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A propósito del manual de Qatar

Los ribetes francamente desopilantes con los que se presentó públicamente hicieron que todo el mundo se lo tome a broma. Pero no es ningún chiste. Solapado entre las múltiples preocupaciones de los argentinos y en las vísperas de uno de los mundiales de fútbol más esperados por el país en los últimos tiempos, se presentó el manual con recomendaciones para periodistas y relatores que cubrirán el evento en Qatar.

Victoria Donda y Miriam Lewin desde el INADI utilizaron fondos y tiempo que la sociedad les paga para elaborar una serie de indicaciones sobre cómo relatar y comentar los partidos del campeonato en un alarde que supera con creces todas las iniciativas fascistas que se han conocido en los últimos tiempos, con todo lo que eso significa en materia comparativa.

Que el gobierno utilice una dependencia pública para darle indicaciones a los argentinos sobre cómo se debe relatar y comentar un partido de fútbol importa una intromisión tan grande en las libertades más íntimas del ser humano que uno se pregunta qué hay más allá de esto en materia de dirigismo estatal de la vida individual. Si ya no somos libres ni para elegir cómo hablar mientras vemos un partido, es señal de que el Leviatán Estado se ha metido en nuestro propio organismo, ya forma parte de los pliegues de nuestro cerebro, es nuestra piel, nuestra mente y nuestra lengua.

Las señoras Donda y Lewin han tenido la suficiente soberbia como para, desde sus altas torres, decidir que no se puede decir que un jugador “es un burro”, creyendo que, con una resolución estatal, van a terminar con 100 años de terminología futbolera.

Llama la atención -porque también supone un protagonismo animal en la metáfora- que sí permitan el uso de la expresión “es un tigre recuperando pelotas”, con lo que sumen a todos los periodistas en una confusión zoológica sobre lo que está bien y los que está mal, según las nuevas señoras feudales.

Por supuesto hay todo un capítulo de prohibiciones para el uso de la palabra “negro” con lo cual uno agradece que estemos en 2022 y no en 1986 porque los relatores se las verían mal queriendo llamar al “Negro” Enrique con otro apodo en el comienzo de la jugada que terminó con el gol más lindo de la historia de los mundiales.

De todos modos Donda y Lewin no se amilanaron ante el uso sentimental del término “negro” y continuaron con otros ejemplos que podrían surgir en los relatos o comentarios. Así, no podrá haber referencias al “mercado negro” que, por orden de Sus Majestades, los periodistas deberán llamar “mercado clandestino”.

Tampoco se podrá incurrir en el sacrilegio de decir “le pegó con la de palo” porque el bienaventurado Estado considera que eso es discriminatorio. Los relatores podrán utilizar en su lugar la expresión “le pegó con la pierna que la Naturaleza dispuso que no fuera su pierna hábil”, inaugurando un lenguaje de tribuna completamente novedoso. Recorcholis…

Repetimos: muchos podríamos estar tentados a tomar esto como una broma de mal gusto, como una más de las estupideces que funcionarios que deberían estar en su casa lavando los platos (perdón, ¿se podrá decir esto? ¿O deberé solicitar autorización a alguien?) emiten desde sus escritorios burocráticos para justificar las millonadas que la sociedad les paga.

Pero no caigamos en esa trampa. Es de esta manera sutil (porque lo propuesto es tan ridículo que aparentemente nadie lo toma en serio) que el dominio sobre las libertades más íntimas de los ciudadanos se va ganando y así también es como el círculo de soberanía individual de las personas se va perdiendo hasta casi desaparecer.

Es como si en aquel ejemplo trillado de la rana, el déspota girara unas décimas la perilla del fuego aumentando apenas unos grados el calor de la muerte: la rana no lo notará. Al contrario es posible que se sienta incluso más cómoda con algunos grados más de “calidez”. Lo que ignora es que cada vez está más cerca de morir hervida.

Con estos avances entre pueriles y sutiles, el colectivismo gira también unas décimas la perilla de la cocción a fuego lento de la libertad individual. Hasta usa a su favor el hecho de que la sociedad se tome las cosas en broma, porque mientras la gente lo desestima ellos avanzan.

Aquí no hay ninguna broma, señores. Aquí no se deja flanco sin usar en el camino de quedarse con todo y de convertir a los ciudadanos en una especie de zombies que ni siquiera se sientan seguros cuando hablan por temor a infringir las reglas del Gran Hermano. Se quieren quedar hasta con la libertad de nuestras palabras.

Los periodistas y relatores del próximo Mundial de Qatar, los de todas las cadenas, de radio, de TV, de medios online, de redes, en fin, de todos los medios habidos y por haber deberían usar esta oportunidad para dar un enorme ejemplo de rebelión pacífica contra el Leviatán, contra las imposiciones, contra la regulación de las libertades individuales, contra la soberbia estatal, contra la altanería feudal… Deberían demoler, usando las palabras que les venga en gana, esta pretensión de imponer un orden fascista que nos regule hasta las ganas de ir al baño.

¡Vivan los “negros” Enrique y los “negros” Ibarra! ¡Vivan los que le “pegan con la de palo” pero que aun así lo intentan! ¡Vivan los elogios a las chicas lindas en las tribunas! ¡Vivan los “no seas tan burro, hermano”! ¡Vivan las “Pulgas” y los “Lautoros”! ¡Vivan los “Papus” y las “mamus!” ¡Y viva la libertad de hablar libremente, porque sin libertad no tendremos nada! Ah, también… ¡Muera para siempre la soberbia pretensión de que una casta inútil que no sirve ni para espiar se crea con derecho a decidir sobre nuestra vida, nuestro futuro y nuestra palabra!

Por Carlos Mira
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One thought on “A propósito del manual de Qatar

  1. deleatur

    Sep. Esa q tenía una empleada *en negro* y quería arreglarla con un plan, esa misma pretende conminarte con q decir “negro” está mal. Me recuerda a aquellos q masacraban indios o esclavizaban negros, siempre de maneras atroces, pero q vivían llenándose la boca y mandándose la parte de ser “civilizados”.

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