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Así somos y así nos va

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El episodio del contador Manzanares resulta francamente dantesco. Si acaso existe una profesión en donde, en principio, el sujeto en cuestión podría hacer la “Gran Olmedo” (cuando disfrazado de Pai brasileño y con cara de asombrado le decía a Portales -el padre de la “nena”-  cuando éste lo acusaba de cuanta estafa había bajo las estrellas, “¿Eu?”)

Bien podría decir Manzanares: “¿Eu?”, o en la versión nuestra “¿Yo?” Porque resulta claro que el tipo -que seguramente está hasta las manos por fraguar cosas para los Kirchner- no actuaba de motu propio ni decidía ilegalidades como las que aparecen en el documento que terminó por llevarlo a la cárcel, sin tener una indicación precisa de sus mandantes.

Manzanares es el mismo sujeto que en 2008 presentó la única prueba que Oyarbide admitió para sobreseer al matrimonio Kirchner de su juicio por enriquecimiento ilícito. Manzanares, a su vez, para confeccionarla, recibió el asesoramiento directo de agentes de la Afip, que aseguraban que el escrito no tuviera errores. En esa oportunidad el plazo de apelación venció sin que el Fiscal Taiano apelara porque justo cuando debía hacerlo se dio la casualidad de que secuestraron a su hijo.

La detención de Fernández (la nueva “Ms Leggins” o “Sra Calzas”) no puede demorar un minuto más. Es hora de que la hipocresía de visitar tambos después de haberlos fundido a todos (a razón de uno por día de promedio desde 2003 hasta 2015) acabe.

Otro tanto debería decirse de De Vido, cuya diputación y –mucho más- su presidencia de la comisión de energía de la Cámara de Diputados es solo explicable por las excentricidades de las que a veces hace gala nuestro país. Que el responsable por excelencia de que la Argentina haya perdido todo su stock energético y de que haya pasado de ser un país independiente energéticamente a un país dependiente, se debe a De Vido. Se nota que el país quiso completar su chiste haciéndolo presidente de la comisión cuya materia el ex ministro destruyó.

Hoy la comisión de asuntos constitucionales decidió darle una semana de plazo para que haga su descargo en el trámite de expulsión por inhabilidad moral para desempeñar su banca. En ese contexto sorprendió la declaración de Margarita Stolbizer que, después de que (al menos) hacía como que perseguía delincuentes, cuando llega el momento de echarlos rechaza la iniciativa bajo el argumento de que debió hacerse antes de la toma de posesión. Increíble lo que puede la política. ¡¡Margarita Stolbizer…!! ¡Lo que no dijo de De Vido! Y ahora que existe la posibilidad de echarlo de la Cámara por inmoral, se niega. Es increíble. Otra frustración argentina. Pobre Margarita: va camino de convertirse en Margot…

Otro tanto cabe para Ricardo Alfonsín –de quien nos ocupamos ayer- y Carla Carrizo que al pretender “ir por más” pidiendo el desafuero, en realidad consiguen restar número a la posibilidad de que De Vido sea expulsado, decisión que, por supuesto, acarrearía el desafuero, que a ellos tanto parece preocuparles. Las basuras de la Argentina salen a la superficie cuando se toca a los peces gordos.

Otro razonamiento cabe para la llamada “moral de los votos” que amenaza con exculpar a Leggins y a todos sus secuaces bajo el argumento de que aún conservan un “importante caudal electoral”. ¿Y a mí qué me importa?, diría yo, casi como distraído.

¿Qué tienen que ver los votos con la comisión de delitos múltiples, probados largamente y que, de paso, sirvieron para destruir el país?

Lo único que falta es que “una buena elección” de Leggins funcione como una especie de sobreseimiento definitivo a sus múltiples estafas. Solo un país idiosincráticamente delincuente puede razonar de ese modo. Y solo en un país idiosincráticamente delincuente Leggins pudo haber sido presidente algún a vez o aspirar a los fueros de una banca ahora.

Esa, en definitiva, debería ser nuestra pregunta de fondo ¿qué clase de gente somos? Quizás respondiendo ese interrogante hallemos las respuestas a otras muchas preguntas y a otras muchas dudas que, a simple vista, nos parecen de otro planeta. No, no: no son de ningún planeta extraño; son de acá, son de nosotros, somos nosotros. Nos va como somos.

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