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De “machirulos”, populistas y embaucadores seriales

Si algo faltaba para confirmar que Cristina Fernández no conoce la vergüenza, es su referencia al presidente como “machirulo”, si por esa expresión se entiende algo que tenga que ver con el machismo.

Probablemente no haya una mujer en el mundo más “machista” que Cristina Fernández. Su gobierno se caracterizó por no impulsar una sola medida que pudiera ser considerada dentro de lo que se llama una “agenda de género”, empezando por su tenaz negativa al tratamiento de una ley sobre el aborto.

No hace mucho tuvo insinuaciones sobre María Eugenia Vidal que ni el peor de los machistas hubiera expresado, pretendiendo establecer con ella una diferencia por el hecho de ser, la gobernadora de Buenos Aires, una mujer divorciada.

Ahora se ha colgado de la demagogia para criticar un comentario del presidente que echó mano de un ejemplo casero para tratar de explicar el comportamiento del populismo.

Más allá de que, a diferencia de ella, el presidente se disculpa cuando le hacen notar un error y él lo entiende como tal, la referencia de Macri nació de un video viral del humorista Claudio Rico que, en una nota con el economista Gustavo Segré, relató un ejemplo cotidiano imaginario de lo que podría haber ocurrido con el kirchnerismo.

Rico contó que su hija menor le preguntó si con todo lo que estaba ocurriendo iba a volver a votar a Macri. Cuando el actor le respondió que sí y su hija le pidió que le explicara por qué, Rico trajo a colación un ejemplo casero sobre el uso de la tarjeta de crédito.

Le dijo a su hija: “viste que en casa, la administración la lleva mami… Muy bien, bajo esa administración vos vas a tus clases de danza, tu hermano va a la escuela de fútbol, a veces vamos a comer afuera, etcétera, etcétera… Bueno, un día decidimos que sea yo el que administre. Cuando empiezo a ver las cosas, me doy cuenta que mami había pagado durante los dos años anteriores los mínimos de las tarjetas, no los pagos totales. Ahora la deuda que se había acumulado era tremenda. Por lo tanto yo debo cortarte las clases de danza, a tu hermano el fútbol, se acabaron las salidas y vamos a comer fideos con manteca… Muy bien, vos me vas a decir, ‘pero papi, con la administración de mamá, estábamos mejor…’ Sí, eso parecía, pero en realidad estábamos viviendo una mentira, comiéndonos el presente hasta que nos vinieran a rematar la casa…”

Segré le dijo que era un muy ejemplo y que ojalá lo escuchara el presidente. Aparentemente Macri lo escuchó. Y no solo lo escuchó sino que cuando el otro día le preguntaron sobre el populismo, trajo a colación ese video e intentó reproducir el mismo ejemplo que relató Rico.

Cuando lo hace dice “esto es lo mismo que cuando en tu casa vos le cedes la administración a tu mujer, ella paga todo con tarjeta, no paga los saldos y un día vienen a rematarte la casa…”

La jefa de la banda se tomó de la palabra “ceder” para acusar al presidente de “machirulo” al suponer que la palabra “ceder” implica una suerte de acto de concesión del Príncipe que en una especie de “desprendimiento concesivo” le da a la mujer lo que en realidad le pertenece a él.

¡Qué retorcimiento por Dios! Y, una vez más, ¡viniendo de quién! El presidente no debería haber pedido ni disculpas, aunque lo hizo de todos modos. Pero, ¿de qué se supone que debe disculparse? El relato era toda una simulación, basada, por lo demás, es un hecho perfectamente normal, cotidiano y posible, que ocurre a diario en una inmensa cantidad de hogares en donde, efectivamente, son las amas de casa -independientemente de que además trabajen fuera del hogar- las que llevan la administración sin que eso implique un acto de machismo.

El centro del ejemplo, sin embargo (el mismo centro que Cristina Fernández quiere gambetear desviando, como siempre, demagógicamente la discusión) era otro, esto es, que el populismo aniquila los recursos presentes hipotecando el futuro.

¿Querés que la simulación no sea machirula? Pues, en el ejemplo de Rico, donde dice “mami”, decí “papi” y donde dice “papi”, decí “mami”. Pero la cuestión tiene que ver con el derroche (y el robo) de recursos que hace el populismo, engañando a la gente (en el ejemplo, el resto de la familia de Rico) y poniendo en riesgo la sustentabilidad futura de las generaciones que vienen.

Cuando esas administraciones cambian y alguien responsable quiere comenzar a poner orden, resulta que es el malo de la película. Y no conformes con eso, es un “machirulo” también.

La señora Fernández es una embaucadora serial. Alguien que, apelando a acideces de cuarta categoría (en las que por otra parte fue ella misma la primera en incurrir), pretende desviar el centro de una discusión económica hacia una pretendida cuestión de género, completamente traída de los pelos.

El kirchnerismo no cambió. Sigue siendo el mismo mentiroso, confundidor profesional de lo que está clarísimo, y practicante de una demagogia fascista de la cual el pueblo debería estar ya harto.

Es la ausencia de ese hartazgo lo que explica, en gran medida, la decadencia nacional.

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