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Una acción de estricta justicia que el Presidente olvidó ayer

MSP

Ayer el presidente Macri encabezó una reunión con gobernadores y sindicalistas en donde se firmaron convenios de devolución de algunos de los innumerables muertos que dejó Fernández, entre ellos la deuda con las obras sociales sindicales y el comienzo de la devolución de la coparticipación a las provincias.

Pero en ese marco el presidente presento el llamado Plan de Cobertura Universal de Salud, una especie de “ObamaCare” según el cual se aspira a que todos los ciudadanos puedan acceder a una salud pública de calidad, incluyendo a unas 15 millones de personas sin obra social que contarán con una credencial con su ficha médica e historia clínica y podrán acceder a descuentos en medicamentos.

Se trata de una medida en la buena dirección para un país que se encuentra en la situación de la Argentina. Si estuviéramos en otro lado o aquí mismo pero bajo otras circunstancias quizás seríamos más partidarios de un sistema de vouchers con los cuales cada uno pueda elegir y pagar todo o parte de su propio médico. Pero convengamos que no estamos para esos lujos.

De modo que en principio la medida está bien orientada y además, en cuanto a las obras sociales sindicales, no hace otra cosa más que reponer lo que la ley indica a sus legales destinatarios y que el gobierno de Fernández birló de sus cajas durante ocho años.

Otra discusión será si es correcto que el sistema de salud esté basado en la operación de los sindicatos. Pero ese es otro debate que implica poner en tela de juicio la ley vigente, cosa que, dicho sea de paso, no vendría nada mal para un futuro cuando las cosas estén mejor, más ordenas y con mayor paz mental para todos.

Pero en las circunstancias actuales entendemos que al anuncio del presidente le faltó algo fundamental, que alguna vez el país debe encarar como corresponde porque además responde a principios de estricta justicia para con nosotros, los propios argentinos.

Desde hace años –y con particular profundidad durante el demagógico y delincuencial período kirchnerista- la Argentina se convirtió en la gran obra social gratis de Latinoamérica. El país fue una especie de Disney World médico a cuyo destino se organizaban “tours” de enfermos (y no tan enfermos porque se han dado casos de operaciones de cirugía plástica) que venían –y vienen- a atenderse y a operarse a los hospitales del país mientras los argentinos los pagamos alegremente bajo el argumento de no sé qué estúpida argumentación. Ese regalo debe acabar.

Ningún país del mundo comete semejante acto de dispendio con los dineros públicos que aportan con mucho esfuerzo los ciudadanos y los residentes legales. El sistema hospitalario público podrá atender una emergencia de vida o muerte de un extranjero que ha tenido un accidente en la vía pública o casos extremos de esa naturaleza, pero en los demás casos, la Argentina no puede seguir pagándole la salud a paraguayos, bolivianos, uruguayos, peruanos y cuanto hermano latinoamericano tanga un inconveniente. Se trata de una profunda injusticia para con nosotros mismos.

Además la cuestión es fácilmente arreglable y siempre cumpliendo con el principio humanitario de la atención: nadie quedará tirado en la calle; esos casos se atenderán. Pero para todos los demás la embajada respectiva recibirá una simple factura emitida por el Ministerio de Salud detallando los casos de nacionales de ese país de los cuales la Argentina se tuvo que hacer cargo, con su monto respectivo y la descripción del tratamiento. El total anual de esa facturación le será descontado de la cuenta de resultados de la balanza comercial entre los dos países, de modo tal que si la argentina tiene saldo acreedor con ese país, ese saldo se acrecentará y si tiene saldo deudor, de esa deuda se deducirá el monto de las facturas emitidas.

La salud no es gratis; al contrario es muy cara. Y no puede ser que el país la esté regalando a un conjunto de vivarachos que ha encontrado en esta tierra a la Meca de los Boludos.

La Argentina ya no resiste el discurso demagógico y delincuente de la “hermandad latinoamericana” y de la corrección política de la no-xenofobia: aquí no hay ninguna xenofobia, aquí hay costos que hay que pagar y que ningún principio de la Justicia Universal le imponen a los ciudadanos de ningún país en beneficio gratuito de los ciudadanos de otro.

Repetimos la solución es tan simple como una notificación a todas las embajadas extranjeras que diga más o menos así: “Mi querido embajador, de ahora en más, poniendo estaba la gansa. Hasta ahora hemos sido justamente los “gansos” de esta película. Esa situación termina hoy. Nadie de su país quedará sin atender mientras pise suelo argentino. Pero sepa usted que todos los gastos médicos que originen sus nacionales al sistema hospitalario público de nuestro país le serán debitados en el estado de resultados de la balanza comercial bilateral. Sin otro particular, atentamente, Presidente Mauricio Macri.”

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