas en un contexto en donde la sociedad no resiste un solo aumento impositivo más. La cantidad de empleados públicos que sobran en la administración pública consolidada que supera el millón de personas; la absoluta pauperización de enormes franjas de población cuya miseria el anterior gobierno explotó y mantuvo con toda maldad; el estado de quiebra técnica del BCRA cuyo activo es menor que su pasivo; el sector externo en default lo que cierra el camino del país al crédito internacional para hacer obras y atraer inversiones…

La madeja de regulaciones y agencias creadas por el kirchnerismo para entorpecer la operación económica al tiempo de darle trabajo a centenares de ñoquis que ahora se han vuelto células dormidas de sabotaje, siempre listos para enlentecer las reformas, para generar descontento y para destemplar los ánimos…

La inflación que carcome el salario de los trabajadores pero que fue reprimida, al punto de desacomodar todos los precios de la economía; la ausencia completa del crédito que impide que el aparato productivo se mueva y genere los puestos de trabajo que se necesitan para absorber el crecimiento vegetativo de la población…

La inseguridad, considerada en todas las mediciones como una de las principales preocupaciones de los argentinos y que el kirchnerismo desatendió porque en mucha medida vio al delincuente como la víctima de la sociedad burguesa y a ésta como la victimaria y la estigmatizadora de sectores sociales pobres…

En fin, la enumeración de la descomposición cancerígena que significaron las tres administraciones del matrimonio Kirchner es de tal profundidad y magnitud que, quien se proponga enfrentarla, no sabe realmente por dónde empezar.

A todo esto la ex presidente –dicen quienes han podido desentrañar su verdadero sentimiento- quiere volver al poder. Para ello no ahorrará herramienta ni despliegue alguno con tal de lograr su propósito. Pondrá palos en la rueda, hará llamamientos incendiarios, apelará a cada uno de los que le deben algo para intentar que el gobierno de Macri se vaya consumiendo su propio tiempo sin poder mostrar a la sociedad cambios y mejoras sustanciales, medibles en el bolsillo, en la tranquilidad y en la calidad de vida. Buscará que todo le insuma más tiempo, que todo le cueste el doble. Si con sanas intenciones de dialogo y armonía las cosas tomarían una semana para enderezarse, pues negará toda colaboración para que ese tiempo se multiplique por tres o por cuatro.

Frente a este panorama la pelota caerá en el terreno de la sociedad. Será ésta la que, con esta película proyectándose delante suyo, deberá decidir si le da o no un crédito de paciencia al presidente Macri. No hablo de una luna de miel, porque los tiempos normales de una luna de miel política no alcanzan para nada. Hablo de, quizás, dos o tres años de paciencia; la mitad o las tres cuartas partes del periodo presidencial.

Está claro que en ese tiempo el gobierno deberá mostrar algo aun a pesar de los serios obstáculos que encuentre en su camino, porque ese pedido de paciencia también se gana resultados concretos. Pero, de vuelta, la sociedad deberá ser muy aguda para medir y calificar, en una imaginaria hoja de cálculo, esos más y esos menos. De esa condescendencia dependerá en gran parte que populismo no regrese a la Argentina. Dados los antecedentes del país las chances están reñidas. La sociedad argentina que tiene una cuota de aguante importante para con aquellos que vienen a pisotear las instituciones y a hacerse millonarios a costa del robo al tesoro público no se ha caracterizado en la historia por respaldar con su paciencia procesos de honestidad, sacrificio y trabajo. Siempre ha preferido la magia a la verdad.

Dios quiera que esta vez la Providencia la ilumine para prestarle el hombro a un equipo de médicos que viene a operarla de un cáncer generalizado. Si se enoja al entrar al quirófano es probable que termine de morir luego, cuando ya nada la salve del regreso del populismo rapaz.

>Aruba

One thought on “En manos de la paciencia

  1. Pocho

    En CABA los ciudadanos dotados de un mínimo de capacidad intelectual saben de la “honestidad, sacrificio y trabajo” del ing. Macri y su séquito de delincuentes.

    La paciencia que ud. solicita es bancar un ajuste monstruoso que ya empezo y que ya contabiliza mas de 6000 despidos y un megacanje por 15 mil millones de dólares por intereses que los va a pagar el pueblo con una reducción de gasto (mas del 60% corresponde a Seguridad Social). En el gabinete hay gente experta en recortar partidas (pregúntele a Estebitan Bullrich, que recortó el presupuesto educativo de la ciudad; eso sí, no escatimó un peso para el convenio con la empresa PRIMA S.A del grupo Clarin, con el sobreprecio aberrante de las notebooks, no hay que escatimar un peso) y asi lograr ese déficit fiscal que a ud. tanto lo alarma. Ni que hablar del beneficio a empresas truchas de amigos que Macri logró con fondos públicos (Niembro y Majul son la punta del iceberg), las más de las veces contratando obra pública socialmente estéril que no le mejoró la vida A NADIE en la Ciudad y que triplicó su deuda en dólares en beneficio del garcaje de siempre. Pero cuando el dinero se invierte en todos estas cosas a ud. no parece interesarle demasiado. Y lo llama “honestidad, sacrificio y trabajo”. Sí, honestidad en una persona que tiene mas de 140 causas abiertas en su contra.

    Sin ir mas lejos, lo que pide la nota es “bancar el ajuste con paciencia”. Como dijo hace poco ub funcionario, palabras mas palabras menos, que aspiraba a un pais serio donde haya despidos y recortes salariales y nadie haga protestas sociales. Es el país al que esta gente aspira, con largas filas de personas para un puesto en el que cobrará 2 mangos en negro. Como en los gloriosos noventa.

    Al menos se sincera: lo único que importa es que el populismo no regrese jamás. A cualquier precio.

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